sábado, 8 de septiembre de 2012

La Iglesia se ha quedado atrás en 200 años. ¿Cómo es posible que no se mueva? ¿Tenemos miedo? ¿Miedo en lugar de coraje? De todos modos, la fe es el fundamento de la Iglesia. La fe, la confianza, el coraje.

Después de Martini, el debate sobre su testamento espiritual Su última entrevista, publicada póstumamente, ha encendido la polémica. Las altas jerarquías de la Iglesia la han obviado, con la única excepción del cardenal Ruini. Un motivo más para analizarla críticamente de Sandro Magister ROMA, 6 de septiembre de 2012 - "El cardenal Martini no nos ha dejado un testamento espiritual, en el sentido explícito de la palabra. Toda su herencia está en su vida y en su magisterio, y a ella nosotros haremos referencia aún durante tiempo. Sin embargo, ha elegido la frase que hay que colocar en su tumba, extraída del salmo 119 [118]: ' Tu palabra es una lámpara para mis pasos, y una luz en mi camino'. De este modo, él mismo nos ha dado la clave para interpretar su existencia y su ministerio". Con estas palabras, pronunciadas el 3 de septiembre en la homilía del funeral de su predecesor el cardenal Carlo Maria Martini, el arzobispo de Milán, el cardenal Angelo Scola, ha revocado el título de "testamento espiritual" a la entrevista de Martini publicada el día después de su muerte por el "Corriere della Sera": L'ultima intervista: "Chiesa indietro di 200 anni. Perché non si scuote, perché abbiamo paura?" Efectivamente, si de verdad esta entrevista fuese la quintaesencia del legado de Martini a la Iglesia y al mundo - como los responsables de la misma han querido hacer creer - la figura del difunto cardenal correspondería justamente a esa etiqueta de "antipapa" que le ha sido aplicada durante años por círculos internos y externos a la Iglesia, pero que choca clamorosamente con las elevadas y conmovidas declaraciones de estima que el mismo Benedicto XVI le ha dirigido en repetidas ocasiones; última de ellas, el inusual mensaje a la archidiócesis de Milán el día del funeral de quien fue su arzobispo desde 1979 a 2002: "Cari fratelli e sorelle, in questo momento desidero esprimere..." Quien hizo la entrevista el pasado 8 de agosto, tres semanas antes del deceso del cardenal, fue el jesuita austriaco Georg Sporschill, acompañado por una italiana residente en Viena, Federica Radice Fossati Confalonieri. Padre Sporschill es el mismo que en 2008 se ocupó de la publicación del libro de mayor éxito del mismo Martini, también ese en forma de entrevista, "Coloquios nocturnos en Jerusalén".Si a este libro se añaden los otros libros-entrevistas publicados por Martini en estos últimos años, escritos a cuatro manos con católicos "borderline" como don Luigi Verzé y el médico Ignazio Marino, y llenos de tesis ambiguas o heterodoxas sobre el inicio y el final de la vida, el matrimonio y la sexualidad, la división entre este cardenal y los últimos dos Papas parecería aún más evidente. Entre las personalidades importantes de la Iglesia que en los días pasados han expresado su parecer sobre la figura del cardenal difunto, sólo el cardenal Camillo Ruini, presidente de la conferencia episcopal italiana desde 1991 a 2007, no ha omitido esta división. En una entrevista concedida a Marina Corradi en "Avvenire" el 1 de septiembre, a la observación que sobre temas como fecundación artificial y uniones homosexuales "Martini parecía más abierto a las razones de cierta cultura laica" y "ha expresado en público posiciones claramente lejanas a las de la CEI" de la cual formaba parte, Ruini respondió: "No lo niego, como no escondo que estoy íntimamente convencido del fundamento de las posiciones de la CEI, que son también las del magisterio pontificio y tienen una profunda raíz antropológica". En una sucesiva entrevista al "Corriere della Sera" del 5 de septiembre, ha comentado de este modo la afirmación de Martini, en su presunto "testamento espiritual", según el cual "la Iglesia se ha quedado atrás en 200 años": "En mi opinión, hace falta distinguir dos formas de distancia de la Iglesia de nuestro tiempo. Una es un verdadero retraso, causado por los límites y pecados de los hombres de Iglesia, en particular por la incapacidad de ver las oportunidades que se abren hoy para el Evangelio. La otra distancia es muy distinta. Es la distancia de Jesucristo y de su Evangelio y, por consiguiente, de la Iglesia respecto a cualquier tiempo, incluido el nuestro pero también de aquel en el que vivió Jesús. Esta distancia tiene que existir y nos llama a la conversión no sólo de las personas, sino también de la cultura y de la historia. En este sentido también hoy la Iglesia no está atrasada, sino que está más adelantada porque en esa conversión está la clave de un futuro bueno". Pero a parte de Ruini, ningún otro hombre importante de Iglesia ha mencionado, en los comentarios tras su muerte, los elementos efectivamente controvertidos de la figura del cardenal Martini. El recuerdo ha ido exclusiva y genéricamente a sus méritos como biblista y pastor, a la Escuela de la Palabra, a la promoción de la caridad, al diálogo con los no creyentes, a la cercanía a situaciones existenciales difíciles. En otras palabras, el recuerdo casi exclusivo ha sido para el Martini arzobispo, no para el Martini líder de opinión de los últimos años, exaltado por los medios de comunicación laicos, como también por los fautores católicos de un imaginario Concilio Vaticano III y de una Iglesia democratizada. Se ha asistido en los días pasados a un diluvio de conmemoraciones muy selectivo, con un silencio casi universal sobre los aspectos problemáticos del personaje y sus comentarios públicos en los últimos años. Sin embargo, ello no ha impedido que la entrevista presentada como "testamento espiritual" de Martini, por él "leída y aprobada", haya dado la vuelta al mundo, consolidando justamente esa imagen suya de profeta alternativo que en los vértices de la Iglesia se querría exorcizar. Un motivo más para leer de nuevo y analizar de forma crítica esta entrevista póstuma, como hace el profesor Pietro De Marco, docente en la universidad de Florencia y en la facultad teológica de Italia central, en la nota que la sigue. __________ LA ÚLTIMA ENTREVISTA DE CARLO MARIA MARTINI de Georg Sporschill S.I. y Federica Radice Fossati Confalonieri P. - ¿Cómo ve Usted la situación de la Iglesia? R. - La Iglesia está cansada, en la Europa del bienestar y en América. Nuestra cultura ha envejecido, nuestras Iglesias son grandes, nuestras casas religiosas están vacías, el aparato burocrático de la Iglesia aumenta, nuestros ritos y nuestros hábitos son pomposos. Estas cosas sin embargo, ¿expresan lo que somos nosotros hoy? (.) El bienestar pesa. Nos encontramos allí como el joven rico que, triste, se fue cuando Jesús lo llamó para que se convirtiera en uno de sus discípulos. Sé que no podemos dejar todo con facilidad. Pero por lo menos podríamos buscar hombres que sean libres y más cercanos al prójimo, como lo fueron el obispo Romero y los mártires jesuitas de El Salvador. ¿Dónde están entre nosotros los héroes en los que inspirarnos? Por ninguna razón debemos limitarlos a los vínculos de la institución. P. - ¿Quién puede ayudar a la Iglesia hoy? R. - Padre Karl Rahner utilizaba con gusto la imagen de las brasas que se esconden debajo de la ceniza. Yo veo en la Iglesia de hoy tanta ceniza sobre las brasas que a menudo me surge un sentido de impotencia. ¿Cómo se pueden liberar las brasas de la ceniza en modo tal que se fortalezca la llama del amor? Antes que nada debemos buscar estas brasas. ¿Dónde están las personas llenas de generosidad como el buen samaritano? ¿Qué tienen fe como el centurión romano? ¿Que son entusiastas como Juan Bautista? ¿Qué osan lo nuevo como Pablo? ¿Que son fieles como María Magdalena? Yo aconsejo al Papa y a los obispos que busquen a doce personas fuera de lo común para los puestos de dirección. Hombres que están cercanos a los más pobres, que estén rodeados de jóvenes y que experimenten cosas nuevas. Necesitamos confrontarnos con hombres que ardan en modo tal que el espíritu pueda difundirse por doquier. P. - ¿Qué instrumentos aconseja contra el cansancio de la Iglesia? R. - Aconsejo tres muy fuertes. El primero es la conversión: la Iglesia debe reconocer los propios errores y debe recorrer un camino radical de cambio, empezando por el Papa y los obispos. Los escándalos de las pedofilia nos empujan a iniciar un camino de conversión. Las preguntas sobre la sexualidad y sobre todos los temas que implican el cuerpo son un ejemplo. Estos son importantes para cada uno, y a veces quizá son incluso demasiado importantes. Tenemos que preguntarnos si la gente escucha aún los consejos de la Iglesia en materia sexual. La Iglesia en este campo, ¿es aún una autoridad de referencia o sólo una caricatura en los medios de comunicación? El segundo es la Palabra de Dios. El Concilio Vaticano II ha devuelto la Biblia a los católicos. (...) Sólo quien percibe en su corazón esta Palabra puede formar parte de aquellos que ayudarán a la renovación de la Iglesia, y sabrán responder a las preguntas personales con una elección justa. La Palabra de Dios es simple y busca como compañero un corazón que escuche (...). Ni el clero ni el derecho eclesial pueden sustituirse a la interioridad del hombre. Todas las reglas externas, las leyes, los dogmas nos han sido dados para aclarar la voz interna y para el discernimiento de los espíritus. ¿Para quién son los sacramentos? Estos son el tercer instrumento de curación. Los sacramentos no son un instrumento para la disciplina, sino una ayuda para los hombres en los momentos del camino y en las debilidades de la vida. ¿Llevamos los sacramentos a los hombres que necesitan una fuerza nueva? Pienso en todos los divorciados y en las parejas que se han vuelto a casar, en las familias ampliadas: necesitan una protección especial. La Iglesia sostiene la indisolubilidad del matrimonio. Es una gracia cuando un matrimonio y una familia lo consiguen (...). La actitud que tenemos hacia las familias ampliadas determinará el acercamiento a la Iglesia de la generación de los hijos. Una mujer ha sido abandonada por el marido y encuentra un nuevo compañero que se ocupa de ella y de sus tres hijos. El segundo amor lo consigue. Si esta familia es discriminada, no sólo se aparta a la madre, sino también a sus hijos. Si los padres se sienten fuera de la Iglesia o no sienten su apoyo, la Iglesia perderá a la generación futura. Antes de la comunión rezamos: "Señor, no soy digno...". Nosotros sabemos que no somos dignos (...). El amor es gracia. El amor es un don. Se debería dar la vuelta a la pregunta sobre si los divorciados pueden tomar la comunión. ¿Cómo puede la Iglesia ayudar con la fuerza de los sacramentos a quienes tienen situaciones familiares complejas? D. - Usted, personalmente, ¿qué hace? R. - La Iglesia se ha quedado atrás en 200 años. ¿Cómo es posible que no se mueva? ¿Tenemos miedo? ¿Miedo en lugar de coraje? De todos modos, la fe es el fundamento de la Iglesia. La fe, la confianza, el coraje. Yo soy viejo y estoy enfermo y dependo de la ayuda de otros. Las personas bondadosas que me rodean me hacen sentir el amor. Este amor es más fuerte que el sentimiento de desconfianza que de vez en cuando percibo respecto a la Iglesia en Europa. Sólo el amor vence al cansancio. Dios es amor. Yo tengo aún una pregunta para ti: ¿qué puedes hacer tú por la Iglesia? Del "Corriere della Sera", 1 de septiembre de 2012

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