martes, 20 de diciembre de 2016

Navidades aguadas Navidades acorraladas





Navidades aguadas
Navidades acorraladas

La navidad ha dejado de ser memoria subversiva. Quedó acorralada, pero bien edulcorada.

Aguachenta y licuada. El pesebre devino en  shopping.

Los centros comerciales de la mano del neocolonialismo global, se apropiaron de la navidad y la licuaron. Son Navidades muy llenas de colores, pero fofas.

Las iglesias la minimizan reduciéndola a un vago intimismo cargado de una pretendida solidaridad de compromiso. Ser bueno una vez al año y no tanto.

De memoria hirviendo, religiosa y política, a memoria tibia, religiosa familiar.

En aquel crepúsculo se palpaba miedo. Las sombras de la montaña no eran las mismas

Los anuncios y augurios de liberación ya no eran creíbles. La amenaza erizaba la piel. Los movimientos populares estaban agotados.

Apenas un revoltoso por aquí o por allá. Roma se encargaba y los crucificaba, aunque fueran mujeres.

Había rumores insólitos de un extraño nacimiento. Rumores populares con olor a tierra mojada y sangre.

Señales cósmicas y visita de guerreros celestes.
Otros entonaban de manera cautelosa canciones de victoria.

Eran marginales cuidadores de ovejas pero muy exaltados, como pocas veces y en todas partes.

En las rondas de la noche algunos memoriosos narraban leyendas liberadoras. El Gran Latente haría justicia.

Y aquellas leyendas embriagaron caminantes y agitadores de los sin justicia durante milenios.

Pero hoy la navidad está aguachenta. Y parece irrecuperable.

Cuanto más un poco de sensibilidad humanitaria con una mirada corta hacia el futuro.
Casi que lo de “navidad sin presos políticos” es un texto en desuso.

Sin embargo hay que decirlo de nuevo y muy concretamente. Navidad sin presa política en Jujuy.

¿Podremos rescatar de la licuadora global algo de aquella navidad de los revoltosos y rebeldes?

No se.
Pero el Gran Latente no deja de latir. 

Y lo sentimos.

Nicolás Alessio teólogo