jueves, 11 de noviembre de 2021

Un nuevo Obispo Una nueva oportunidad

 

” Entre Uds. quien quiera ser el primero, se haga como el último y el servidor de todos…”

 

Un nuevo Obispo

Una nueva oportunidad



 

Damos la bienvenida al nuevo Arzobispo de Córdoba y entendemos que se abre una oportunidad inmensa para renovar la fidelidad al Evangelio y a los pobres de la tierra.

Una oportunidad de renovación “en el Espíritu” que sopla dónde y cómo quiere.

Por eso nos animamos a expresar algunas de las características que consideramos importantes, para un “pastor”, en la comunidad de los creyentes y de todos en esta Córdoba conflictiva y maravillosa.

Deseamos

Un obispo despojado, sin títulos, sin honores, sin privilegios, sin pompas…de una sóla túnica, un solo par de sandalias…

Un obispo inclusivo, sobre todo con los “sin justicia”, con los diferentes, con los empobrecidos, con las mujeres, con los diversos, con los “descartables”…

Un obispo encarnado, en el dolor de los olvidados, en la desesperanza de los explotados, en las ambigüedades del conflicto social, en las tensiones políticas…

Un obispo embarrado en los aprietos populares, en las luchas ambientales, en las trincheras laborales, en el reclamo de los pueblos originarios…

Un obispo sudado caminando cada barrio, cada villa miseria, cada asentamiento, cada cárcel…

Un obispo corajudo ante las tentaciones del poder económico, político, religioso que no tema alzar la voz y desentonar el coro de los que oprimen, al estilo del cura gaucho Brochero …

Un obispo profeta capaz de denunciar de manera contundente los abusos del poder frente a los sectores populares y anunciar el Reino de liberación jesuánico…

Un obispo martirial, al estilo de Enrique Angelelli, como Jesús de Nazareth, dando la vida si fuera necesario nutrido del camino fecundo de los caídos de la tierra latinoamericana…

Un obispo libre, de todas las ataduras, de todos los fundamentalismos,  incluso las eclesiásticas,  obediente al Espíritu de Jesús y al clamor de empobrecidos, predilectos en el Reino de Dios…

Un obispo empático, sensible a todas las sensibilidades modernas, las ecológicas, la de los derechos sociales, la de género, las de la diversidad sexual, la de las mujeres, la de los jóvenes, la de los originarios…

Un obispo pueblo, con “olor a oveja” o mejor, que sea  y se sienta también una oveja entre pares que reconoce un único Pastor, el Jesús de las bienaventuranzas…

Un obispo democrático, que integra, que consulta, que se cuestiona, que escucha, que dialoga, que no impone, que respeta, que pide perdón, que no se impone, que convence, que agradece…

Bienvenido hermano Angel Rossi.

 

Grupo Sacerdotal Enrique Angelelli

Ateneo Angelelli

Comunidades cristianas

Comunidad FEBE

miércoles, 31 de marzo de 2021

Manos crucificadas

 


Manos crucificadas.

 

El crucificado no puede abrazar ni acariciar.

Sus manos clavadas. Sus brazos inmovilizados.

Sangran.

Manos ásperas de constructor. Manos rudas.

Los asesinos saben que el abrazo y la caricia de Jesús eran subversivos.

Abraza y acaricia a los que nadie quiere ni abrazar ni acariciar.

El cuerpo de Jesús era peligroso, insurrecto, perturbador.

Un cuerpo atrevido, sin miedo a tocar y ser tocado.

No podían controlarlo. No podían sujetarlo. Su andar imposible de detener.

Leprosos malolientes, prostitutas arrinconadas, maldecidos por los puros, violentados por el hambre …claman por encontrar y tocar el cuerpo de Jesús.

No quieren llorar más. Necesitan ser acariciados.

Su cuerpo era un oasis. Su cuerpo era un abrigo. Su cuerpo era un refugio.

Con sus manos rescató a Pedro de las profundidades del abismo, el abismo de nuestros miedos y temblores.

Con sus manos tomó un látigo para defender la casa de su Dios, la casa de los hijos e hijas maltratados.

Sus manos sanaban de toda inequidad, sus manos abrían puertas a la libertad.

En sus manos su cáliz y el cáliz de todos los crucificados de la historia.

Sus manos, heridas y sangrantes fueron ofrecidas y son ofrecidas a todos los derrotados: los perversos no nos han vencido.

Manos en el barro que desenmascara a los hipócritas cargados de inequidad y dejar ver a los corruptos del poder.

Fueron esas manos que escribiendo en la arena “misericordia quiero y no sacrificios” rescataron a la mujer amante adultera condenada por los estrictos de la Ley.

Manos capaces de multiplicar panes y peces para los hambrientos como señales del Reino, nadie puede pasar hambre.

Con solo levantar sus brazos todos los monstros de la inequidad y de la aberración se callaban, las tormentas del odio se rendían y huían despavoridas.

Manos guerreras para señalar a falsos profetas, “fariseos” de la religión, perversos de túnicas rituales.

Esas manos desafiaron a los corruptos del templo y del palacio, había que desaparecerlas, había que triturarlas, debían ser destruidas.

Esas manos había que atar, golpear, clavar.

Lastimar minuciosamente esa piel, esos músculos, estaba planificado.

Lo que no pudieron planificar es la memoria.

La memoria de las mujeres que ungieron con perfume ese cuerpo.

La memoria de mujeres que vendaron esas manos.

La memoria de mujeres acariciadas por Jesús.

La memoria de mujeres gritando: está vivo.

“…levantando sus manos los bendijo…” y se quedó para siempre.

 

Teólogo Nicolás Alessio

 

 

martes, 23 de febrero de 2021

Patriarcado religioso Feminicidios


Patriarcado religioso

Feminicidios

Debemos preguntarnos con mucha sinceridad sobre el vínculo entre doctrinas religiosas y la cultura patriarcal.

Lo haremos como un puntapié inicial.
En toda Latinoamérica, y en Córdoba en particular, "la de las campanas", profundamente religiosa y católica, algo huele mal.
¿Cuántos colegios, centros educativos, que pertenecen a las congregaciones de religiosas que tienen cientos de miles de alumnas han abordado esta problemática como un tema transversal, urgente? Lo mismo para con las congregaciones de varones.
También podríamos preguntarnos por todas las instituciones educativas, centros de formación, medios de comunicación de las parroquias católicas, o de las comunidades evangélicas.
¿Cuánto de responsabilidad ética y simbólica tiene el catolicismo, claramente patriarcal en su dogmática, en su teología, en su doctrina y en su enseñanza, en los femicidios?
¿Todavía creemos y sostenemos sin interpelarlo que “Dios” es varón, el “Padre”? ¿
Que las virtudes más destacadas de María, la madre de Jesús, sean su humildad y sumisión a la "voluntad" de ese "Padre"?
Estamos impregnados de esta violencia. Y no sólo cuando trágicamente se expresa de manera brutal contra una mujer.
Nuestras veneradas instituciones sudan machismo patriarcal: la Justicia, las Iglesias, los Gremios, las Empresas, las Fuerzas Armadas y de Seguridad, los Medios de Comunicación, el Sistema Educativo, las Universidades, los Partidos Políticos.
Por eso el cambio es muy a largo plazo, el problema está arraigado en nuestro humus cultural.
Hay que desmontar las raíces culturales del patriarcado que siempre será violento, y esto es una tarea profundamente pedagógica.
Atrás del asesinato de una mujer por ser mujer, se esconde una larguísima construcción cultural patriarcal, donde claramente, la mujer es inferior, descartable, el varón es “distinto”.
Y en esta construcción, la Iglesia Católica y también las Evangélicas, son absolutamente responsables.
Gozan de una tremenda penetración en la cultura popular, siguen sosteniendo doctrinas y rituales que refuerzan claramente el patriarcado y la inferioridad de la mujer, por lo tanto, funcionales a esta tragedia.
Nicolás Alessio, teólogo.