Se supone que el responsable de una de las Arquidiócesis más importantes del país, siendo fiel a su deber de “pastor”, debiera estar atento a lo que le sucede a su rebaño y a quienes no son su rebaño, pero viven en su jurisdicción.
Está claro que no se trata de esperar una palabra ni dogmática ni paternalista, pero al menos la feligresía tiene derecho a que su Arzobispo, diga algo, sugiera otro tanto, reflexione la realidad, tome alguna posición.
También es cierto que no se puede esperar que este todo el tiempo saliendo al cruce de situaciones coyunturales. No obstante, “la palabra” es parte esencial del servicio, del ministerio, de aquel que tiene la tarea de pastor.
Los hechos que se vienen sucediendo uno tras otro en Córdoba revisten una gravedad inusitada. Una gravedad que hiere el tejido social, desprestigia de raíz las instituciones, denotan la gravísima crisis social, cultural y política que nos abruma.
Veamos algunos.
Una y otra vez, incendios incontrolables y un manejo corrupto del impuesto al fuego. En el 2009 más de 50 millones de pesos que los cordobeses pagaron religiosamente, vía boleta de electricidad, por el cuestionado impuesto al fuego, no fueron depositados en su totalidad a los dos organismos del Estado provincial que tienen injerencia sobre el uso de esos fondos: el Plan de Manejo del Fuego y la Secretaría de Ambiente. Hoy no sabemos el destino del monto comprometido al 30 de junio de 2013 de $27.796.871.
Los escándalos ligados al manejo ilegal de las drogas. Lo que implicó la renuncia del Ministro de Seguridad Alejo Paredes y del jefe de policía, Ramón Frías. No son funcionarios menores. Esté escándalo encierra responsabilidades también en otros sectores que quedan fuertemente sospechados: la Justicia y el poder político. Como si fuera poco un suicidio dudoso, amenazas de muerte, y evasivas desde el poder gobernante.
Las amenazas al periodista Tomás Méndez y a Marcela Juez, hermana del Senador Luis Juez, inocultablemente ligadas al trabajo de investigación y a las denuncias por el narcoescándalo, son absolutamente intolerables.
No podemos olvidar que en Córdoba, hay crímenes políticos impunes: Regino Maders antes y últimamente el empresario mendocino que apareció muerto en el río Suquía de la capital provincial. Se trata del ingeniero Marcelo Fabián Arias, de 39 años. A lo que hay que sumar la desaparición del “rubio del pasaje”, donde las fuerza policial está fuertemente sospechada.
No es un dato menor que ni más ni menos que la Central de la Policía haya sido allanada más de una vez en estos días. No se trata de una comisaría en un barrio marginal.
No podemos dejar de mencionar la invasión de Monsanto en Malvinas Argentinas, que ha merecido pronunciamientos de la Universidad de Córdoba, del equipo de Bioética de la Universidad Católica y numerosísimas otras entidades, con una honda repercusión social.
¿Ninguno de estos hechos, que afectan el tejido social, la “amistad social”, merece un gesto, una palabra del Sr. Arzobispo Carlos Ñáñez?
¿Acaso el Sr. Arzobispo no tiene opinión al respecto?
¿Acaso considera que no son temas sociales relevantes y por lo tanto no merecen su atención?
¿Acaso sus profundos vínculos con Cadena 3 lo condicionan de tal manera que no puede hablar? Recordemos que cada domingo el Sr. Arzobispo tiene en la misa radial una fabulosa oportunidad de expresar su parecer.
¿Acaso no se acuerda de la fuerte crítica de Jesús a aquellos pastores que como mercenarios huyen cuando ven venir al lobo?
¿Acaso cree que estos temas no tienen que ver con su “misión religiosa” aunque dañen profundamente a grandes sectores sociales?
¿Cómo puede hablar del Cura Brochero, incluso del Papa Francisco y no decir nada de lo que sucede ante sus narices?
¿A quién vota el Sr. Arzobispo?
Tal vez, si lo supiéramos, tendríamos todas las respuestas.
Nicolas Alessio teólogo Octubre 2013
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