lunes, 14 de abril de 2014

Carta a Obispos Argentinos Responsabilidad ante la comunidad homosexual Nicolás Alessio, Andrés Gioeni



Argentina, lunes 7 de abril de 2014.
Secretaría
Conferencia Episcopal Argentina
Suipacha 1034. Ciudad de Buenos Aires
CP (1008). Argentina

Estimados Obispos:
¡Paz y bien! En vísperas de la semana mayor de la fe cristiana, en la memoria de aquel gesto que inspira la misericordia y el servicio de la Iglesia a los pequeños de la historia, el "lavatorio de los pies", queremos ofrecer esta carta a la CEA, convencidos que uno de los sectores de las periferias humanas a los que les debemos un gesto de profundo arrepentimiento y reivindicación, es a nuestros hermanos y hermanas de diversidad sexual.
Ya han pasado casi cuatro años desde que en la Argentina se aprobó la Ley de Matrimonio Igualitario (Ley n° 26.618 sancionada el 15 de julio del 2010). La sociedad argentina en general ha recibido con agrado y valentía esta decisión, y la ha asumido como propia sin resquebrajamiento alguno de sus valores e ideales. La implementación de la misma ha dado hermosísimos resultados en el avance contra la discriminación, el bullying y la violencia hacia personas con una identidad sexual diversa, como lesbianas, gays, bisexuales y trans.
Cuatro años atrás, cuando la ley estaba por ser sancionada se escucharon muchas voces. Algunas más moderadas, otras más enfrentadas. Algunas con “rasgos de fanatismo, expresiones de intolerancia y tintes conspirativos” (Manifiesto de laicos y laicas de la Iglesia Diocesana de Quilmes. Domingo 11 de julio 2010). Otras que aportaban elementos de madurez para una discusión productiva y democrática. Ese debate fue muy fructífero y positivo para toda la sociedad argentina en diversos campos. Destacamos la labor de la FALGBT (Federación Argentina de lesbianas, gays, bisexuales y trans) representada en todas sus organizaciones, de los medios de comunicación, del periodismo en particular y de muchos legisladores de diversos partidos que supieron llevar adelante un diálogo cortés.
Tuvo una discusión particularmente acalorada en el plano religioso, que fue un ámbito donde la división de opiniones era más distante. El dictamen oficial de la Iglesia Institución fue moderado y objetado desde diversas organizaciones eclesiales.
Comunidades cristianas de distintas parroquias y diócesis manifestaron sus posiciones desde un espíritu evangélico y conciliador, demostrando reconocer y aceptar la diversidad humana, rasgo de la voluntad creadora de Dios. Merece ser mencionada entre otras, la carta “CON LOS QUE SUFREN. Posición de algunos cristianos respecto al matrimonio entre personas del mismo sexo.” donde un grupo de profesionales y fieles católicos manifestaban una postura positiva, abierta, comprensible y tolerante.
Varios Sacerdotes y Pastores levantaron sus voces a favor de los más desprotegidos. Sólo para mencionar algunos nombres, recordamos las voces de los sacerdotes de Quilmes, entre ellos Ignacio Blanco, Marcelo Ciaramella, Eduardo de la Serna; en Mendoza el Padre Vicente Reale, en Córdoba el Grupo Sacerdotal Enrique Angelelli, con Nicolás Alessio a la cabeza de este debate, a quien le valió una injusta expulsión del ministerio (que debería ser puesta a consideración nuevamente).
Fueron prudentes y responsables las alocuciones de otras Iglesias y comunidades hermanas que se manifestaron en ese contexto. Cabe mencionar como ejemplos la carta firmada por el Obispo Frank de Nully Brown de la Iglesia Metodista Argentina del 16 de mayo de 2010; o la carta firmada conjuntamente entre el Pastor Federico Schäfer de la IERP (Iglesia Evangélica del Río de la Plata) y el Pastor Alan Eldrid de la IELU (Iglesia Evangélica Luterana Unida) del 31 de mayo de 2010.
Muchas comunidades de oración recibieron el mandato de rezar expresamente por este debate para que ganara Dios en medio de la pluralidad de voces. Y creemos que el triunfo fue divino. Dios sabe decodificar y recibir cada oración y buena energía en función de la felicidad y bienestar de sus hijos.
Es por eso que, luego de este periodo de convivencia pacífica y respetuosa con la nueva ley, consideramos prudente y responsable elevar un informe a las demás conferencias episcopales del mundo reconociendo y aceptando que en esta pluralidad no ha salido perdiendo ni el concepto de familia ni el de ser humano ni el de sexualidad, sino que ha sido un tiempo donde se han podido iluminar esos conceptos desde nuevas experiencias, con testimonios de entrega, renuncia, compromiso, dedicación, y tantos otros valores que siempre han sido ensalzados por el cristianismo.
Este INFORME necesariamente debe acompañar la encuesta de 39 preguntas que el mismo Papa Francisco enviara a las diócesis de todo el mundo para recabar información acerca de la vivencia de cada Iglesia particular en diversos aspectos de la familia, la natalidad y las uniones esponsales. Es muy importante que los Cardenales reunidos en el Sínodo de la Familia previsto para octubre de este año cuenten con ese INFORME. De su silencio o su compromiso sincero en la lectura de los signos de los tiempos en la comunidad argentina, dependerá que el verdadero diálogo con la realidad actual encuentre un valioso aporte para iluminar la vida con el Evangelio.
Creemos que este Informe puede tener repercusiones a nivel mundial, parafraseando el proverbio chino del “efecto mariposa” ("el aleteo de las alas de una mariposa se puede sentir al otro lado del mundo"o"el aleteo de las alas de una mariposa puede provocar un Tsunami al otro lado del mundo"). Puede revertir la oleada de legislaciones que están atentando contra la libertad y la vida de muchas personas en diversos países (Uganda, Nigeria, Egipto por nombrar sólo algunos). Y denunciar la injusticia de semejantes leyes que impiden la expresión del ser humano. “El fuerte disciplinamiento, el secreto, la hipocresía, las complicidades: Estos signos de regresión en el seno de la Iglesia Católica en todo el mundo, nos deben invitar a romper los cercos de silencio y levantar nuestra voz, allí donde sea necesario, para estar a la altura de la invitación de paz, justicia y libertad que el Evangelio propone.”(“Cristianismo sí, homofobia no” del Centro Nueva Tierra. Ciudad de Buenos Aires, 26 de abril de 2010).
Estamos convencidos en conciencia y así lo van confirmando y corroborando los recientes y renovadores estudios bíblicos, morales y de otros campos de la Teología. Donde hay Amor está Dios. Y donde está Dios hay Amor. No hay textos bíblicos objetivamente hablando que condenen las relaciones entre personas del mismo sexo que sean consentidas mutuamente y que sean responsables, respetuosas, abiertas al amor, a la vida y a proyectos en común. Por lo que tarde o temprano, el Catecismo de la Iglesia deberá revisar y renovar sus conceptos al respecto de las consideraciones de las personas homosexuales, para que muchos puedan creer sin necesidad de elegir entre ser fieles a un Magisterio desalmado y su voluntad de vivenciar y practicar su sexualidad sin culpas infundadas.
Por último, a través de testimonio de muchos jóvenes, no deja de preocuparnos también este nuevo dilema que se genera en la pugna de derechos conseguidos. Muchos chicos y chicas recurren al confesionario y en su interior se encuentran con opiniones muy diversas y divergentes al respecto de su identidad sexual, e incluso con la posibilidad de negación de la absolución por parte de muchos pastores. Acá se enfrentan dos derechos: el de la Iglesia a fijar sus propias normas (que deberían surgir de una lectura despojada de fanatismos), y el del ciudadano argentino a no ser discriminado por su orientación sexual. Este acto religioso (no absolución por cuestiones morales y religiosas), tiene no sólo efectos civiles (discriminación por razones de sexo), sino que también genera en muchos jóvenes un daño moral y psicológico muchas veces irreversible. La garantía del Concordato con la Santa Sede respecto a la autonomía de las comunidades religiosas, no debería ser fundamento para dejar de revisar esta práctica que pone en riesgo la libertad de conciencia de muchas personas.
Con espíritu fraterno y evangélico, les proponemos ayudar a elaborar este informe en lo que consideren oportuno.
Saludos en Cristo.


José Nicolás Alessio
DNI: 13.373.129
Almirante Brown 1510.
B° San Rafael (CP 5000)
Córdoba
Andrés Gioeni
DNI: 22.423.541
Entre Ríos 2419.
Martínez (CP 1640)
Buenos Aires

miércoles, 9 de abril de 2014

Jesús asesinado Un linchamiento desde el poder

Jesús asesinado
Un linchamiento desde el poder

"Hay que matarlos a todos", gritaban exaltados algunos judíos. Son " galileos de mierda" se escuchaba por todos lados. 

La sangre corría por el cuerpo de ese nazareno pero no calmaba los instintos asesinos. La corona de espinas punzantes se hundía más y más en la piel.

"Que muera, que muera, él y sus seguidores! Que no quede ninguno vivo”.
“Son delincuentes, ladrones, ratas, peligrosos para nuestra seguridad”. Eran los argumentos escuchados. 

Cuando dando un fuerte grito, exhaló su espíritu, uno de los presentes dijo "este no jode más".

La muerte de Jesús se pareció mucho a un linchamiento popular. Sin embargo había una gran diferencia. Se la cubrió de legalidad. Tanto los Jefes de Israel como las Autoridades Imperiales quisieron hacer las cosas con prolijidad. Fue un linchamiento prolijo, meticuloso, cuidando los detalles.

Un hombre apasionado y convencido de sus pasiones,  siempre es molesto. La libertad de los que aman con pasión asusta a los mediocres.

El nazareno, despojado de sueños de gloria, con solo un par de sandalias gastadas, partiendo el pan para mendicantes enfermos, pidiendo agua en el pozo de Jacob a la mujer de mala fama, por sus muchos maridos y encima samaritana,  no era un buen ejemplo para los moralistas. Era un turbulento.

Recibiendo caricias en su piel de la prostituta de Magdala, comparándose con una gallina que quiere reunir sus polluelos, sentado en la mesa de los despreciados, liberando a ciegos y sordos, castigados por algún pecado de sus antepasados, dejando ir a la mujer adúltera que querían apedrear, no era un buen ejemplo para las buenas costumbres de los puros. Era un transgresor

Rompiendo protocolos sagrados y legalidades intocables no tuvo problemas en curar durante el Sábado en el Templo o castigar a látigo limpio a cuantos profanaban la “casa de su Padre” y peor aún, gritó a los cuatro vientos que desde el Rey hasta el último esclavo leproso o maldito es “hijo de Dios” y tienen los mismos derechos. Era un sedicioso.

Pero lo que realmente molestaba del profeta era su palabra filosa. La que corta como espada de doble filo. Porque su palabra abría los ojos, ayudaba a pensar, proponía otras verdades, cuestionaba tradiciones incuestionables, desnudaba hipocresías, desenmascaraba mecanismos del poder, rompía pactos de silencio, convocaba a reaccionar, organizaba a los pobres, devolvía las esperanzas, levantaba a los caídos. “Habla como quien tiene autoridad” decían sus oyentes.

Autoridad fuertemente cuestionada.  "Jesús entró en el templo, y mientras enseñaba se le acercaron los jefes de los sacerdotes y los ancianos del pueblo y le dijeron: “¿Con qué autoridad haces estas cosas, quién te ha dado esta autoridad?"

Obvio, qué autoridad podía tener alguien de un linaje vulgar, un obrero constructor, que no tenía ningún título honorífico, ni dinero, ni prestigio social, ni influencias  políticas, que por lo tanto no pertenecía a la élite judía ni a ninguna familia acomodada. No fue sacerdote, no fue levita, no fue escriba, no fue maestro de la ley, no fue fariseo, no perteneció al Sanedrín ni a  los Ancianos del pueblo. Por eso no sorprende aquella pregunta de Natanael: “De Nazaret puede salir algo bueno?”

Los excluidos, los maltratados sociales,  vieron en Jesús persuasión,  coherencia, sabiduría, originalidad, creatividad, fortaleza en sus dichos y en sus gestos. Empatía con sus vidas.

La "autoridad" de Jesús reside en su capacidad de rescatar, de acompañar, de convencer, de conducir, de integrar, de armonizar, de incluir. El es el que promueve, el que ayuda a avanzar, a crecer, a germinar, a desplegarse.

Nada que ver con la autoridad del que grita órdenes o sanciona leyes para castigar. Mucho menos la autoridad que se cree vocera de Dios o pretende hablar “en nombre” de Dios, como la de sus verdugos. Jesús hablaba “de” Dios, de su cercanía, ternura, compasión, misericordia. De su Reino.

Había que silenciarlo. Jesús los incomodaba, los cuestionaba. Había que ponerle un límite definitivo. Pero no había que hacerlo con cuidado. Sectores populares  podrían reaccionar. La pena romana para los sublevados y facinerosos era lo oportuno.

Idearon la maquinaria legal. Fue un crimen premeditado. Fue un linchamiento desde el poder.

Nicolás Alessio, teólogo

Semana Santa 2014