viernes, 27 de julio de 2018

Militares en la Calle Nunca Mas.



Rechazamos y repudiamos el intento apenas disimulado por parte del ejecutivo nacional de ejercer el control sobre los sectores populares, pueblos originarios, organizaciones sociales y gremiales que con dignidad, legalidad y legitimidad ejercen el derecho a reclamar, a protestar y a manifestarse de manera pública apoderándose de calles y plazas.

El decreto es claramente autoritario. En un tema tan sensible es torpe y poco democrático no pasar por el Congreso.

El decreto tiene nitidas ambigüedades que obviamente permitiran a las FFAA intervenir en conflictos internos con la sola decisión del poder presidencial.

La experiencia en otros paises de la región demuestra que la intervención de FFAA no solo no han resuelto los problemas del narcotráfico si no que se han agravado. Mas muertes mas violencia mas narcos.

Aquella consigna "el ajuste cierra con represión " se muestra con todo su dramatismo ...en este contexto de una crisis económica y social sin precedentes el decreto es altamente provocativo y funcional a una espiral ascendente de violencia.

Lo decimos con claridad haciéndonos eco del clamor que hoy se repite de mil maneras "militares en la calle nunca mas".

Grupo sacerdotal Enrique Angelelli.

jueves, 5 de julio de 2018

Aborto, legal o clandestino?


Aborto, legal o clandestino?
Grupo Sacerdotal Enrique Angelelli





El derecho a la vida es un derecho universal y para la ley argentina “la existencia de la persona humana comienza con la concepción”. 
Este “comienzo”indiscutible no impide pensar que por razones graves y fundadas, quienes así lo deseen, puedan interrumpir ese proceso. 
Por otra parte las cifras de los abortos clandestinos y sus secuelas, son alarmantes. Producen muerte o daños irreversibles en gran cantidad de casos, fundamentalmente entre mujeres pobres y jóvenes, lo que no sucede con aquellas que pueden pagar para garantizar el resguardo de la salud. Y esto genera una grave situación de inequidad social. 
Ante esta realidad se está reclamando una ley, ya votada favorablemente en la Cámara de Diputados, que permita la interrupción del embarazo cuando la mujer que está gestando lo requiera y que esta práctica esté legalmente establecida. 
Es evidente que el Código Penal que legisla sobre este tema, no ha alcanzado para resolver la existencia de los abortos ni sus nefastas consecuencias. Quienes recurren al aborto tendrán la posibilidad de hacerlo de manera legal, asegurando los cuidados terapéuticos que requiere semejante intervención y protegiendo la integridad física de la mujer. 
Nadie, razonablemente desea el aborto, situación compleja, dura y que deja marcas en la vida. Pero si podemos reclamar una ley que permita para quien lo solicite, la interrupción del embarazo con asistencia del Estado. 
Quienes no comparten el recurso al aborto, no pueden imponer sus criterios y convicciones a quienes lo piensan y lo viven de otra manera. 
Estamos en un mundo plural, donde es necesario aceptar la diversidad de posturas y opciones, aún ante cuestiones tan complejas como esta. 
La Iglesia católica, por otra parte, debe asumir que la cristiandad ya terminó; que ella ya no tiene el rol de rectora de las decisiones del conjunto de la sociedad; que en un mundo plural es imprescindible la convivencia armónica de la diversidad de opciones filosóficas, morales, religiosas; y que el Estado debe garantizar los derechos reclamados desde cualquier sector o colectivo socialmente representativo, siempre con miras al bien común. 
No contribuye a construir sociedad una postura dogmática que se encierra en los principios sin buscar la integración de ellos con la realidad y las problemáticas de cada momento. 
No se entienden tampoco esa suerte de “cruzadas” católicas, o también evangélicas, varias veces repetidas en la historia argentina, y que esta vez en nombre de la defensa de toda vida, pueden terminan siendo solo una demostración de fuerzas en franca pugna con quienes se han manifestado reclamando la legalización del aborto. 
La bandera de la defensa de “las dos vidas”, de la madre y del niño, no da respuesta a los planteos que dan origen a la propuesta de la nueva ley y termina favoreciendo la clandestinidad. 
Ante esto hay otros desafíos que son verdaderamente urgentes y que de verdad pueden aportar a una profunda defensa de la vida en el sentido más amplio: 
Garantizar un sistema de salud pública de calidad en todos sus aspectos; Insistir en la educación sexual, exigida por ley, en todos los ámbitos educativos, públicos o de gestión privada, formando sobre las responsabilidades respecto a la propia persona, incluida la sexualidad; Que también se clarifique sobre derechos y deberes del varón, ya que no puede apartarse a la hora de una decisión de la mujer sobre su embarazo. Reclamar a iglesias y religiones que repiensen sus posturas ante la sexualidad y la mujer; Que se instruya sobre los métodos seguros para una anticoncepción responsable; Que se reconozca la hipocresía de querer salvar la vida de un embrión si no se lucha denodadamente por salvar las vidas todas, en un sistema global de exclusión, empobrecimiento y destrucción masiva, por el hambre, las guerras, las invasiones, la destrucción del planeta y sus bienes naturales. 
Nos parece que esta consigna es suficientemente clara: Educación Sexual para decidir, Anticonceptivos para no abortar, Aborto legal para no morir. 
Sin pretender haberlo dicho todo respecto al tema, solo si se profundiza en estas cuestiones sin prejuicios ni reduccionismos, haremos el mejor aporte a la defensa de la vida, y vida digna, en todas sus etapas. 

Grupo Sacerdotal Enrique Angelelli - Córdoba, Julio 2018 -