jueves, 24 de diciembre de 2020

Navidad Nacido de la carne

 

Navidad

Nacido de la carne




Todos los dioses merecen un nacimiento carnal.

Sentir el olor y la textura de la sangre, los pechos, la leche, la piel de una mujer que los cobije.

Somos paridos para desestabilizar, para quebrar, es el destino universal impreso en todos nuestros genes.  Solo algunos pueden cumplirlo.

Todo, en aquella penumbra, era pesadamente igual.

Nada presagiaba nada.

Solo algunos rumores populares sostenidos en los murmullos de las cuevas.

Relatos y canciones en voz baja para no inquietar al poder.

Los proscriptos decían recitar enmohecidos papiros que podían leer algunos privilegiados, como susurros del viento del norte.

Algunos leprosos en las noches de dolor declamaban a Isaías.

El eco de sus relatos se multiplicaba en los paralíticos, en los ciegos, en los mudos, en los sedientos… no eran muchos los que se aferraban a esas promesas.

Pero eran muy insistentes “como el suelo echa sus brotes, como un jardín hace brotar sus semillas, así el Señor hará brotar la justicia”.

Otros preferían a Jeremías “Diles a esos huesos secos…yo hago entrar espíritu en ustedes y vivirán, pondré tendones sobre ustedes y hare subir sobre ustedes carne, y los cubriré de piel, y pondré en ustedes el espíritu, y vivirán; y hubo un ruido mientras yo profetizaba, y he aquí un temblor, y los huesos se juntaron cada hueso con su hueso.”

Y sangraban lágrimas de emoción y sufrimiento. Ellos si juntaban sus huesos quebrados.

Rupturas cósmicas anti sistémicas, desequilibrantes.

Los sumergidos y desterrados, andrajosos en sus cuerpos… ¿acaso podían esperar en aquellos delirios proféticos?

Una curiosa alegría empapaba a esos míseros que secaban sus lágrimas en todo momento.

Rumores de guerra, de rebelión, de insurrección, de revolución.

Anhelaban ese Gran Espíritu, de espada incisiva, ardiente, que no dejaría piedra sobre piedra, en el territorio enemigo.

Que estrellas y señales, que hechiceros y malditos, que demonios y asesinos rugiendo en los infiernos.

Reyes con pavor y Tronos amenazados.

Pero todo seguía monótono.

 

José y María se besaron profundamente. La hora ha llegado.

Se tocaron, se acariciaron, se sintieron, fundieron sus cuerpos.

Como aquella tarde en Nazareth, cuando, sintiendo la brisa fría, se desnudaron sin pudores y plenos de sexo, de ternura…engendraron a Jesús.

Miedos e incertidumbres.

Se quiebra la quietud y avanzan los cánticos.

¿Cuándo fue que nos secuestraron este pesebre?

¿Cuándo fue que licuamos la navidad?

¿Cuándo fue que este nacimiento perdió su garra redentora?

¿Cuándo fue que dejamos de recitar las profecías?

 

José y María se besaron profundamente.

La hora ha llegado.

viernes, 14 de agosto de 2020

En el camino correcto. A un año del triunfo del Frente de Todos

 



A un año del triunfo del Frente de Todos

En el camino correcto

Grupo Sacerdotal Enrique Angelelli

 Agosto 2020

Hace un año, el 8 de Agosto del 2019, sectores populares pudieron decir basta a la más nefasta de las experiencias democráticas argentinas: el gobierno de Cambiemos. Una “pandemia” que nos arrasó en lo social, lo económico, lo cultural, lo emocional. Sin trabajo, sin industrias, sin reservas, escandalosos índices de pobreza y un lastre odioso, la fuga de millones de dólares.

Al poco de andar, la Pandemia del Covid, nos puso ante un desafío inconmensurable, desconocido y mortal. Como no podía ser de otro modo, la prioridad fue salvar vidas y preparar el sistema de salud para que no colapse.

Los indicadores y el reconocimiento oficial de la OMS, señalan que elegimos el camino correcto, la tasa de mortalidad es una de las más bajas en el Continente, se han salvado miles y miles de ciudadanos. Estamos respondiendo correctamente. Y no se descuidó el aspecto económico: millones ayudados por el IFE, miles de Empresas ayudadas con los ATP, millones ayudados con políticas sociales puntuales. Logramos un acuerdo favorable con fondos buitres que nos permita un camino de crecimiento. Se propone una reforma judicial de envergadura, necesaria y urgente. Y un acuerdo de colaboración internacional, gracias a nuestra capacidad técnica y científica, donde ofreceremos la tan ansiada vacuna para el Covid a toda Latinoamérica.

Pero “la oposición”, un conglomerado de sectores que no se resignaron a perder el poder político en las elecciones, pone todas sus fuerzas, para desgastar, horadar, lastimar al Gobierno Popular. Están pensando en las elecciones legislativas del 2021. No están pensando en la ciudadanía.

No ahorran adjetivos para calificar a Alberto: hipócrita, falaz, títere, cínico, maquiavélico. Alimentan impunemente un odio sin medir en las consecuencias. Y lo hacen desde el micrófono de manera constante, son periodistas bufones arrodillados ante el poder económico concentrado. Predicadores del odio, con una extraña obsesión con la vice presidenta, la desprecian, pero no pueden dejar de mencionarla en todo momento.

Un 4 de Agosto del 1976, en otro contexto, el mismo poder asesinaba a Enrique Angelelli, profeta de la justicia y la esperanza. Y hace pocos días, otro profeta de la justicia y la esperanza, daba un paso definitivo a la eternidad, Don Pedro Casaldáliga.

Sus nombres, sus historias, sus palabras son, en estos tiempos aciagos un faro indispensable. Los méritos del mártir no están en su sangre derramada, en su dolor, en sus sufrimientos. Están en su amor llevado a los extremos. Un amor sin fisuras por los sin-justica de ayer, hoy y mañana. Un amor indómito por la liberación de los oprimidos. No claudicar, no rendirse, no escapar, no negociar, y seguir amando, cuando te amenazan de muerte, es una victoria.

No negamos el desgaste emocional de esta larga cuarentena, ni negamos las dificultades económicas que esto ha generado. Vivimos en la cercanía del que sufre, junto al dolor de los excluidos.

No obstante, convocamos a sumarnos al ímpetu liberador de los Profetas, acompañando y cuidando a este Gobierno, que sin dudas cometerá muchos errores, o no siempre hará lo que nos parezca mejor, pero que claramente ha hecho una opción: por la vida, por la justicia, por los pobres.

Grupo Sacerdotal Enrique Angelelli

Quito Mariani

Victor Acha

Tata Ortiz

Gustavo Gleria

Beto Garione

Nicolás Alessio

José Alessio

Antonio Farfán

Juanjo Romero

Mario Juárez

Néstor Moya

 

domingo, 12 de abril de 2020


PASCUA





SUPERAR EL DESIERTO
¿DONDE QUEDARÁ LA VIDA?

Pascua, paso ineludible por el mar de los tormentos, el mar de las sangres, superación definitiva del desierto y los abismos. ¿Serán nuestros pasos audaces o nuestros miedos reiterados los que marquen el camino? ¿Como personas, comunidad, sociedad....hacia donde dirigimos nuestros pasos, nuestra “pascua”?

Fiesta de vida abundante, en la tierra de mieles y aceites. Pero la realidad se empeña en devolvernos al desierto estéril. ¿Cómo dar los pasos necesarios, ineludibles, para hacer posible la vida? ¿Qué pasos tenemos que dar para evitar convertirnos en un campo sin sembrados? Se nos dio la tierra para ser cuidada, cultivada, embellecida, un “jardín” bajo nuestra responsabilidad. Ahora lo tenemos que proteger. Ya casi no quedan ni flores ni frutos. ¿Qué sentido tiene celebrar la pascua en un mundo amenazado de muerte, donde no quedará ni tierra fértil, ni agua potable, ni semillas sanas? Acaso creemos que basta decir “Dios proveerá”. Y no nos damos cuenta que sequías, inundaciones, huracanes, tornados, granizadas, heladas fuera de época, olas de calor, deshielo de glaciares…todos efectos del “cambio climático” producido por la emanación de gases contaminantes, están dejando tan muerto a nuestro plantea como al planeta Marte.  Entre otros factores de destrucción, obvio.

Y no nos interesa. O no sabemos. O no queremos saber. O sentimos que el problema es de los otros. ¿Cómo se prepararán los banquetes pascuales si solo quedan tierras estériles, desechos tóxicos, agua podrida y semillas envenenadas? 

Algunos datos para pensar¿Sabía usted que Córdoba deforesta más rápido que el Chaco y que solo entre 1998 y el 2002 se perdieron más de 122 mil hectáreas? (Cfr. LVI 7/3/05) ¿ Sabía usted que más de cuatro mil niños y niñas mueren cada día en el mundo porque no tienen acceso al agua potable? (cfr. UNICEF Informe Día Mundial del Agua 22/3/05) ¿Sabía usted que mil millones de personas en el mundo no tienen más remedio que utilizar fuentes de aguas contaminadas? (Cfr. Informe OMS, 22/3/05) Y estos datos se hace varios años todos se han agravado. Sin contar los efectos de la Pandemia.

Preparar la fiesta pascual es intentar "poder comer". Y que coman todos. En especial los que comen poco y mal. Y ese “poder comer” es anuncio y promesa, desafío y utopía. Es camino y llegada. Para nosotros es la fiesta prometida. Para nosotros será el convite.

Sin embargo,  no es tan sencillo "poder comer" en el Reino de Dios. Hay que desearlo y convidar a otros. Porque esa felicidad no la tienen todos. Hay que "poder" comer. Y son muchos lo que "no pueden". Por eso, hay que brindar la posibilidad. Hay que ofrecerla. A los postergados, los últimos, los descartables. Si no se puede comer se muere. Eso es el pecado mortal. Matar con el hambre. Matar lentamente. Hay que abrir las puertas del banquete pascual para todos. Hay que recuperar las fuentes y las vertientes. Hay que tender los puentes y derribar los muros. Hay que cuidar el terreno fértil y cuidar las semillas. No hay pan sin sembradíos. No hay vino sin viñedos. No hay bautismos sin agua pura. No hay eucaristías sin harinas. Estamos andando la Pascua. Y no dejaremos de hacerlo.


domingo, 5 de abril de 2020

El “espíritu” de la Cuaresma en tiempos de Pandemia.


El “espíritu” de la Cuaresma

en tiempos de Pandemia.






Que pescado sí, que pescado no. Que comer carne o no. Que el ayuno de los viernes. Los ritos cada vez más significaron menos. La pos modernidad todo lo licúa. El gran tema de la Semana Santa, pasó a ser el turismo “religioso” y los Huevos de Pascua. Y el paso del tiempo fue comiendo el sentido profundo de la Semana Santa, y mucho más de su tiempo previo, la Cuaresma.

Según la tradición católica cristiana la Cuaresma es el tiempo de preparación para sintonizar y celebrar la Pascua: muerte y resurrección del asesinado Jesús.  Se nos propone como ejercicios el ayuno, la oración y gestos especiales de solidaridad.
Muchos lo entendieron como el sacrificio (sufrimiento) que debíamos sumar al gran sacrificio de la Cruz. Pero los profetas nos advirtieron “Dios no quiere sacrificios, quiere misericordia”.

Es erróneo pensar que se busca el “dolor-padecimiento” de esos gestos como si Dios nos exigiera sufrir para luego recompensarnos.

En realidad, debiera ser un tiempo de entrenamiento para enfrentar, asumir, las dificultades. Las tragedias, los riesgos, las crisis, los crímenes, las pandemias... existen. Durante la Cuaresma nos ejercitamos para no claudicar, no rendirnos, no negociar, no ser cómplices de toda esa “maldad” en nuestra historia.

El espíritu de la Cuaresma es austeridad y misericordia.

Un gesto distintivo en este sentido es el “ayuno”. Un esfuerzo que fortalece la voluntad, la responsabilidad, un verdadero ejercicio interior capaz de enriquecernos. Es sentir un dominio particular sobre el deseo tan profundo como el de comer. Una pulsion inmensa.

¿Y si el “ayuno” fuese necesario no solo como un entrenamiento personal si no también social?

La Cuaresma y la Cuarentena se parecen mucho. No solo por una coincidencia lingüística. La Cuarentena nos empujó a una Cuaresma forzada.

Vivimos un modelo de “desarrollo” (¿) que nos impone el sistema financiero global de una profunda desmesura, ostentación, superficialidad, suntuosidad, consumismo inútil y una obscena injusticia. Son pocos los que disfrutan, son muchos los que padecen.

Los especialistas advierten que este “modelo” nos lleva a una catástrofe mundial: el plantea se derrite y nosotros con él. Es el fin.

La avaricia y codicia de unos pocos lleva a la muerte a unos muchos. En este contexto la austeridad del ayuno es revolucionario. Contra cultural. Es anti sistema.

Y deja una pregunta lacerante. ¿De qué Cuaresma le podemos hablar a los millones de refugiados, hambreados, heridos, angustiados que no pueden elegir otro destino que morir lenta y de manera inexorable?  

Sus vidas son un ayuno agónico. Son gritos que claman al cielo.  Reclaman justicia y solidaridad. Sus historias son una Cuaresma impuesta y trágica. No la eligen. La sufren.

La crisis plantearía de la pandemia nos empujó a una Cuarentena obligatoria. El planeta parece “ayunar”: se produce menos, se consume menos.

¿Será la Pandemia la oportunidad para que descubrir que necesitamos un “espíritu” cuaresmal planetario y constante?

La Cuaresma litúrgica termina. ¿Habremos aprendido? ¿Podremos hacer que esta Cuarentena-Pandemia que se extiende en el tiempo la transformemos en un adiestramiento de moderación, de sensatez, de racionalidad?
Y sobre todo de una profunda empatía con los que están acorralados a sobrevivir en un ayuno doloroso inmutable e impuesto.

¿Cuándo todo esto termine, seremos mejores? No lo sabemos. Pero al menos vale pensar que este “ejercicio” de mesura planetaria, que tanta muerte y angustia ha producido, no sea en vano.

Hay un modelo económico que no nos pone en riesgo de extinción. Una economía desde la austeridad.

Hay un modelo de desarrollo que no contamina, que no ensucia, que no desertifica, que puede 
frenar el calentamiento global. Sobrio.

Hay maneras de vivir en empatía con los negados de la historia.

Debemos aprender. Debemos intentarlo.