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lunes, 5 de agosto de 2019

El problema no es la grieta, es de que lado elegís estar.



San Cayetano, de un lado de la grieta.




Ya lo decía una canción. No es a San Cayetano a quién hay que golpearle la puerta. El trabajo es un derecho que deben garantizar los que gobiernan. 

Gobernar es dar trabajo, se señalaba por ahí.

Y también se supo decir que los derechos no se mendigan, se conquistan. Se luchan.

San Cayetano fue un precursor en la defensa del derecho de los que trabajan. 

Cuando la sabiduría popular liga el pan con San Cayetano, está ligando el fruto del trabajo: el pan en cada mesa. No un pan que se regala, un pan que se compra con un salario digno.

San Cayetano no sería un tibio ante la realidad de cientos de miles de desocupados que se multiplican día a día. No buscaría “mediar” en la grieta. 

Esta grieta es social y económica, lacera y mata.

Hay más de 13 millones de argentinos en la pobreza. No son números, son cuerpos, son historias, son sangre, son sudor, son vidas.

¿Como ser indiferentes a los rostros duros, curtidos que se quiebran y lloran porque no se animan a decir a sus hijos “perdí el trabajo”?  Hay que optar.

La perversidad de una situación se mide por los que no tienen trabajo o ven amenazado su trabajo: ahora le llaman “reforma laboral”, en los noventa era “flexibilización laboral”. Es la misma mentira. 

Ya lo padecimos.

Ya nos llenamos del humo en cada piquete o con la leña ardiendo en cada olla popular. Ya lo hicimos y no queremos otra vez la tragedia.

No hay lugar para mediocres. La gravedad de la situación es escandalosa. Y no es una realidad casual. Está planificada. Necesitan pocos trabajadores y sobre todo, sumisos. Sin chistar.

Cuando la mitad de los niños argentinos son pobres, nadie se puede quedar “en el medio”.

Nada más cruel que niños hurgando la basura para comer.  

¿Hay peor corrupción, peor robo, peor saqueo cuando te quitan tu sangre, la sangre de tus hijos, tu vida?

El problema no es la grieta, es saber de qué lado estar.

San Cayetano lo sabe.

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