martes, 18 de septiembre de 2012

¿Tiene salvación la Iglesia? Comentario de Leonardo Boff al libro de Hans Kung

¿Tiene salvación la Iglesia? por Leonardo Boff 14 set 2012 http://www.servicioskoinonia.org/boff/articulo.php?num=506 Esta pregunta ha sido formulada por uno de los más renombrados y fecundos teólogos del área del catolicismo: el suizo-alemán Hans Küng en un libro reciente que lleva este mismo título ¿Tiene salvación la Iglesia ? (2012). De forma entusiasta fomentó la renovación de la Iglesia junto con su colega de la Universidad de Tubinga, Joseph Ratzinger. Ha escrito una vasta obra sobre la Iglesia, el ecumenismo, las religiones y otros temas relevantes. Debido a un libro suyo que cuestionaba la infalibilidad papal fue duramente castigado por la ex-Inquisición. No abandonó la Iglesia, sino que se empeñó como pocos en su reforma con libros, cartas abiertas y llamamientos a obispos y a la comunidad cristiana para que se abriesen al diálogo con el mundo moderno y con la nueva situación planetaria de la humanidad. No se evangelizan personas, hijos e hijas de nuestro tiempo, presentándoles un modelo de Iglesia, hecha bastión de conservadurismo y de autoritarismo y sintiéndose una fortaleza asediada por la modernidad, que es considerada responsable de todo tipo de relativismo. Digamos de paso que la crítica feroz que el papa actual dirige contra el relativismo, la realiza a partir de su polo opuesto, un invencible absolutismo. Esta es la tónica que está siendo impuesta por los dos últimos papas, Juan Pablo II y Benedicto XVI: un no a las reformas y una vuelta a la tradición y a la gran disciplina, orquestadas por la jerarquía eclesiástica. El presente libro: ¿Tiene salvación la Iglesia? (2012) expresa un grito casi desesperado en pro de transformaciones y, al mismo tiempo, una manifestación generosa de esperanza de que éstas son posibles y necesarias, si no se quiere entrar en un lamentable colapso institucional. Quede claro, para empezar, que cuando Küng y yo mismo hablamos de Iglesia, entendemos la comunidad de aquellos que se sienten comprometidos con la figura y la causa de Jesús, cuyo foco reside en el amor incondicional, en la centralidad de los pobres e invisibles, en la hermandad de todos los seres humanos y en la revelación de que somos hijos e hijas de Dios, siendo el mismo Jesús quien dejó entrever que él era el propio Hijo de Dios que asumió nuestra contradictoria humanidad. Éste es el sentido originario y verdadero de Iglesia. Pero históricamente la palabra Iglesia ha sido apropiada por la jerarquía (desde el papa a los curas); ella se identifica como Iglesia tout court y se presenta como la Iglesia. Pues bien, lo que está en profunda crisis es esta segunda concepción de Iglesia, que Küng llama “sistema romano”, o sea, “la Iglesia institución-jerárquica” o “la estructura monárquico-absolutista de mando”, cuya sede se encuentra en el Vaticano y se centra en la figura del papa con el aparato que le rodea: la curia romana. Esta crisis se prolonga desde hace siglos y el clamor por cambios atraviesa la historia de la Iglesia, culminando en la Reforma del siglo XVI y en el Concilio Vaticano II (1962-1965) de nuestros días. En términos estructurales, las reformas estructurales siempre fueron superficiales o aplazadas o simplemente abortadas. En los últimos tiempos, sin embargo, la crisis ha adquirido una gravedad especial. La Iglesia institución (papa, cardenales, obispos y curas), repito, no la gran comunidad de los fieles, ha sido alcanzada en su corazón, en aquello que era su gran pretensión: la de ser “guía y maestra de moral” para toda la humanidad. Algunos datos ya conocidos han puesto en jaque tal pretensión y han llevado el descrédito a la Iglesia institución, lo cual ha ocasionado gran emigración de fieles. Los escándalos financieros involucrando al Banco Vaticano (IOR), que se transformó en una especie de off-shore de lavado de dinero; los documentos secretos sustraídos, quien sabe si hasta de la mesa del Papa, por su propio secretario y vendidos a los periódicos, revelando las intrigas por el poder entre cardenales; y especialmente la cuestión de los sacerdotes pedófilos, miles de casos en varios países, que involucran a padres, obispos y hasta al cardenal de Viena Hans Hermann Groer. Gravísima fue la instrucción dada por el entonces cardenal Ratzinger a todos los obispos del mundo de encubrir, bajo sigilo pontificio, los abusos sexuales a menores para evitar que los curas pedófilos fuesen denunciados a las autoridades civiles. Finalmente el Papa tuvo que reconocer el carácter criminal de la pedofilia y aceptar su enjuiciamiento por los tribunales civiles. Küng muestra, con erudición histórica irrefutable, los pasos dados por los papas al pasar de sucesores de Pedro a vicarios de Cristo y a representantes de Dios en la Tierra. Los títulos que el canon 331 confiere al papa son de tal magnitud que, en realidad, caben solamente a Dios. Una monarquía papal absoluta con báculo dorado no concuerda con el cayado de madera del Buen Pastor que cuida con amor de sus ovejas y las confirma en la fe, como pidió el Maestro (Lc 22,32).

jueves, 13 de septiembre de 2012

MENSAJE DEL XXXII CONGRESO DE TEOLOGÍA “CRISTIANISMO, MERCADO Y MOVIMIENTOS SOCIALES” Celebrado en Madrid del 6 al 9 de septiembre de 2012

MENSAJE DEL XXXII CONGRESO DE TEOLOGÍA “CRISTIANISMO, MERCADO Y MOVIMIENTOS SOCIALES” Celebrado en Madrid del 6 al 9 de septiembre de 2012 MADRID. ECLESALIA, 10/09/12.- Del 6 al 9 de septiembre de 2012 nos hemos reunidos en Madrid cristianos y cristianas de las diferentes tradiciones eclesiales y de todos los continentes para reflexionar sobre Cristianismo, mercado y movimientos sociales, intercambiar experiencias y buscar alternativas. Queremos compartir el siguiente mensaje 1 El mercado-centrismo es la institución suprema del neoliberalismo que convierte a los seres humanos en mercancía y en piezas subalternas del sistema, identifica la justicia con el cumplimiento de la legalidad, dictada por el mercado, y reduce los derechos humanos al derecho de propiedad. El mercado genera situaciones de muerte para millones de seres humanos y para la naturaleza. 2. Vemos con especial preocupación y nos provocan indignación las consecuencias de la crisis, provocada por los poderes financieros, que castiga injustamente a los sectores más vulnerables de la sociedad en todo el mundo, y de manera especial en algunos países de Europa como Grecia, Portugal y España, donde se está produciendo un espectacular incremento de la pobreza en una sociedad con recursos suficientes para satisfacer las necesidades de la población. 3. En medio de esta situación valoramos positivamente los gestos de solidaridad de algunos miembros del clero y de la jerarquía eclesiástica, pero expresamos nuestro malestar e indignación ante el silencio de la Conferencia Episcopal Española, tan locuaz en otras ocasiones y ante otras cuestiones. La sociedad percibe dicho silencio como escándalo y complicidad con quienes han provocado la crisis. Nosotros lo consideramos insensibilidad ante la injusticia, alejamiento del mensaje liberador del Evangelio y falta de compasión con las víctimas. Creemos que tal actitud se debe a la cómoda instalación de la Iglesia institucional en una situación de privilegio. Lo que contrasta con los recortes en todos los terrenos. 4. Nosotros mismos, los participantes en este Congreso, no estamos exentos de contradicciones e incoherencias entre nuestro modo de pensar alternativo y nuestra forma de vivir acomodaticia, nuestra actitud crítica y nuestra práctica conformista; la crítica al consumo y nuestro consumismo; la opción por los pobres y nuestra falta de testimonio de pobreza. 5. La respuesta a la crisis requiere un nuevo paradigma que se traduzca en transformaciones estructurales, revolución de la subjetividad y de las conciencias, de los hábitos de vida y de las relaciones personales, bajo la guía y la prioridad de los valores éticos, presentes en todas las tradiciones religiosas, morales y espirituales, si bien con frecuencia incumplidos. Entre ellos cabe destacar: la dignidad humana frente al trato inhumano que reciben millones de seres humanos; el respeto a la vida, contra la violencia en sus diversas formas; la justicia global; la verdad, la honradez y la igualdad de género. 6. Reconocemos la importancia de los movimientos sociales, que constituyen mediaciones necesarias para transformar la realidad; son alternativa al pensamiento único y a la globalización neoliberal; recuperan valores que parecían en vías de extinción y se rebelan contra una realidad caracterizada por la explotación, la dominación y la tendencia a reducir la razón a mero cálculo. 7. Especial significación ha reconocido el Congreso al feminismo como teoría de la emancipación y de la igualdad no clónica entre hombres y mujeres; práctica de la sororidad internacional y defensa de las reivindicaciones de las mujeres, que, con frecuencia, se ven relegadas en nombre de “intereses generales superiores”, incluso en los propios movimientos sociales. 8. No podemos instalarnos en el pesimismo y el fatalismo históricos. Existen alternativas. Por eso apoyamos y hacemos nuestras las iniciativas siguientes para salir de la crisis: creación de una asamblea constituyente, desobediencia civil, banca ética, tasa Tobin, reparto del trabajo, universalización de los servicios sociales, reconocimiento de la ciudadanía a todos los residentes en nuestro territorio, pactos de ayuda mutua sin subordinación, soberanía alimentaria, cambio en los modelos de producción, etc. 9. Como cristianas y cristianos nos comprometemos a: Recuperar la herencia de Jesús, que se caracteriza por la opción por los excluidos y marginados, la compasión como principio de actuación y la afirmación de la autoridad de los que sufren. Seguir el espíritu y la práctica de Jesús, que consiste en humanizar el mundo comenzando por los últimos, luchar contra el olvido de las víctimas y ponernos de su lado. Afirmar la incompatibilidad entre Dios y el Dinero y luchar contra el Imperio del Dinero. Practicar la resistencia al sistema desde la no violencia activa Participar activamente en los movimientos sociales, los antiguos y los nuevos, y de manera especial en los diferentes Foros Sociales, que trabajan por “Otro Mundo Posible”, y en el movimiento de los Indignados, en cuyo horizonte se sitúa Jesús de Nazaret, Indignado con las autoridades religiosas, el patriarcado y los poderes políticos y económicos de su tiempo. (Eclesalia Informativo autoriza y recomienda la difusión de sus artículos, indicando su procedencia). Madrid, 9 de septiembre de 2012. Para más información: http://www.congresodeteologia.info

Nueva ofensiva vaticana a 50 años del Vaticano II

Nueva ofensiva vaticana a 50 años del Vaticano II Benedicto XVI y el Año de la Fe El pancatolicismo No es algo nuevo. La pretensión hegemónica de dominio ético-cultural a nivel planetario de las cúpulas romanas-vaticanas tiene una larga trayectoria. Jamás se desprendieron de aquella costumbre de coronar a los monarcas. Costumbre nada evangélica, por cierto. Lo que significa un poder que se considera absoluto, por encima de todo otro poder. Y es simple ¿qué por encima de Dios? Juan Pablo II lo decía con mucha claridad y lo repetía de manera abundante . Es uno de los ejes de todo su pontificado. La verdad última sobre la vida del hombre la ha recibido la Iglesia y la Iglesia tiene que “ofrecerla” al mundo como un “servicio”. Solo ellos tiene la “verdadera sabiduría” que necesita “el hombre contemporáneo” . El “Año de la fe” convocado por Benedicto XVI será el marco de una nueva ofensiva pancatólica. Nosotros estamos convencidos que es la Verdad la que libera, como dijo Jesús, y no el Vaticano. Ellos, están convencidos de absolutamente lo contrario: el Vaticano libera, porque es depositario de “la” verdad. Por eso, disciplinar y adoctrinar son las consignas fundamentales. Todas apuntando a fortalecer la "cultura-identidad católica" donde se ha perdido o está en riesgo de disolución, desde la "hermenéutica correcta" del Concilio Vaticano II y obvia decirlo, la única “hermenéutica correcta” es la Vaticana, no cabe la posibilidad de “otras” hermenéuticas. El instrumento privilegiado de la avanzada será el Catecismo . Nada debe quedar fuera de los marcos éticos, morales, culturales de la Iglesia Católica Apostólica y Romana. Y a la fe se le debe “obediencia”. No es discutible. Hay que “someterse” . Las pretendidas corrientes que pugnan por una moral autónoma, heterónoma, que no estén bajo la tutela de ninguna religión, son solo extravíos. Algo puede la razón humana por sí misma, pero solo la obediencia a la fe podrá liberarla de sus limitaciones, y llevarla por caminos sin tropiezos hasta “el final” . Todo el género humano, el verdadero sentido de la existencia, todos los deseos de la historia, todo, absolutamente todo, tiene en Cristo su centro, su eje, su sentido, su fin . Nada tiene un valor pleno por o en sí mismo. Toda la realidad humana y la realidad cósmica solo se pueden entender en plenitud “en Cristo”. Lo que más se puede conceder a otras religiones, otras iglesias, otras filosofías, otras ideologías, otras maneras de conocer es ser “preparación para”, “anticipos de”, tan solo “semillas” de la auténtica palabra-verdad verdadera. Solo eso. El documento “El Esplendor de la Verdad”, de Juan Pablo II, no deja lugar a dudas. Absolutamente toda la verdad, no solo la estrictamente religiosa, sino también la “verdad moral”, aquella que tiene que ver con la conciencia del hombre, con sus deseos, con sus actitudes, con su manera de vivir, su manera de organizar la convivencia social, con su manera de entender el sexo, la familia, la justicia, los grandes interrogantes de la existencia humana, el fin último de la existencia personal, “el misterio del hombre”, las realidades culturales, están bajo la guía estricta de la Iglesia , caen dentro del poder normativo eclesial. Todo intento de reflexionar, pensar, sentir, vivir una “moral” , una “ética” que no se encuadre bajo la guía de la jerarquía católica, no dejará de ser, como mucho, insuficiente, precario, ambiguo, cuando no, destructivo . Esos intentos son tan solo un camino, una ayuda, un esfuerzo, pero siempre lejos de la verdad plena. Dicho de manera simple, pero no desacertada, si alguien quiere honestamente conocer la verdad, “la verdad completa”, no puede dejar de someter su sano juicio a lo que la Iglesia romana vaticana, a través del “magisterio” (palabra no inocente pero muy frecuente de documentos oficiales), diga, sentencie o sugiera . Desde estas premisas, pre-conceptos dogmáticos, cerrados, duros y, al final, posturas altaneras, se juzga la realidad y se concluye de manera categórica. La crisis de civilización es “descristianización” , una de las maneras que gustan los pontífices para referirse e interpretar todas las calamidades que sufrimos como humanidad. Se ha puesto en crisis el ordenamiento católico romano, y con ello la pérdida de los valores fundamentales que, digámoslo nuevamente, solo en Cristo tienen su plenitud . Lejos de la tutela, la mano amorosa de la “madre” Iglesia, solo queda el caos, el desconcierto, la ruina. Pablo VI, que fuera un hombre de profunda esperanza y abierto al diálogo, no dejaba de señalar que una de las características de la sociedad de su tiempo era ser “…desacralizada, sin alma, sin amor…”. Lo que significa, en buen romance, sin respeto al Dios Católico . Todos los males de este mundo en este momento histórico tienen una única razón fundamental y nítida explicación: el olvido de Dios y por ende la pérdida del sentido del pecado, de lo que está bien y de lo que está mal. Pero atentos, no de cualquier Dios, estamos hablando del Dios “único y verdadero”, que tiene sus guardianes, custodios, lugartenientes en Roma, más precisamente en el Vaticano. Por eso, la apuesta es que solo el regreso al Dios presentado por sus custodios y voceros, podrá alumbrar justicia, solidaridad y paz en cada rincón de nuestra herida humanidad y en cada rincón de la conciencia de los hombres. El Dios Católico está ausente y junto a su ausencia todos los valores morales que se han olvidado, perdido o cuestionado severamente, primero por la modernidad y luego por la pos-modernidad. Sobre todo lo relativo al sexo, al matrimonio, a la familia, a la libertad, a la conciencia personal, a los derechos humanos. Si el mundo se convirtiera nuevamente al Dios Católico, tratando de vivir según sus preceptos y mandatos, bien derecha andaría la humanidad perdida. Hay que superar la cultura “secularizada”, el “olvido de Dios” , de lo contrario no encontraremos el destino de la historia y el sentido de la existencia humana sería un “enigma insoluble” (Cfr. Fides et Ratio n° 12) A recuperar este lugar perdido apunta la convocatoria a una “nueva evangelización”, tema del próximo XIII Sínodo de Obispos de todo el mundo, en el marco del “Año de la Fe”. Se trata de una estrategia bien diseñada, con tiempo, con documentos, con consultas. Esta “metodología” minuciosa del vaticano es envidiable, dicen los “Lineamenta” (doc. Preparatorio para el Sínodo): “…después de haber consultado al Episcopado de todo el mundo y después de haber escuchado al Consejo ordinario de la Secretaria General del Sínodo de los obispos, he decidido dedicar la próxima Asamblea General Ordinaria, en 2012, al siguiente tema: Nova evangelizatio ad christianam fidem tradendam, La nueva evangelización para la transmisión de la fe cristiana” . O sea, un Sínodo preocupado por la “doctrina” (la fe) y no por los empobrecidos de este mundo. Es una apuesta mayor a la de la “Cristiandad”. Aquellos que soñaron y apostaron a constituir un mundo cristiano, una civilización cristiana, una cultura mundial cristiana, entendían que los valores humanos encontrados en el cristianismo eran suficiente fuente para dejar atrás odios, enemistades y guerras fratricidas. Una civilización nutrida del impulso moral cristiano es suficiente para construir, en lenguaje más eclesial, la “civilización del amor”. Pero eso no alcanza. Los “valores cristianos” solo se pueden presentar, entender, creer, asumir, vivir, desde la comprensión que tiene el Vaticano. No se trata de cualquier cristianismo, se trata del vaticano-romano. Se valoran los intentos sanos de otras corrientes y comunidades cristianas, incluso de religiones no cristianas, para señalar sus propios códigos éticos, pero son solo eso, “intentos sanos”. Solo la fe, la “revelación”, tal como la presenta la iglesia católica, “purifica” la razón . De lo contario, se pierde en el error, el desvarío, las tentaciones “mundanas”. La reciente condena de la Congregación para la Doctrina de la Fe que ha dictaminado que la Hna. Margaret Farley “se aleja de la doctrina católica sobre el papel del magisterio y sobre la moral sexual enseñada por la iglesia en relación a la masturbación, los actos homosexuales, las uniones homosexuales, la indisolubilidad del matrimonio y el problema del divorcio seguido de nuevas nupcias civiles” son solo un dato más de este intento de encorsetar la conciencia de la humanidad bajo los criterios morales católicos, porque, de lo contrario su “divulgación podía causar grave daño a los fieles”. Por todo esto no debe extrañarnos cuando el episcopado argentino pone toda la carne en el asador para que cada ley de la democracia argentina se adecue a su pensamiento. Las presiones sobre las reformas al Código Civil, como lo fueron las ejecutadas sobre la Ley del Matrimonio Igualitario y mucho antes frente a la ley de divorcio civil, son también solo un botón de muestra de este intento “pancatólico”. Intento condenado al fracaso en una humanidad que no necesita de “expertos iluminados” que deban señalar autoritariamente lo que se debe o se puede hacer o dejar de hacer. Una humanidad que ya aprendió a caminar buscando sus propios caminos y criterios para vivir, respetando la pluralidad de voces, de intentos, de búsquedas. Una humanidad que tiene mucho que cuidar de sí misma, pero que sabe que no será sometiéndose a ningún autoritarismo que podrá lograr mayor dignidad y libertad. Al contrario. Pbro. Nicolás Alessio, teólogo Setiembre 2012

sábado, 8 de septiembre de 2012

La Iglesia se ha quedado atrás en 200 años. ¿Cómo es posible que no se mueva? ¿Tenemos miedo? ¿Miedo en lugar de coraje? De todos modos, la fe es el fundamento de la Iglesia. La fe, la confianza, el coraje.

Después de Martini, el debate sobre su testamento espiritual Su última entrevista, publicada póstumamente, ha encendido la polémica. Las altas jerarquías de la Iglesia la han obviado, con la única excepción del cardenal Ruini. Un motivo más para analizarla críticamente de Sandro Magister ROMA, 6 de septiembre de 2012 - "El cardenal Martini no nos ha dejado un testamento espiritual, en el sentido explícito de la palabra. Toda su herencia está en su vida y en su magisterio, y a ella nosotros haremos referencia aún durante tiempo. Sin embargo, ha elegido la frase que hay que colocar en su tumba, extraída del salmo 119 [118]: ' Tu palabra es una lámpara para mis pasos, y una luz en mi camino'. De este modo, él mismo nos ha dado la clave para interpretar su existencia y su ministerio". Con estas palabras, pronunciadas el 3 de septiembre en la homilía del funeral de su predecesor el cardenal Carlo Maria Martini, el arzobispo de Milán, el cardenal Angelo Scola, ha revocado el título de "testamento espiritual" a la entrevista de Martini publicada el día después de su muerte por el "Corriere della Sera": L'ultima intervista: "Chiesa indietro di 200 anni. Perché non si scuote, perché abbiamo paura?" Efectivamente, si de verdad esta entrevista fuese la quintaesencia del legado de Martini a la Iglesia y al mundo - como los responsables de la misma han querido hacer creer - la figura del difunto cardenal correspondería justamente a esa etiqueta de "antipapa" que le ha sido aplicada durante años por círculos internos y externos a la Iglesia, pero que choca clamorosamente con las elevadas y conmovidas declaraciones de estima que el mismo Benedicto XVI le ha dirigido en repetidas ocasiones; última de ellas, el inusual mensaje a la archidiócesis de Milán el día del funeral de quien fue su arzobispo desde 1979 a 2002: "Cari fratelli e sorelle, in questo momento desidero esprimere..." Quien hizo la entrevista el pasado 8 de agosto, tres semanas antes del deceso del cardenal, fue el jesuita austriaco Georg Sporschill, acompañado por una italiana residente en Viena, Federica Radice Fossati Confalonieri. Padre Sporschill es el mismo que en 2008 se ocupó de la publicación del libro de mayor éxito del mismo Martini, también ese en forma de entrevista, "Coloquios nocturnos en Jerusalén".Si a este libro se añaden los otros libros-entrevistas publicados por Martini en estos últimos años, escritos a cuatro manos con católicos "borderline" como don Luigi Verzé y el médico Ignazio Marino, y llenos de tesis ambiguas o heterodoxas sobre el inicio y el final de la vida, el matrimonio y la sexualidad, la división entre este cardenal y los últimos dos Papas parecería aún más evidente. Entre las personalidades importantes de la Iglesia que en los días pasados han expresado su parecer sobre la figura del cardenal difunto, sólo el cardenal Camillo Ruini, presidente de la conferencia episcopal italiana desde 1991 a 2007, no ha omitido esta división. En una entrevista concedida a Marina Corradi en "Avvenire" el 1 de septiembre, a la observación que sobre temas como fecundación artificial y uniones homosexuales "Martini parecía más abierto a las razones de cierta cultura laica" y "ha expresado en público posiciones claramente lejanas a las de la CEI" de la cual formaba parte, Ruini respondió: "No lo niego, como no escondo que estoy íntimamente convencido del fundamento de las posiciones de la CEI, que son también las del magisterio pontificio y tienen una profunda raíz antropológica". En una sucesiva entrevista al "Corriere della Sera" del 5 de septiembre, ha comentado de este modo la afirmación de Martini, en su presunto "testamento espiritual", según el cual "la Iglesia se ha quedado atrás en 200 años": "En mi opinión, hace falta distinguir dos formas de distancia de la Iglesia de nuestro tiempo. Una es un verdadero retraso, causado por los límites y pecados de los hombres de Iglesia, en particular por la incapacidad de ver las oportunidades que se abren hoy para el Evangelio. La otra distancia es muy distinta. Es la distancia de Jesucristo y de su Evangelio y, por consiguiente, de la Iglesia respecto a cualquier tiempo, incluido el nuestro pero también de aquel en el que vivió Jesús. Esta distancia tiene que existir y nos llama a la conversión no sólo de las personas, sino también de la cultura y de la historia. En este sentido también hoy la Iglesia no está atrasada, sino que está más adelantada porque en esa conversión está la clave de un futuro bueno". Pero a parte de Ruini, ningún otro hombre importante de Iglesia ha mencionado, en los comentarios tras su muerte, los elementos efectivamente controvertidos de la figura del cardenal Martini. El recuerdo ha ido exclusiva y genéricamente a sus méritos como biblista y pastor, a la Escuela de la Palabra, a la promoción de la caridad, al diálogo con los no creyentes, a la cercanía a situaciones existenciales difíciles. En otras palabras, el recuerdo casi exclusivo ha sido para el Martini arzobispo, no para el Martini líder de opinión de los últimos años, exaltado por los medios de comunicación laicos, como también por los fautores católicos de un imaginario Concilio Vaticano III y de una Iglesia democratizada. Se ha asistido en los días pasados a un diluvio de conmemoraciones muy selectivo, con un silencio casi universal sobre los aspectos problemáticos del personaje y sus comentarios públicos en los últimos años. Sin embargo, ello no ha impedido que la entrevista presentada como "testamento espiritual" de Martini, por él "leída y aprobada", haya dado la vuelta al mundo, consolidando justamente esa imagen suya de profeta alternativo que en los vértices de la Iglesia se querría exorcizar. Un motivo más para leer de nuevo y analizar de forma crítica esta entrevista póstuma, como hace el profesor Pietro De Marco, docente en la universidad de Florencia y en la facultad teológica de Italia central, en la nota que la sigue. __________ LA ÚLTIMA ENTREVISTA DE CARLO MARIA MARTINI de Georg Sporschill S.I. y Federica Radice Fossati Confalonieri P. - ¿Cómo ve Usted la situación de la Iglesia? R. - La Iglesia está cansada, en la Europa del bienestar y en América. Nuestra cultura ha envejecido, nuestras Iglesias son grandes, nuestras casas religiosas están vacías, el aparato burocrático de la Iglesia aumenta, nuestros ritos y nuestros hábitos son pomposos. Estas cosas sin embargo, ¿expresan lo que somos nosotros hoy? (.) El bienestar pesa. Nos encontramos allí como el joven rico que, triste, se fue cuando Jesús lo llamó para que se convirtiera en uno de sus discípulos. Sé que no podemos dejar todo con facilidad. Pero por lo menos podríamos buscar hombres que sean libres y más cercanos al prójimo, como lo fueron el obispo Romero y los mártires jesuitas de El Salvador. ¿Dónde están entre nosotros los héroes en los que inspirarnos? Por ninguna razón debemos limitarlos a los vínculos de la institución. P. - ¿Quién puede ayudar a la Iglesia hoy? R. - Padre Karl Rahner utilizaba con gusto la imagen de las brasas que se esconden debajo de la ceniza. Yo veo en la Iglesia de hoy tanta ceniza sobre las brasas que a menudo me surge un sentido de impotencia. ¿Cómo se pueden liberar las brasas de la ceniza en modo tal que se fortalezca la llama del amor? Antes que nada debemos buscar estas brasas. ¿Dónde están las personas llenas de generosidad como el buen samaritano? ¿Qué tienen fe como el centurión romano? ¿Que son entusiastas como Juan Bautista? ¿Qué osan lo nuevo como Pablo? ¿Que son fieles como María Magdalena? Yo aconsejo al Papa y a los obispos que busquen a doce personas fuera de lo común para los puestos de dirección. Hombres que están cercanos a los más pobres, que estén rodeados de jóvenes y que experimenten cosas nuevas. Necesitamos confrontarnos con hombres que ardan en modo tal que el espíritu pueda difundirse por doquier. P. - ¿Qué instrumentos aconseja contra el cansancio de la Iglesia? R. - Aconsejo tres muy fuertes. El primero es la conversión: la Iglesia debe reconocer los propios errores y debe recorrer un camino radical de cambio, empezando por el Papa y los obispos. Los escándalos de las pedofilia nos empujan a iniciar un camino de conversión. Las preguntas sobre la sexualidad y sobre todos los temas que implican el cuerpo son un ejemplo. Estos son importantes para cada uno, y a veces quizá son incluso demasiado importantes. Tenemos que preguntarnos si la gente escucha aún los consejos de la Iglesia en materia sexual. La Iglesia en este campo, ¿es aún una autoridad de referencia o sólo una caricatura en los medios de comunicación? El segundo es la Palabra de Dios. El Concilio Vaticano II ha devuelto la Biblia a los católicos. (...) Sólo quien percibe en su corazón esta Palabra puede formar parte de aquellos que ayudarán a la renovación de la Iglesia, y sabrán responder a las preguntas personales con una elección justa. La Palabra de Dios es simple y busca como compañero un corazón que escuche (...). Ni el clero ni el derecho eclesial pueden sustituirse a la interioridad del hombre. Todas las reglas externas, las leyes, los dogmas nos han sido dados para aclarar la voz interna y para el discernimiento de los espíritus. ¿Para quién son los sacramentos? Estos son el tercer instrumento de curación. Los sacramentos no son un instrumento para la disciplina, sino una ayuda para los hombres en los momentos del camino y en las debilidades de la vida. ¿Llevamos los sacramentos a los hombres que necesitan una fuerza nueva? Pienso en todos los divorciados y en las parejas que se han vuelto a casar, en las familias ampliadas: necesitan una protección especial. La Iglesia sostiene la indisolubilidad del matrimonio. Es una gracia cuando un matrimonio y una familia lo consiguen (...). La actitud que tenemos hacia las familias ampliadas determinará el acercamiento a la Iglesia de la generación de los hijos. Una mujer ha sido abandonada por el marido y encuentra un nuevo compañero que se ocupa de ella y de sus tres hijos. El segundo amor lo consigue. Si esta familia es discriminada, no sólo se aparta a la madre, sino también a sus hijos. Si los padres se sienten fuera de la Iglesia o no sienten su apoyo, la Iglesia perderá a la generación futura. Antes de la comunión rezamos: "Señor, no soy digno...". Nosotros sabemos que no somos dignos (...). El amor es gracia. El amor es un don. Se debería dar la vuelta a la pregunta sobre si los divorciados pueden tomar la comunión. ¿Cómo puede la Iglesia ayudar con la fuerza de los sacramentos a quienes tienen situaciones familiares complejas? D. - Usted, personalmente, ¿qué hace? R. - La Iglesia se ha quedado atrás en 200 años. ¿Cómo es posible que no se mueva? ¿Tenemos miedo? ¿Miedo en lugar de coraje? De todos modos, la fe es el fundamento de la Iglesia. La fe, la confianza, el coraje. Yo soy viejo y estoy enfermo y dependo de la ayuda de otros. Las personas bondadosas que me rodean me hacen sentir el amor. Este amor es más fuerte que el sentimiento de desconfianza que de vez en cuando percibo respecto a la Iglesia en Europa. Sólo el amor vence al cansancio. Dios es amor. Yo tengo aún una pregunta para ti: ¿qué puedes hacer tú por la Iglesia? Del "Corriere della Sera", 1 de septiembre de 2012