Páginas

miércoles, 12 de febrero de 2014

ELOGIO A LA TRANSPARENCIA BREVE ENSAYO SOBRE EL AGUA Y NUESTRA RELACIÓN CON ELLA Aporte a nuestra espiritualidad y cultura Emilio Rojo






ELOGIO A LA TRANSPARENCIA

BREVE ENSAYO SOBRE EL AGUA  Y  NUESTRA RELACIÓN CON ELLA
 Aporte a nuestra espiritualidad y cultura
 Emilio Rojo



 El mensaje del Limay

El agua es el alma sonora de la Tierra y su fragor, durante doscientos millones de años alivió la incandescencia primitiva. En ella resuenan vibraciones del origen del cosmos y nacieron todos los seres vivientes. El agua nos recuerda el credo de la hermandad vital, somos complejas gotas del rocío de una gran Comunidad tan compleja como maravillosa.
El agua recorre milenarios bosques, brota de las entrañas de las montañas, salta por cascadas y ríos, empapa todo con las lluvias, se abisma en los océanos, se abre paso por surcos de laderas y  tierras labradas, anda en las culturas, lágrimas, besos y manos y es el íntimo espejo del sol y de la luna en el que se reflejan ancestrales historias y el nacimiento de incontables especies.
El agua guarda las vibraciones originales de la vida del mundo y las memorias seminales de la humanidad en las sinergias de nuestros cuerpos.
Cuando los mapuches ponderaron la transparencia, se refirieron a la limpidez de las aguas de uno de sus ríos. Lo llamaron Limay que en su lengua significa transparencia. Así mismo otras comunidades originarias nombraron al agua representándose su limpia generosidad y fecundidad.
La mayoría de los pueblos originarios se asentaron a la orilla de los ríos o del mar donde encontraban su sustento y su lugar doméstico, y los pueblos nómadas del desierto de Oriente afirmaban su identidad garantizando pozos de agua para sus familias y sus rebaños.
Soñadores, vigías, profetas, chamanes, maestras y maestros recurrieron al agua para decir sus enseñanzas orientadoras -como el diluvio universal, o la diosa del agua salada- en narrativas míticas orientadoras del presente, relacionando el origen en el pasado con el futuro. En el agua sumergieron sus interrogantes y sus respuestas.

La imaginación narrativa, ha sido fuente de profunda comunicación y creatividad espiritual y afianzamiento de la libertad personal, como de sentido comunitario, de organización social y sentido ético de los pueblos creadores de sus espiritualidades de comunión sagrada con todo lo visible e invisible.
Nuestra relación con el agua, nos ayuda a comprendernos y ubicarnos en el mundo y el universo.
En las aguas Mama Qucha, del gran lago Titicaca se une y sumerge el Dios sol Inti de nuestra América andina y orienta la cultura ancestral de los pueblos de piedra, cobre, maíz y sal. Vertientes y arroyos provenientes de las altas cumbres fecundaron cultivos en los valles y terrazas de trabajos y esperanzas.
El sol padre Kuarahy de la gran familia Tupi guaraní y el agua del río sin Orilla, habitaron los sueños y rituales que alentaron su itinerario hacia la Tierra Sin Mal, como de muchos otros pueblos, para experimentar la vida y el mundo en su fecundidad.

El  la ancestral Abia Yala, el pueblo Yamani en el sur austral de América, convivió con el agua oceánica y sus recursos, hasta que las fuerzas colonizadoras de la modernidad europea, los hirieron y diezmaron hasta su actual desaparición. También desaparecieron significaciones espirituales inscriptas en la historia negada.

El agua tiene una entidad propia, es femenina, y ella es, en sí misma distinta, un ser viviente y vivificante, multicolor en distintas densidades y conformaciones. El agua juega con los vientos, las rocas, las arenas, los acantilados, las quebradas, los diques y los muelles.

No sólo habita casi todo nuestro cuerpo, nuestra alma de deseos, a su vez está habitada de memoriales imágenes míticas referidas al agua escondida, la profundidad del lago sereno, la tersura de las aguas cristalinas, la risueña vertiente, el fértil oasis, el denso pantano, el aguacero pasajero, la fuerza de las mareas, la osadía de las correntadas, el bramido de la creciente, los témpanos indestructibles, el infinito océano, los glaciares majestuosos, en el rocío de la noche, en los colores del arco iris y la  nieve eterna de la alta montaña en la que se espeja el cielo celeste.
En los humedales y esteros del Iberá habitan miles de especies de animales, peces y plantas conformando biomas que brindan servicios de vida en abundancia para las poblaciones isleñas, las cuales tejieron relatos y poesías que dicen de la entramada convivencia. Es así que en el gran Chaco los chamanes Chorotes Montaraces y Costeros saben que sus cantos e instrumentos son escuchados y si solicitan la lluvia pueden convencerla. Como lo experimenta Lojchipena, que cantado y bailando su “canción de la lluvia” hizo llover.
Dicen que el lago Titicaca es un mar de misterios y que a veces nosotros naufragamos en un océano de contradicciones.
Cuando nos sumergirnos en el agua, transitamos milenarias experiencias de la humanidad. En el agua se reflejan luces, sombras y oscuridades, nuestras pasiones y razonamientos. Entrar y salir del agua es una experiencia de inefable energía.
En el agua encontramos nuestra memoria cósmica, ancestral e histórica.

El envenenamiento del agua

La mercantilización de las relaciones humanas es la mayor enajenación y distanciamiento de las relaciones de reciprocidad. Dominio y expropiación caracterizan el modelo patriarcal, jerárquico capitalista actual que rige el mundo económico y cultural, geopolítico y social. Capitalismo que niega la espiritualidad del Mundo y arremete contra la naturaleza por especulaciones de rentas económicas, robando y empobreciendo comunidades humanas y desertificando sistemas biológicos a un ritmo acelerado de pérdidas sin retorno.
El capitalismo se manifiesta imperialista, colonizador, invasivo, expoliador, expulsivo y devastador. Decimos que es nefasto porque también arremete contra los horizontes simbólicos para someterlos y destruirlos vaciándolos de contenidos culturales.
El actual fenómeno globalizado de la contaminación del agua en mares, napas, páramos, caudales y ríos, como también en los bosques hídricos, ataca un principio natural de equilibrio orgánico insustituible para la preservación biológica y ecológica del planeta como también para la vida corporal vincular, moral, inteligente y espiritual de todos los seres vivientes.

Tres biólogos y un fotógrafo, viajaron desde Venezuela por los ríos en una balsa, llegando hasta el Río de la Plata donde fluyen el Paraná y el Uruguay. Sólo en dos oportunidades tuvieron que bajar debido a grandes saltos. Lo que comprobaron son, las muchísimas relaciones, la interconexión sistémica y la interdependencia funcional, y que si llegan pesticidas a las aguas en un país, esto incide en el agua de otros países. Lo que sucede río arriba llega río abajo y al mar tarde o temprano.

El envenenamiento es el llanto del agua. El hambre es falta de pan y agua. Es la necesidad insatisfecha por imposición de una iniquidad estructural que niega la vida.
La mayor de las soledades humanas es padecer esta abominable injusticia: morir de hambre, de sed o por aguas contaminadas, no pudiendo beber en el propio pozo. La contaminación de la naturaleza es el envenenamiento de la misma vida.
La privatización del agua en manos de grupos financieros que ostentan  dinero y poder por sobre las familias y sus habitats, está causando problemas regionales de supervivencia, conflictos bélicos en el mundo y exiliados climáticos por extensas sequías sumando más víctimas a la pobreza, las guerras y el hambre.
La depredación en los mares y ríos aniquila millones de toneladas de faunas autóctonas,  que luego son arrojadas como descarte ante la escandalosa impunidad de algunos Estados.
La Tierra viviente y toda la vida que en ella habita es sujeto de derecho de vivir y al no ser respetados, ella se está debilitando y enfermando. La enfermedad es un lenguaje corporal que hay que escuchar y atender para ser efectivos en la curación.
Hoy la ciencia constata que la Tierra se enferma por causas depredatorias a gran escala planetaria, que se conectan a otras causas regionales que impiden que los ecosistemas se purifiquen y se liberen de aquello que les aqueja. Es el maltrato lo que debilita y enferma provocando un mar de lágrimas.
La mayor parte de nuestro planeta es agua (75%) apenas en un cántaro (0,07%) está en directa disposición de la humanidad. Hoy son 1.600 millones de personas quienes tienen graves insuficiencias para acceder al agua potable y 2400 no disponen de servicios sanitarios básicos y (miles de niños mueren por el agua contaminada). Cifra que crece y que representa la muerte prematura, insensata e injusta.
Así como el agua se vivifica por la relación del oxígeno y el hidrógeno, así los seres humanos, los animales y las plantas necesitan de ella para vivir. Este delicado dinamismo de inter-retro-relaciones, es lo que llamamos ecosistema. El eco sistema está siendo afectado de tal manera, que -por ejemplo- en las sierras de Córdoba, las vertientes se están secando debido a las plantaciones de árboles foráneos que consumen más agua de la que la tierra puede dar.
Son las hidromafias que sobornando, se apropian de las fuentes de agua acumulando poder de dominación y de exclusión arbitraria en connivencia con poderes políticos y coartadas judiciales. Son demasiados los crímenes del poder apropiador.
La Argentina comparte con Brasil, Paraguay y Uruguay una gran fuente de agua dulce como es la subterránea cuenca acuífera Guarani sin saber todavía todas sus dimensiones. En la provincia de Misiones sus habitantes tienen serios conflictos con las represas Yaciretá e Itaipú y con quienes se apoderan de las Aguas Grandes del Y-guazú. Los pueblos que viven en las regiones selváticas,  padecen hace cientos de años reiterados atropellos, vejaciones y matanzas por  manos de sicarios.
En la Patagonia, la Cordillera y la Puna los pueblos originarios y los campesinos son presa de “legislaciones corruptas”, de coimas turbias y campañas publicitarias prometedoras de trabajo y desarrollo “salvacionista”, que encubiertamente favorecen a empresas mineras que contaminan con el lixiviado del agua que luego baja de las montañas, y empobrecen a pobladores como es el caso de Andalgalá, Catamarca a 2.600 mts y la empresa minera suizo canadiense que se instaló en el año 1994 eludiendo su responsabilidad social. Los pobladores de las distintas regiones reclaman que el agua vale más que el oro. Las empresas de megaminería extractiva utilizan el agua para romper capas de piedra a más de dos mil metros de profundidad y mil metros de extensión.
Los ríos Paraná  y Uruguay, son maltratados por la irracionalidad depredadora de la ambición. Dicen los pueblos Wichi y Toba del Gran Chaco, que el Bermejo y el Pilcomayo, claman de dolor al cielo y los pueblos Mapuches y otros patagónicos y andinos denuncian que terratenientes cercan los accesos a los lagos, y las minas a cielo abierto que consumen millones de litros de agua diarios, los cuales son contaminados y  arrojados a los arroyos y ríos.
Es urgente una ley nacional de preservación del agua que legisle en todas las jurisdicciones y garantice los ecosistemas, como las necesidades y proyectos sustentables regionales ante los multinacionales extractivistas.
Algunos funcionarios políticos son también unos de los dueños de empresas mineras contaminantes o agroquímicas que inciden de modo dañino en el ecosistema y en las agriculturas, provocando umbrales de extinción irreversible, como es también el caso de algunos cauces de ríos que desaparecieron o regiones anegadas por inundaciones debido a la construcción improcedente de diques y la tala destructiva de bosques autóctonos. Delitos de lesa naturaleza.
Nos estamos perdiendo del sentido de pertenencia y de amorosa amistad con las demás criaturas en constante creación. Estamos amenazando nuestra propia esperanza de habitar creativamente y disfrutar de la magia de la naturaleza traicionándola.

El agua y la salud

El agua es saludable para vivir con alegría y confianza. Ella circula por las plantas raíces y frutos y es anfitriona cuando cebamos unos mates en ronda de conversaciones, de un café en el bar, en la hora de cocinar y lavar doméstico.
Además de ser recreativa y placentera es curativa cuando nos enfermamos. Podemos decir que el agua es un ejemplo de vida orgánica.
Acorazados en la dominación estamos enfermándonos de una desmedida ambición de poder y sometimiento, desvalorizando los bienes naturales en nuestra interrelación con ellos y dándoles solamente valor monetario.
El modelo de sociedad mercantilista e industrialista imperialista nos está llevando a destruir para poseer. En esta grave contradicción y mentira, hemos agredido -cada vez más- al agua junto con la tierra y el aire y liquidado miles de especies debido a la desregulación de los sistemas vitales orgánicos.
El ser más agredido con violencia es el empobrecido que lucha por vivir -con menos de lo indispensable- y los indígenas que son despojados de sus montes y sus ecosistemas de vida en los cuales cultivan sus vidas y tradiciones culturales. Este error destructivo, es la pérdida de la vocación humana como creadora de ámbitos de vida y de significados.
Las investigaciones nos dicen que son 5 millones de personas que mueren por año debido a enfermedades causadas por aguas contaminadas. La mayoría de los afectados son niños de familias empobrecidas que no cuentan con agua corriente y potable. Muere un niño cada 20 segundos en el mundo informa la ONU. La falta de servicios sanitarios básicos, que afecta a 2.600 millones de personas -el 41% de la población mundial- causa  cada día la muerte de 5000 niños, menores de 5 años por diarreas.
En gran medida la causante de esta crisis planetaria -entre otras- es la inequidad y la concentración de la riqueza debido a la sobre producción industrialista. El 20% de las personas del mundo manejan el 87% de la riqueza mediante la explotación de personas y tierras con fines lucrativos exacerbados.
En el Día Mundial del Agua, el secretario general de las Naciones Unidas declara que “cada veinte segundos muere un niño por no disponer de un buen acceso a letrinas”. En el llamado Tercer Mundo la segunda causa de mortalidad infantil es la diarrea, estimó el director de la OMS. Los informes de estas Organizaciones calculan 200 millones de toneladas de excrementos que fluyen a los causes de los ríos vertiendo virus, bacterias y parásitos. Se calcula que cada año, 6.500 millones de kilos de basura plástica son lanzados a los océanos.
En la Argentina el 26 % tienen inodoros sin descarga de agua, según el censo del año 2001 y son 4 millones de argentinos que beben agua con arsénico.
Las enfermedades son causadas por la corrupción que empobrece. Los excluidos de las mínimas condiciones de vida social, padecen disentería, parasitosis y conjuntivitis, fiebre amarilla, cáncer de estómago y esófago y descalcificación entre otras enfermedades.
Dijo Celestino, enfermero Wichi del poblado El Quebracho, Formosa: “yo les puedo explicar que hay que hervir el agua tantos minutos y sacar del fuego dejando que se enfríe. Los criollos lo entienden, los aborígenes no porque como antes el agua no estaba contaminada, ellos no entienden por qué tienen que hervir el agua ahora y antes no… La enfermedad más común es la diarrea en hombres, mujeres y niños. Es porque no quieren hervir el agua, ya murieron muchos por deshidratación y falta de medicamentos, también muere gente anciana. Conseguimos una bomba, pero se ha roto, es que los chicos la pusieron mal. Necesitamos una salita y que tenga una heladera. Tampoco nuestros animalitos tienen agua suficiente...”
Esto nos dice que la mayor enfermedad es la injusticia. Laboratorios y empresas de medicina se enriquecen con las enfermedades y teniendo conocimiento de sus causas nunca difunden el problema ni las prácticas profilácticas que preserven la salud de la población. La ciencia no es neutral, sino que tiene el sello de los científicos.

El problema es de sentimientos de amor e interés por el cuidado de la naturaleza y no de ciencia. Toda acción sobre el mundo es acción sobre nuestras relaciones y nuestros vínculos. El camino de regreso hacia nuestra mutua comprensión y cuidado es ético y reparatorio de los daños en el mundo de la naturaleza en el cual vivimos.
Desde la ética, la tecnología y la ciencia al servicio de la vida implementan medios biodegradables para la preservación del agua y se ocupan de las políticas de protección.
Es impostergable que los ingenios cañeros que producen azúcar y biocombustible, respeten a la comunidad en el tiempo de la zafra porque queman la malhoja y expanden monóxido de carbono y lluvias tóxicas, como así también el tratamiento de la vinaza, que vierten en los canales de los que dependen los campesinos.

El maltrato del agua y la agresión que se le impone está visible en nuestro medio social con el síntoma del cáncer de los órganos digestivos -las entrañas- como se viene constatando en los barrios el Arco y el Prado de Benavidez, y de las Tunas, Pacheco del Partido de Tigre  y en demasiados barrios del cono urbano bonaerense que colindan con los ríos la Matanza, el Reconquista y el Riachuelo. Es el olor y el color de la contaminación que a algunos le da dinero y a otros los mata. Así otros ríos, arroyos y el mismo aire contaminados por papeleras, curtiembres y frigoríficos entre otras industrias que usan millones de litros diarios.
Decía un señor del barrio Baires (Pdo. Tigre) “los días después de la lluvia no se puede respirar” cuando conversábamos sobre el color extraño del arroyo las Tunas, siendo que aprendimos que los días de lluvia se purifica el aire y las aguas se renuevan con la bendición torrencial. Resulta que en los días de lluvia algunas industrias pasteras y frigoríficos “mirando para otro lado” vuelcan a los arroyos y afluentes sus desechos sin el mínimo cuidado ecológico. Industrias que utilizan millones de litros de agua potable diariamente
El cáncer no es un hecho aislado, hoy constatamos una metástasis social que cobró muchas vidas. En otras zonas se suman más víctimas de la irracional injusticia y corrupción. Corruptos y corrompidos acechan la vida de miles de habitantes en los barios que padecen la contaminación del agua.
El problema más grave -estructural- actualmente es de avaricia ambicionando el poder.  Con el poder de dominación expansivo, destruimos el sentido de pertenencia como fuente de placer y de identidad, contaminamos alimentos y organismos vivos.
Para iniciar otro camino, necesitamos cultivar una abierta sensibilidad ética que se concrete en juicios públicos a los dominadores y reparaciones sociales desde el sentido del cuidado del nosotros comunitario sociocultural.

La reacción de las organizaciones sociales

Lo que hacemos y somos en el afuera es lo que somos y hacemos en nuestro adentro en cientos de influencias. Influir con respeto y reciprocidad. La cuestión es desde dónde y cómo y con qué orientación in-fluimos en el Mundo cuidando y no destruyendo.
Estamos destruyendo nuestra propia vida y sus significados más profundos, matando el seno de nuestra madre agua.
Esta verdad es experimentada por personas y grupos de vecinos autoconvocados, que se organizan para difundir en la sociedad un verdadero sentido de respeto y justicia para con todas las criaturas y la participación cuidosa de los bienes de la Tierra como el agua, la fauna, la minería y la flora.
Estamos ante el desafío ético actual y urgente para las empresas, municipios y entidades de protección ecológica, como también el Estado Nacional para entramar ideas y acciones cooperativas conjuntas, legislando por el cuidado y la potabilización del agua. Estas acciones las reconocemos como eco-justicia para la protección de los ecosistemas presentes y futuros.
Hace muchos años que Organizaciones sociales en el Partido de Tigre están investigando sobre las diversas situaciones de las aguas de los ríos y arroyos que nos recorren y sobre el esclarecimiento de lo que sucede cuando empresas descargan sus residuos tóxicos en ellos.
Así mismo sobre la situación de terrenos rellenados con elementos tóxicos como el plomo, arsénico, cromo y nitratos que son letales. En el aire se respira dioxina debido a la incineración de deshechos patógenos.
De esa agua no has de beber y ese aire no has de respirar porque están dañados y te dañarán. La injusticia recae sobre la naturaleza como víctima de la dominación.
Todas estas acciones -por las que se paga y se cobra- pretenden invisibilizar los desechos. Hechos de responsabilidad pública y ciudadana. Los deshechos tóxicos no son solamente industriales, son también nuestros. La negación de estos hechos, son de carácter irreparable. Existen hoy tecnologías que pueden paliar y hasta reducir la intoxicación del ambiente natural. La decisión es nuestra para concretar la restauración de la salud agredida.
Es impostergable superar el dualismo divisor entre naturaleza y cultura, fe y política, economía y ecología, y encontrar soluciones concretas de reparación y restitución a las comunidades afectadas. Es posible que en las comunidades afectadas, se encuentra la solución.
Son muchas -demasiadas- las veces que afectados directos y organizaciones iniciaron acciones en la justicia para concretar la defensa de la vida amenazada.
La palabra compartida será el pan de la salud en nuestros cuerpos y la bebida en nuestra mesa diaria, fruto de nuestro trabajo. El fruto del trabajo es disfrutar de la comensalidad al compartir nuestro tiempo y nuestra pausa extendida.
 La experiencia nos dice que compartiendo lo que tenemos alcanza para todos y esto es lo que satisface a la comunidad. La palabra crea la participación y cura del miedo que impuso la injusta dominación y la negación de la vida comunitaria.
La palabra que dice de los procesos de transformación en los que recuperaremos el agua clara, los alimentos saludables y la claridad de nuestras acciones y esperanza de vida.
La transparencia ética y la denuncia de la corrupción nos abrirán la senda de la libertad política para descubrir nuestro destino cultural en el Mundo. Esta ardua y compleja tarea se está llevando a cabo con la fuerza de la buena voluntad política y la inagotable pasión por la vida de personas que en organizaciones y movimientos interculturales, que proponen acciones que se imbrican en su medio.
Lo que debe ser tiene fuerza propia y de a poco se concreta en la vida cotidiana, en nuestros cuerpos y en las instituciones. Será necesario llegar a acuerdos básicos, a pactos de respeto ciudadano y a leyes y el Estado que garanticen el Buen vivir de todas las expresiones de la vida. Vecinos, organizaciones civiles, funcionarios, empresarios y profesionales al servicio del cuidado de la vida natural, social y política. Donde está el problema también puede estar la solución en pequeños y significativos cambios, como en acciones personales, en políticas viables y estructurales a escala planetaria.

El agua y la educación para la paz

Gran parte de la fuerza de transformación social se encuentra en la educación para aprender a convivir y comprender que el agua es un don que la naturaleza ofrece a la vida y a cada habitante del planeta. Educarnos significa saber estar en casa y escuchar atentamente la sabiduría de la Naturaleza abriéndonos a visiones espirituales y éticas profundas de convivencia y comunión. A relacionarnos cordialmente con la naturaleza como Cuerpo espiritual viviente que se expresa en incontables ecosistemas naturales multidimensionales y especies, la mayoría desconocida para nosotros.
Descubrir el Mundo liberando la mirada ego-céntrica, sabiendo de los límites que hacen al cuidado y acoger la sabiduría orgánica de la Naturaleza y aprehenderla en un vínculo de diálogo y aprendizaje.
Aprender a convivir desde la concepción de estar entre las cosas diarias sin imposiciones. Así como en su convivencia y costumbres los pueblos del Altiplano Andino, enseñan en sus hábitos y normas mediante los cuales crean un entramado de vínculos.
Educarnos para aprender a cuidar a nuestros ancianos y proteger a los más desvalidos. Educarnos para aprender a reconocer la historia de vida de quienes han sido negados en su identidad histórica, sometidos, esclavizado y diezmados como son los pueblos originarios y los afrodescendientes. Aprender de su resistencia, de su ingenio y creatividad identitaria.
Estamos en tiempos de una gran oportunidad y decisión de orientación histórica: aprender con los pueblos originarios del AbiaYala, de sus cosmovisiones nutridas de ancestrales tradiciones comunitarias. Un Mundo con muchos mundos y culturas, conviviendo todos en estima intercultural. Para esto es necesario que muchos aprendamos a des-ligarnos de visiones de poder y dominación que cautivan todo lo que ven y tocan mercantilizándolo. Esta con-versión personal se inscribirá en los cambios sociales y en nuevas relaciones interculturales de mutua escucha y aprendizaje.

Esta transformación profunda, radical y revolucionaria la reconocemos como el “Pachakuti educativo, el vuelco” de los pueblos Incas, Aimaras y Quechuas mediante la cual preservaron sus cosmovisiones, su sentido de vida familiar y organización comunitaria con su mundo natural, económico y espiritual como manifestaciones de la Energía vital.
En este aprendizaje se trata de hacer el camino histórico que hoy nos reclama y desafía en la restitución a los pueblos originarios de sus territorios. En ellos desde hace miles de años cultivan su sentido de vida cósmico, telúrico y sapiencial. Su camino les pertenece. A todos nos responsabiliza aprender en nuevas dimensiones de diálogo intercultural. 

El agua y la espiritualidad compasiva

El Universo es una Comunidad de Vida en continua e indeterminada evolución. Las ciencias, descubren constantemente nuevas dimensiones “erráticas” interrelacionadas. Decimos también que el Universo es maravilloso, bello e insondable en sus dinamismos creativos y direcciones insondables. En el silencio experimentamos su vibración, sonoridad y resonancia.
También decimos que es un misterio que nos atrae y percibimos que nos habita cuando lo habitamos y significamos. Lo sentimos en nuestros cuerpos y balbuceamos desde la espiritualidad que el Universo es el Cuerpo cósmico de Dios.
A esta experiencia la nombramos como unción y decimos que el Cristo cósmico es la unción de toda criatura que nace de las entrañas infinitas en el inconmensurable proceso de evolución, la cosmogénesis que vibra en memorias e inconmensurables direcciones con sentidos.
Todo nacimiento es terrenal y sagrado por la unción tangible de la Divina presencia con quien habitamos el universo que nos habita.
Cada criatura es impecable y revela la infinita transparencia del dinamismo y belleza del Espíritu Creador. Una ameba del mar, una flor silvestre, una semilla en el surco, un volcán en ebullición, un rodeo de cabras, una madre amamantando, las mariposas coloridas, como una gota de vapor son evocaciones de la misma fuente de vida y conciencia en constante evolución.
Experiencia que se refleja en los esteros del Agua Luminosa, el Y-verá, y en los causes de lo ríos del Urú-guá-y de los pájaros grandes y coloridos, de cantos inefables por los que el Espíritu nos habla. Percibir esta presencia y su acontecer como manifestación, es nuestra común vocación espiritual.
Toda sincera espiritualidad es verdaderamente cósmica, corporalmente generosa y también compasiva, una buena noticia para con todas las criaturas. El agua purifica la visión para contemplar las distintas tonalidades de la vida y trabajar cultivando, cuidando y produciendo con sentido comunitario y sabio mediante practicas éticas interculturales.
Para las espiritualidades el agua es más que agua, es un lugar de reparación y alivio ante el dolor y de acompañamiento  para superar el miedo y la soledad.

El agua, como el fuego, las rocas y el viento son símbolos de la fecundidad amorosa de Dios y es anuncio de la presencia vivificante el Espíritu Santo que todo lo recrea y lo eleva en sus alas de ave divina. Dios es el nombre del fondo infinito inagotable que todo lo penetra, lo plenifica y abarca con inconmensurable amor. Espiritualidad es entonces, experimentar con mística delicadeza y con desnudez ancestral todo lo que perceptiblemente está a nuestro alcance y lo que no, también.

La espiritualidad se sustenta en una alianza con el Misterio de la Vida y en encuentros comunitarios de encendida pasión por la vida. La pasión es un camino corporal de unión espiritual amorosa que nos une al deseo más profundo de la humanidad: la vida como Don compartido.
Estas experiencias corporales de pertenencia y profundos sentimientos espirituales, los pueblos, los ritualizaron celebrando sus fiestas de alianzas, memorias y uniones de parejas a las orillas de los arroyos, los ríos, los pozos de agua, las lagunas o del mismo mar. Los rituales como símbolos comunitarios de sensible pertenencia al mundo como totalidad y de un futuro esperanzado para la comunidad son ámbitos propicios para afianzar el sentido de la vida humana en el Mundo como la Comunidad del Nosotros en alianza universal.
En diversas regiones de nuestra Abia Yala se están suscitando experiencias de resurrección de los cuerpos históricos y de las identidades culturales como aprendizajes que nacen después del dolor y la muerte. ¡Nunca más, basta ya!!! Son algunas de las expresiones que se elevan como clamor de los pueblos indígenas, las cooperativas de campesinos, operarios, de organizaciones de mujeres, redes de movimientos sociopolíticos y pequeños grupos que emergen en la historia hasta ahora ahogada. Estos mismos emblemas se están consustanciando con las ecologías regionales configurando un entramado político de legitimación de los derechos humanos. La experiencia que se está concretando históricamente, es de cosmovisiones que se articulan en defensa de la vida y en diálogos de intercambios “desde el pan hasta los dioses”.
La memoria del agua nos acompaña en la recuperación de nuestra memoria histórica política, colectiva y comunitaria. En la memoria reconstruimos nuestra identidad y reparamos lo que hemos destruido.

En algunas tradiciones el pez es símbolo del gesto de compartir “la pesca” como tarea de sustento, y alimentarse en comunidad mediante el fruto del trabajo y sustentarse mutuamente con los vínculos afectivos. Esta mutualidad se fortalece y se significa al compartir entramando la alianza comunitaria. Los peces viven en el agua, se procrean, se alimentan y migran lejos andando libre y delicadamente.
El cuidado del agua, alimenta nuestro futuro como  vocación de cuidado de la vida en el Mundo. El sentido de la gratitud por lo que recibimos, disponemos, trabajamos y podemos compartir con generosidad.

El agua y la esperanza que no muere

Volver a las fuentes y beber en el pozo de la ética y el amor nos puede autorizar a los adultos unas palabras de esperanza para nuestros hijos y las futuras generaciones. Beber ritualmente el agua cristalina para volvernos sensibles y acogedores, es decir, seres comunitarios abiertos a los demás. Nuestra esperanza reside en sumergirnos ritualmente en las aguas primigenias que son curativas de todo mal estar, que nos des-vincula. La experiencia en el agua nos recuerda nuestro origen en la placenta de nuestra madre. Sumergidos para resurgir y emerger a un nuevo estado de vida: la transparencia y la sacramentalidad que revelan al pueblo y el Mundo como sagrados.
Hacernos transparentes y hallar la infinita interioridad de todas las cosas, experiencia que reconocemos como misterio insondable y epifánico. Entonces purificados de toda enajenación podremos volver por la senda de la humildad a nuestra Casa Madre Gaia y leer el Libro de la Vida para hermanarnos y naturalizarnos con todas las otras criaturas. Regresar del exilio de la superioridad jerárquica patriarcal elitista y la desmedida competencia, emancipándonos hacia la convivencia dinámica. Abrirnos como humanidad al descanso placentero y la recreación de la producción respetuosa de la sostenibilidad, y al compartir como comunidad de vida bajo el arco iris que nos cobija.
Para esto son urgentes profundas conversiones personales y colectivas para concretar nuevas representaciones de comportamientos, cosmovisiones de comunión entre hombres y mujeres, de pequeñas asambleas de consulta y el intercambio entre las diversas expresiones culturales, pueblos y regiones afianzadas en las organizaciones sociales, políticas y Estados. En la reparación de nuestras representaciones simbólicas genuinas, encontraremos el lugar de todos “nosotros” como domicilio y sentido de vivir.
También son impostergables las leyes del Estado participando en las políticas  y las instituciones que protejan las cuencas de los ríos, los bosques, las aguas marítimas y las comunidades humanas que habitan estas zonas. Leyes inscriptas en nuestras conciencias, culturas, hábitos y en nuestras políticas ambientales, que personalmente y socialmente nos responsabilizan para garantizar la sosteniblidad y reproducción de la vida para esta y las futuras generaciones.
Para que la esperanza no muera es necesario renacer a una vida nueva, al paradigma del cuidado, de la admiración, la veneración y el cultivo de la paz de todos con todo. Renacer significa dejar una vida anterior destructiva y de dominación injusta para iniciar una senda de aprendizajes tan profundamente humanos como naturales y divinos. Es el nacimiento en el corazón de una vida espiritual propiamente humana fecundada de amor comunitario.
La esperanza anida en la transparencia de la mirada que percibe la belleza que trasluce la interioridad de todos los seres y la escucha estimando todas sus distintas expresiones.
“Tú eres todo eso” tat tvan asi dice una antigua enseñanza del sánscrito que nos une a todas las cosas en recíproca solidaridad. Lo que haces por otro, lo haces también por ti, el lugar que haces para otros será tu lugar de pertenencia y el ámbito de un futuro más humanizado nutrido de vida y cuidado sororidad, por todas las criaturas.
Obedecer significa en primer término, desconectarse de toda pretensión dominante y seguir desde nuestra interioridad las señales orientadoras de sentido de vivir y des-cubrir en ellas la sacramentalidad del Mundo y de cada una de sus cosas en el seno del Universo.
Desde el Dios Viracocha que nace en el agua del lago Titicaca y sale a recorrer la tierra, a los rituales de ablución y lavatorios de los pueblos orientales y de los indígenas amazónicos, andinos y patagónicos, como los baños en el Ganges de la India milenaria; la valoración espiritual que le confiere el taoísmo, la religión Hinduista o del Sintoismo japonés, el Taoísmo chino y el mismo Islam dan cuenta del aura mítica del agua en todas   estas profundas espiritualidades, junto a las cuales se conformaron grandes culturas y las tradiciones populares de convivencialidad.
El pueblo de Botswana que tiene muy poca agua, en sus saludos, para desear bienestar pronuncian la palabra agua: pula
Así mismo algunos rituales de iniciación en las distintas culturas, como del bautismo cristiano, que representan la entrega al Dios de la vida en una vida nueva como nueva criatura: pertenecer y compartir el mundo como la Casa de todos.
Esto implica una conversión de nuestro espíritu de dominio, de la tecnología mercantilista agresiva que nos enemista culturalmente con la naturaleza y del modo de hacer política y economía que expulsa a la marginalidad absoluta empobreciendo a seres humanos y la devastación de la naturaleza. Para este cuidado podemos aprender de su inteligencia natural y disponer para su continuidad sustentable, de todos los medios inteligentes con los que proveernos y contamos para socializar.
Esta conducta nacida del cambio de mentalidad desde el corazón, es la ética del cuidado de la vida en comunidad con todos los seres vivientes y de compasión con quienes sufren injusticias. El curso de la naturaleza y de la humanidad, están profundamente imbricados en su origen como en su destino. Así como el agua desde las vertientes que se derraman hasta el océano. Comprender este sentido es fundamental.

El agua en su curso dinámico, se purifica interactuando con sus entornos naturales, como los meandros y los esteros. Cultivar esta memoria en el corazón de los pueblos es fundamental, descubrirnos pertenecientes al flujo de la Vida, para concebirnos como humanos afectuosos y dar significados al mundo percibiendo la inefable manifestación del misterio Profundo. Es así que podemos cantar que “el Cielo es el Mar de arriba” reflejo de la eternidad infinita vivida en el amor mutuo.
En nuestra América profunda intercultural, la espiritualidad andina celebra challando toda bendición agradeciendo, invitando, bailando y venerando los dones de la vida que nos son dados de las entrañas de la Pacha Mama. La ch´alla pide permiso para “adentrarse nomás” en el seno de la vida y como otras vibraciones de nuestra AbiaYala, confirman musicalmente el sentido artesanal y ritual de la comunidad en su memoria ancestral y reciprocidad con la vida recibida y entregada a la divinidad que habita en la tierra en armonía.
En las tradiciones abiayalenses de nuestra América profunda, se cultiva el sentido comunitario del buen vivir. La hospitalidad de los pueblos araucanos del Caribe, la funcionalidad del “nosotros” fundante de vida comunitaria del pueblo tojolabal, el sumak kawsay quechua, el suma kaña quechua, ñanderecó de los guaraníes en comunión con la vida que nace y provee la Madre para vivir con sentido y confianza.

Según antiguas tradiciones en el agua se muere al “hombre viejo” patriarcal jerárquico, dominante, elitista, insolente y destructor, para renacer de las fuentes de vida como “nueva criatura” con los ojos y los oídos limpios, con las manos generosas y el corazón libre para acoger, significar, brindarse, danzar y celebrar.
Este nuevo lugar histórico de humanismo acogedor y de comunión, son las entrañas de quienes trabajan con sentido de esperanza por la justicia ecobiosocial con gestos de amor político y comportamientos éticos de reciprocidad y gratuidad,  proveyendo el bien vivir a la comunidad.

La mitología nos enseña que para que nazca la inocencia en el Mundo, esta nacerá, con la vida tierna de la niña y del niño y deberá morir el dragón acorazado, que es el poder dominador que arrastra a la destrucción del sentido doméstico de la vida y desvertebra la intersubjetividad y la organización comunitaria para la comprensión.
Estamos ante el desafío histórico de romper la coraza y de re-in-corporarnos a la inocencia primaria con la que nacemos y construir en el mundo de nuestra vida cotidiana, relaciones de confianza mutua y de encantamiento con el Mundo que habitamos.

Este proceso purificador histórico, es la actitud para des-ligarse de la dominación y andar el camino de la reconciliación que da lugar al significado de la vida en la cual todas las cosas son percibidas en sus armonías, sincronías y tonalidades, bien venidas y acogidas con afecto y cordialidad entrañables en el Nosotros cósmico e histórico.

Del agua se puede nacer de nuevo y aún el adulto desde su corazón se torna como un niño diáfano en su responsable proceder diario, y mientras nazcan los niños y las niñas la esperanza de la transparencia sigue viva como senda cultural a transitar hacia la Tierra sin males, donde habita la comunidad que comparte y celebra, sostiene la confianza y la reciprocidad, disfruta de la convivencia, juega al futuro con responsabilidad y le importa el cuidado de la vida.        

    Emilio Rojo emilioestudio@hotmail.com
Pacheco, 22 de Marzo 2005








No hay comentarios:

Publicar un comentario