lunes, 12 de noviembre de 2012

Comentario del Grupo de Curas en la Opción por los Pobres ante el Mensaje al pueblo de la patria difundido ayer por la Conferencia Episcopal Argentina

Comentario del Grupo de Curas en la Opción por los Pobres ante el Mensaje al pueblo de la patria difundido ayer por la Conferencia Episcopal Argentina: Unos 400 laicos, a raíz de las declaraciones del genocida, ex-general Videla, enviaron recientemente una carta a la Conferencia Episcopal Argentina. En ella formulan una serie de reclamos, todos importantes. La carta fue recibida en mano por el presidente de la Conferencia Episcopal, el que además, recibió luego a un grupo de esos laicos delegados para presentarla y explicar su génesis y el sentido de sus reclamos. Así se convino esperar la reunión de la Asamblea episcopal, donde él presentaría la carta. Probablemente en respuesta a ella, aunque no se la mencione, los obispos argentinos hacen llegar ayer un mensaje al pueblo de la Patria. Es ante este texto, que consideramos pobre e insuficiente, que quisiéramos señalar algunos aspectos que nos parecen importantes . Es evidente que todo hecho u omisión debe entenderse en su contexto, y de ello surgen atenuantes y agravantes. Eso ocurre en todos los órdenes de la vida; pero destacar dentro del contexto la "violencia guerrillera" pone -una vez más- un documento episcopal en el marco de la teoría de los dos demonios, teoría que rechazamos sin ninguna duda ya que hubo un solo "demonio" que fue el terrorismo de estado. . Las declaraciones del genocida Videla fueron bastante más allá del reconocimiento de una connivencia entre la conducción facciosa del Estado y la cúpula eclesiástica. Connivencia que no rechazaríamos tan livianamente como afirma mons. Arancedo, pero que supone muchas otras instancias que no son tenidas en cuenta en el documento. . A la pregunta de cuánto sabían sus "hermanos mayores", los obispos de tiempos de la dictadura, no hace falta demasiada investigación. Allí están los discursos de mons. Bonamín, mons. Plaza, mons. Tortolo (presidente de la CEA, elegido por sus "hermanos", por si hiciera falta recordarlo), por nombrar sólo los más emblemáticos. Aunque la lista podría fácilmente prolongarse en bastantes nombres más. . La cita de algunos párrafos nos parece insuficiente y limitado. Res non verba, decían los antiguos. No son algunas pocas palabras lo que se les cuestiona. Pueden haber dicho una palabra en 1972 contra la tortura (no hubiera estado mal repetirla en 1976), pero sabemos bien que fueron muchas las voces eclesiásticas episcopales o presbiterales que justificaron la tortura públicamente como un "mal menor", e incluso participaron de las mismas. No se entiende el tibio y limitado pedido de perdón del año 2000 si realmente creen que hicieron todo lo debido y necesario. No se entiende el silencio de los nombres de nuestros mártires desaparecidos, asesinados o torturados, como el Obispo Enrique Angelelli, Carlos de Dios Murias, Gabriel Longueville, Carlos Bustos, Pablo Gazzarri, Mauricio Silva, Orlando Yorio, Francisco Jálics, Wenceslao Pedernera, Alice Domon, Leoníe Duquet y tantos otros, si el supuesto pedido de perdón se pretende serio y responsable. . Somos conscientes que muy pocas instituciones hicieron un mea culpa por su actitud en la dictadura. Faltan empresarios, sindicalistas, periodistas, por mencionar algunos; pero no se trata de especular con el mal de muchos sino de afirmar lo que se espera del pastor: que dé "la vida por sus ovejas". Y algunos de esos mártires silenciados, así lo hicieron, por cierto. . Sin dudas hay heridas abiertas, pero en muchos casos, heridas que declaraciones episcopales no han hecho nada por cerrar, porque cuando se avanza en los juicios, se escuchan voces que hablan de reconciliación, de perdón, deslizando la idea implícita de que los juicios son motivados por venganza o revanchismo, desdiciendo todo lo que han afirmado de "la verdad y la justicia", para empezar. Nos gustaría una cercanía fraterna de los obispos con los organismos de Derechos Humanos que siguen luchando por la verdad, la memoria y la justicia en especial las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo, como en su momento lo hicieron con cariño y valentía Jorge Novak y Jaime de Nevares. Hoy -como ayer- más bien percibimos distancia. . Decir que "...reiteramos el pedido de perdón a quienes no hayamos...", es algo vano y falaz. El pedido de perdón debe ser concreto, por esto o por lo otro. Ninguno de nosotros aceptaría una confesión tan genérica sin reconocimiento concreto de las faltas o delitos cometidos. Así dicho simplemente es un pedido de perdón inexistente. . Es indispensable que se acepten y se apoyen las investigaciones de aquellos tiempos, especialmente cuando se negó que en la CEA hubiera archivos. Hoy hay libros bastante documentados sobre este y otros temas semejantes, afortunadamente. No olvidamos que ante todo somos ciudadanos de la Patria que reclama justicia, y esperamos que todos los miembros de la Iglesia -obispos incluidos, por cierto- colaboren en todo con la justicia, se acerquen a aportar toda la información disponible, y acepten los fallos correspondientes para cerrar heridas no desde el olvido y la impunidad, sino desde la verdad y la justicia que tanto proclamamos. . Nos parece muy insuficiente la declaración sobre los niños apropiados, porque no se trata sólo de exhortar, o de recordarles a los responsables que están moralmente obligados a declarar. Es sabido que la mayoría de los niños apropiados lo fueron (y en algunos casos con apoyo de instituciones católicas) para dar los niños a familias "occidentales y cristianas". En el texto se extraña que -con toda la firmeza y la autoridad de pastores- no exijan a los llamados cristianos a que den todos los datos que posean sobre los desaparecidos o niños apropiados ilegalmente para el reconocimiento de la verdad y la identidad, o para que tantas familias puedan hacer el luto y dar -al menos interiormente- cristiana sepultura a sus familiares asesinados. . Lamentamos el silencio acerca de la gravedad del tema de los capellanes militares y su actitud claramente cómplice con el genocidio. El caso del condenado por la justicia Christian von Wernich, que no fue suspendido en sus licencias o expulsado del ministerio, es emblemático, y sigue siendo un pecado que clama al cielo encubierto por un silencio escandaloso. Mientras tanto, Videla sigue comulgando y lo dice abiertamente a pesar de haber reconocido públicamente su delito que parece no ser entendido como pecado. . En ese sentido, debemos confesar que nos escandaliza que ante la sociedad parezca que usar preservativo sea más grave que la tortura; que el sexo pre-matrimonial sea más grave que violar mujeres detenidas-desaparecidas; que engendrar hijos fuera del sacramento del matrimonio sea más grave que apropiarse niños después de tirar al mar a sus padres, que la homosexualidad es una enfermedad perversa y más grave que ser un torturador o presenciar con sadismo y complicidad sesiones de tortura, que el aborto de una mujer angustiada en su situación de embarazo no deseado o provocado sea tenido por genocidio y como algo mucho más grave que arrojar personas vivas al mar, atadas, dopadas, y secuestradas. Lamentamos que una vez más, nuestros hermanos obispos perdieran la oportunidad de mirar la cara a la sociedad sanguinolenta al borde del camino y expresaran un sincero pedido de perdón, un reconocimiento de su pasado y un deseo concreto de reparación ante la muerte y el genocidio. Tanta reticencia durante años a llamar las cosas por su nombre no nos permite confiar plenamente como quisiéramos en la efectividad de estas declaraciones. Secretariado del Grupo de Curas en Opción por los Pobres Pbro. Juan Carlos Baigorri Pbro. Marcelo Ciaramella Pbro. Roberto Murall Pbro. Eduardo de la Serna

martes, 30 de octubre de 2012

Experiencias eclesiales latinoamericanas populares

POR UNA IGLESIA POBRE, PROFÉTICA, POPULAR Y LIBERADORA COMUNIDAD FEBE, ARGENTINA, CORDOBA, CELEBRANDO LA RECONCILIACION Y EL BAUTISMO

jueves, 4 de octubre de 2012

Declaración de curas, religiosos, cristianos y no cristianos ante la próxima marcha ("cacerolazo")

Declaración de curas, religiosos, cristianos y no cristianos ante la próxima marcha Presentan, Pbros. Eduardo de la Serna, Marcelo Ciaramella, Roberto Murall, Juan Carlos Baigorrí Días pasados, un grupo muy numeroso de personas se movilizó manifestando diferentes críticas al gobierno nacional. El éxito de la marcha alentó a los organizadores a preparar una nueva manifestación para los próximos días. Frente a esto, nuestro compromiso a favor de los pobres nos invita a dar nuestra opinión: 1. Nos parece muy positivo que la población se manifieste activamente para expresar acuerdos o desacuerdos. La desmovilización y despolitización fue heredera del miedo impuesto por la dictadura de fines de los años 70 y se vio reforzada por las políticas de la década de los 90; 2. Lamentamos de la marcha pasada, y alentamos a los organizadores a evitarlo en las eventuales marchas subsiguientes, toda manifestación violenta, desde banderas nazis hasta cánticos deseando la muerte a la presidenta, la falta de respeto a las Madres y Abuelas, el desprecio profundo a los pobres o cosas semejantes, de las cuales no hemos escuchado rechazo por parte de organizadores u opositores. Nos parece que esas manifestaciones desvirtúan toda propuesta o crítica si pretende ser constructiva, lo que en principio desearíamos. A la vez, cuestionamos el generalizaciones indiscriminadas o el "ninguneo" a toda crítica por parte de sectores del oficialismo; 3. Repudiamos sin el más mínimo atisbo de duda cualquier declaración que aluda al actual gobierno como "dictadura". Se podrá manifestar desacuerdo con diferentes medidas, y es justo expresarse públicamente y acorde a derecho hacerlo, pero una dictadura -como la dictadura cívico-militar que hemos padecido y muchas de cuyas consecuencias todavía padecemos- es algo muy diferente al modo actual de ejercicio del gobierno, gobierno constitucional que además fue elegido recientemente con el 54% de los votos; 4. Lamentamos que las más variadas -y hasta opuestas- críticas al gobierno confluyan en una misma marcha, ya que de ese modo no es claro qué es lo que se propone o contra qué medida específica de gobierno se manifiesta y si los reclamos son veraces o deformados. En esas condiciones no es fácil el diálogo o el debate, ya que no se entiende qué aspecto se quiere resaltar o con cuál se quiere debatir; 5. Invitamos a los organizadores a expresar públicamente una "profesión de fe" democrática para desalentar cualquier amago de actitud destituyente, que siempre estará sobrevolando en estos actos, y que algunos medios alientan; 6. Invitamos, finalmente, tanto a los organizadores como a los participantes, a mirar con grandeza, dejando de lado eventuales actitudes y reclamos preocupados únicamente con su propio bienestar, comodidad o deseos, y a mirar con equidad particularmente las medidas de gobierno o propuestas políticas que más beneficien a los pobres, teniendo en cuenta a los más desfavorecidos de la sociedad en la actual situación internacional y según las actuales posibilidades concretas. Firmas Setiembre 2012

martes, 18 de septiembre de 2012

¿Tiene salvación la Iglesia? Comentario de Leonardo Boff al libro de Hans Kung

¿Tiene salvación la Iglesia? por Leonardo Boff 14 set 2012 http://www.servicioskoinonia.org/boff/articulo.php?num=506 Esta pregunta ha sido formulada por uno de los más renombrados y fecundos teólogos del área del catolicismo: el suizo-alemán Hans Küng en un libro reciente que lleva este mismo título ¿Tiene salvación la Iglesia ? (2012). De forma entusiasta fomentó la renovación de la Iglesia junto con su colega de la Universidad de Tubinga, Joseph Ratzinger. Ha escrito una vasta obra sobre la Iglesia, el ecumenismo, las religiones y otros temas relevantes. Debido a un libro suyo que cuestionaba la infalibilidad papal fue duramente castigado por la ex-Inquisición. No abandonó la Iglesia, sino que se empeñó como pocos en su reforma con libros, cartas abiertas y llamamientos a obispos y a la comunidad cristiana para que se abriesen al diálogo con el mundo moderno y con la nueva situación planetaria de la humanidad. No se evangelizan personas, hijos e hijas de nuestro tiempo, presentándoles un modelo de Iglesia, hecha bastión de conservadurismo y de autoritarismo y sintiéndose una fortaleza asediada por la modernidad, que es considerada responsable de todo tipo de relativismo. Digamos de paso que la crítica feroz que el papa actual dirige contra el relativismo, la realiza a partir de su polo opuesto, un invencible absolutismo. Esta es la tónica que está siendo impuesta por los dos últimos papas, Juan Pablo II y Benedicto XVI: un no a las reformas y una vuelta a la tradición y a la gran disciplina, orquestadas por la jerarquía eclesiástica. El presente libro: ¿Tiene salvación la Iglesia? (2012) expresa un grito casi desesperado en pro de transformaciones y, al mismo tiempo, una manifestación generosa de esperanza de que éstas son posibles y necesarias, si no se quiere entrar en un lamentable colapso institucional. Quede claro, para empezar, que cuando Küng y yo mismo hablamos de Iglesia, entendemos la comunidad de aquellos que se sienten comprometidos con la figura y la causa de Jesús, cuyo foco reside en el amor incondicional, en la centralidad de los pobres e invisibles, en la hermandad de todos los seres humanos y en la revelación de que somos hijos e hijas de Dios, siendo el mismo Jesús quien dejó entrever que él era el propio Hijo de Dios que asumió nuestra contradictoria humanidad. Éste es el sentido originario y verdadero de Iglesia. Pero históricamente la palabra Iglesia ha sido apropiada por la jerarquía (desde el papa a los curas); ella se identifica como Iglesia tout court y se presenta como la Iglesia. Pues bien, lo que está en profunda crisis es esta segunda concepción de Iglesia, que Küng llama “sistema romano”, o sea, “la Iglesia institución-jerárquica” o “la estructura monárquico-absolutista de mando”, cuya sede se encuentra en el Vaticano y se centra en la figura del papa con el aparato que le rodea: la curia romana. Esta crisis se prolonga desde hace siglos y el clamor por cambios atraviesa la historia de la Iglesia, culminando en la Reforma del siglo XVI y en el Concilio Vaticano II (1962-1965) de nuestros días. En términos estructurales, las reformas estructurales siempre fueron superficiales o aplazadas o simplemente abortadas. En los últimos tiempos, sin embargo, la crisis ha adquirido una gravedad especial. La Iglesia institución (papa, cardenales, obispos y curas), repito, no la gran comunidad de los fieles, ha sido alcanzada en su corazón, en aquello que era su gran pretensión: la de ser “guía y maestra de moral” para toda la humanidad. Algunos datos ya conocidos han puesto en jaque tal pretensión y han llevado el descrédito a la Iglesia institución, lo cual ha ocasionado gran emigración de fieles. Los escándalos financieros involucrando al Banco Vaticano (IOR), que se transformó en una especie de off-shore de lavado de dinero; los documentos secretos sustraídos, quien sabe si hasta de la mesa del Papa, por su propio secretario y vendidos a los periódicos, revelando las intrigas por el poder entre cardenales; y especialmente la cuestión de los sacerdotes pedófilos, miles de casos en varios países, que involucran a padres, obispos y hasta al cardenal de Viena Hans Hermann Groer. Gravísima fue la instrucción dada por el entonces cardenal Ratzinger a todos los obispos del mundo de encubrir, bajo sigilo pontificio, los abusos sexuales a menores para evitar que los curas pedófilos fuesen denunciados a las autoridades civiles. Finalmente el Papa tuvo que reconocer el carácter criminal de la pedofilia y aceptar su enjuiciamiento por los tribunales civiles. Küng muestra, con erudición histórica irrefutable, los pasos dados por los papas al pasar de sucesores de Pedro a vicarios de Cristo y a representantes de Dios en la Tierra. Los títulos que el canon 331 confiere al papa son de tal magnitud que, en realidad, caben solamente a Dios. Una monarquía papal absoluta con báculo dorado no concuerda con el cayado de madera del Buen Pastor que cuida con amor de sus ovejas y las confirma en la fe, como pidió el Maestro (Lc 22,32).

jueves, 13 de septiembre de 2012

MENSAJE DEL XXXII CONGRESO DE TEOLOGÍA “CRISTIANISMO, MERCADO Y MOVIMIENTOS SOCIALES” Celebrado en Madrid del 6 al 9 de septiembre de 2012

MENSAJE DEL XXXII CONGRESO DE TEOLOGÍA “CRISTIANISMO, MERCADO Y MOVIMIENTOS SOCIALES” Celebrado en Madrid del 6 al 9 de septiembre de 2012 MADRID. ECLESALIA, 10/09/12.- Del 6 al 9 de septiembre de 2012 nos hemos reunidos en Madrid cristianos y cristianas de las diferentes tradiciones eclesiales y de todos los continentes para reflexionar sobre Cristianismo, mercado y movimientos sociales, intercambiar experiencias y buscar alternativas. Queremos compartir el siguiente mensaje 1 El mercado-centrismo es la institución suprema del neoliberalismo que convierte a los seres humanos en mercancía y en piezas subalternas del sistema, identifica la justicia con el cumplimiento de la legalidad, dictada por el mercado, y reduce los derechos humanos al derecho de propiedad. El mercado genera situaciones de muerte para millones de seres humanos y para la naturaleza. 2. Vemos con especial preocupación y nos provocan indignación las consecuencias de la crisis, provocada por los poderes financieros, que castiga injustamente a los sectores más vulnerables de la sociedad en todo el mundo, y de manera especial en algunos países de Europa como Grecia, Portugal y España, donde se está produciendo un espectacular incremento de la pobreza en una sociedad con recursos suficientes para satisfacer las necesidades de la población. 3. En medio de esta situación valoramos positivamente los gestos de solidaridad de algunos miembros del clero y de la jerarquía eclesiástica, pero expresamos nuestro malestar e indignación ante el silencio de la Conferencia Episcopal Española, tan locuaz en otras ocasiones y ante otras cuestiones. La sociedad percibe dicho silencio como escándalo y complicidad con quienes han provocado la crisis. Nosotros lo consideramos insensibilidad ante la injusticia, alejamiento del mensaje liberador del Evangelio y falta de compasión con las víctimas. Creemos que tal actitud se debe a la cómoda instalación de la Iglesia institucional en una situación de privilegio. Lo que contrasta con los recortes en todos los terrenos. 4. Nosotros mismos, los participantes en este Congreso, no estamos exentos de contradicciones e incoherencias entre nuestro modo de pensar alternativo y nuestra forma de vivir acomodaticia, nuestra actitud crítica y nuestra práctica conformista; la crítica al consumo y nuestro consumismo; la opción por los pobres y nuestra falta de testimonio de pobreza. 5. La respuesta a la crisis requiere un nuevo paradigma que se traduzca en transformaciones estructurales, revolución de la subjetividad y de las conciencias, de los hábitos de vida y de las relaciones personales, bajo la guía y la prioridad de los valores éticos, presentes en todas las tradiciones religiosas, morales y espirituales, si bien con frecuencia incumplidos. Entre ellos cabe destacar: la dignidad humana frente al trato inhumano que reciben millones de seres humanos; el respeto a la vida, contra la violencia en sus diversas formas; la justicia global; la verdad, la honradez y la igualdad de género. 6. Reconocemos la importancia de los movimientos sociales, que constituyen mediaciones necesarias para transformar la realidad; son alternativa al pensamiento único y a la globalización neoliberal; recuperan valores que parecían en vías de extinción y se rebelan contra una realidad caracterizada por la explotación, la dominación y la tendencia a reducir la razón a mero cálculo. 7. Especial significación ha reconocido el Congreso al feminismo como teoría de la emancipación y de la igualdad no clónica entre hombres y mujeres; práctica de la sororidad internacional y defensa de las reivindicaciones de las mujeres, que, con frecuencia, se ven relegadas en nombre de “intereses generales superiores”, incluso en los propios movimientos sociales. 8. No podemos instalarnos en el pesimismo y el fatalismo históricos. Existen alternativas. Por eso apoyamos y hacemos nuestras las iniciativas siguientes para salir de la crisis: creación de una asamblea constituyente, desobediencia civil, banca ética, tasa Tobin, reparto del trabajo, universalización de los servicios sociales, reconocimiento de la ciudadanía a todos los residentes en nuestro territorio, pactos de ayuda mutua sin subordinación, soberanía alimentaria, cambio en los modelos de producción, etc. 9. Como cristianas y cristianos nos comprometemos a: Recuperar la herencia de Jesús, que se caracteriza por la opción por los excluidos y marginados, la compasión como principio de actuación y la afirmación de la autoridad de los que sufren. Seguir el espíritu y la práctica de Jesús, que consiste en humanizar el mundo comenzando por los últimos, luchar contra el olvido de las víctimas y ponernos de su lado. Afirmar la incompatibilidad entre Dios y el Dinero y luchar contra el Imperio del Dinero. Practicar la resistencia al sistema desde la no violencia activa Participar activamente en los movimientos sociales, los antiguos y los nuevos, y de manera especial en los diferentes Foros Sociales, que trabajan por “Otro Mundo Posible”, y en el movimiento de los Indignados, en cuyo horizonte se sitúa Jesús de Nazaret, Indignado con las autoridades religiosas, el patriarcado y los poderes políticos y económicos de su tiempo. (Eclesalia Informativo autoriza y recomienda la difusión de sus artículos, indicando su procedencia). Madrid, 9 de septiembre de 2012. Para más información: http://www.congresodeteologia.info

Nueva ofensiva vaticana a 50 años del Vaticano II

Nueva ofensiva vaticana a 50 años del Vaticano II Benedicto XVI y el Año de la Fe El pancatolicismo No es algo nuevo. La pretensión hegemónica de dominio ético-cultural a nivel planetario de las cúpulas romanas-vaticanas tiene una larga trayectoria. Jamás se desprendieron de aquella costumbre de coronar a los monarcas. Costumbre nada evangélica, por cierto. Lo que significa un poder que se considera absoluto, por encima de todo otro poder. Y es simple ¿qué por encima de Dios? Juan Pablo II lo decía con mucha claridad y lo repetía de manera abundante . Es uno de los ejes de todo su pontificado. La verdad última sobre la vida del hombre la ha recibido la Iglesia y la Iglesia tiene que “ofrecerla” al mundo como un “servicio”. Solo ellos tiene la “verdadera sabiduría” que necesita “el hombre contemporáneo” . El “Año de la fe” convocado por Benedicto XVI será el marco de una nueva ofensiva pancatólica. Nosotros estamos convencidos que es la Verdad la que libera, como dijo Jesús, y no el Vaticano. Ellos, están convencidos de absolutamente lo contrario: el Vaticano libera, porque es depositario de “la” verdad. Por eso, disciplinar y adoctrinar son las consignas fundamentales. Todas apuntando a fortalecer la "cultura-identidad católica" donde se ha perdido o está en riesgo de disolución, desde la "hermenéutica correcta" del Concilio Vaticano II y obvia decirlo, la única “hermenéutica correcta” es la Vaticana, no cabe la posibilidad de “otras” hermenéuticas. El instrumento privilegiado de la avanzada será el Catecismo . Nada debe quedar fuera de los marcos éticos, morales, culturales de la Iglesia Católica Apostólica y Romana. Y a la fe se le debe “obediencia”. No es discutible. Hay que “someterse” . Las pretendidas corrientes que pugnan por una moral autónoma, heterónoma, que no estén bajo la tutela de ninguna religión, son solo extravíos. Algo puede la razón humana por sí misma, pero solo la obediencia a la fe podrá liberarla de sus limitaciones, y llevarla por caminos sin tropiezos hasta “el final” . Todo el género humano, el verdadero sentido de la existencia, todos los deseos de la historia, todo, absolutamente todo, tiene en Cristo su centro, su eje, su sentido, su fin . Nada tiene un valor pleno por o en sí mismo. Toda la realidad humana y la realidad cósmica solo se pueden entender en plenitud “en Cristo”. Lo que más se puede conceder a otras religiones, otras iglesias, otras filosofías, otras ideologías, otras maneras de conocer es ser “preparación para”, “anticipos de”, tan solo “semillas” de la auténtica palabra-verdad verdadera. Solo eso. El documento “El Esplendor de la Verdad”, de Juan Pablo II, no deja lugar a dudas. Absolutamente toda la verdad, no solo la estrictamente religiosa, sino también la “verdad moral”, aquella que tiene que ver con la conciencia del hombre, con sus deseos, con sus actitudes, con su manera de vivir, su manera de organizar la convivencia social, con su manera de entender el sexo, la familia, la justicia, los grandes interrogantes de la existencia humana, el fin último de la existencia personal, “el misterio del hombre”, las realidades culturales, están bajo la guía estricta de la Iglesia , caen dentro del poder normativo eclesial. Todo intento de reflexionar, pensar, sentir, vivir una “moral” , una “ética” que no se encuadre bajo la guía de la jerarquía católica, no dejará de ser, como mucho, insuficiente, precario, ambiguo, cuando no, destructivo . Esos intentos son tan solo un camino, una ayuda, un esfuerzo, pero siempre lejos de la verdad plena. Dicho de manera simple, pero no desacertada, si alguien quiere honestamente conocer la verdad, “la verdad completa”, no puede dejar de someter su sano juicio a lo que la Iglesia romana vaticana, a través del “magisterio” (palabra no inocente pero muy frecuente de documentos oficiales), diga, sentencie o sugiera . Desde estas premisas, pre-conceptos dogmáticos, cerrados, duros y, al final, posturas altaneras, se juzga la realidad y se concluye de manera categórica. La crisis de civilización es “descristianización” , una de las maneras que gustan los pontífices para referirse e interpretar todas las calamidades que sufrimos como humanidad. Se ha puesto en crisis el ordenamiento católico romano, y con ello la pérdida de los valores fundamentales que, digámoslo nuevamente, solo en Cristo tienen su plenitud . Lejos de la tutela, la mano amorosa de la “madre” Iglesia, solo queda el caos, el desconcierto, la ruina. Pablo VI, que fuera un hombre de profunda esperanza y abierto al diálogo, no dejaba de señalar que una de las características de la sociedad de su tiempo era ser “…desacralizada, sin alma, sin amor…”. Lo que significa, en buen romance, sin respeto al Dios Católico . Todos los males de este mundo en este momento histórico tienen una única razón fundamental y nítida explicación: el olvido de Dios y por ende la pérdida del sentido del pecado, de lo que está bien y de lo que está mal. Pero atentos, no de cualquier Dios, estamos hablando del Dios “único y verdadero”, que tiene sus guardianes, custodios, lugartenientes en Roma, más precisamente en el Vaticano. Por eso, la apuesta es que solo el regreso al Dios presentado por sus custodios y voceros, podrá alumbrar justicia, solidaridad y paz en cada rincón de nuestra herida humanidad y en cada rincón de la conciencia de los hombres. El Dios Católico está ausente y junto a su ausencia todos los valores morales que se han olvidado, perdido o cuestionado severamente, primero por la modernidad y luego por la pos-modernidad. Sobre todo lo relativo al sexo, al matrimonio, a la familia, a la libertad, a la conciencia personal, a los derechos humanos. Si el mundo se convirtiera nuevamente al Dios Católico, tratando de vivir según sus preceptos y mandatos, bien derecha andaría la humanidad perdida. Hay que superar la cultura “secularizada”, el “olvido de Dios” , de lo contrario no encontraremos el destino de la historia y el sentido de la existencia humana sería un “enigma insoluble” (Cfr. Fides et Ratio n° 12) A recuperar este lugar perdido apunta la convocatoria a una “nueva evangelización”, tema del próximo XIII Sínodo de Obispos de todo el mundo, en el marco del “Año de la Fe”. Se trata de una estrategia bien diseñada, con tiempo, con documentos, con consultas. Esta “metodología” minuciosa del vaticano es envidiable, dicen los “Lineamenta” (doc. Preparatorio para el Sínodo): “…después de haber consultado al Episcopado de todo el mundo y después de haber escuchado al Consejo ordinario de la Secretaria General del Sínodo de los obispos, he decidido dedicar la próxima Asamblea General Ordinaria, en 2012, al siguiente tema: Nova evangelizatio ad christianam fidem tradendam, La nueva evangelización para la transmisión de la fe cristiana” . O sea, un Sínodo preocupado por la “doctrina” (la fe) y no por los empobrecidos de este mundo. Es una apuesta mayor a la de la “Cristiandad”. Aquellos que soñaron y apostaron a constituir un mundo cristiano, una civilización cristiana, una cultura mundial cristiana, entendían que los valores humanos encontrados en el cristianismo eran suficiente fuente para dejar atrás odios, enemistades y guerras fratricidas. Una civilización nutrida del impulso moral cristiano es suficiente para construir, en lenguaje más eclesial, la “civilización del amor”. Pero eso no alcanza. Los “valores cristianos” solo se pueden presentar, entender, creer, asumir, vivir, desde la comprensión que tiene el Vaticano. No se trata de cualquier cristianismo, se trata del vaticano-romano. Se valoran los intentos sanos de otras corrientes y comunidades cristianas, incluso de religiones no cristianas, para señalar sus propios códigos éticos, pero son solo eso, “intentos sanos”. Solo la fe, la “revelación”, tal como la presenta la iglesia católica, “purifica” la razón . De lo contario, se pierde en el error, el desvarío, las tentaciones “mundanas”. La reciente condena de la Congregación para la Doctrina de la Fe que ha dictaminado que la Hna. Margaret Farley “se aleja de la doctrina católica sobre el papel del magisterio y sobre la moral sexual enseñada por la iglesia en relación a la masturbación, los actos homosexuales, las uniones homosexuales, la indisolubilidad del matrimonio y el problema del divorcio seguido de nuevas nupcias civiles” son solo un dato más de este intento de encorsetar la conciencia de la humanidad bajo los criterios morales católicos, porque, de lo contrario su “divulgación podía causar grave daño a los fieles”. Por todo esto no debe extrañarnos cuando el episcopado argentino pone toda la carne en el asador para que cada ley de la democracia argentina se adecue a su pensamiento. Las presiones sobre las reformas al Código Civil, como lo fueron las ejecutadas sobre la Ley del Matrimonio Igualitario y mucho antes frente a la ley de divorcio civil, son también solo un botón de muestra de este intento “pancatólico”. Intento condenado al fracaso en una humanidad que no necesita de “expertos iluminados” que deban señalar autoritariamente lo que se debe o se puede hacer o dejar de hacer. Una humanidad que ya aprendió a caminar buscando sus propios caminos y criterios para vivir, respetando la pluralidad de voces, de intentos, de búsquedas. Una humanidad que tiene mucho que cuidar de sí misma, pero que sabe que no será sometiéndose a ningún autoritarismo que podrá lograr mayor dignidad y libertad. Al contrario. Pbro. Nicolás Alessio, teólogo Setiembre 2012

sábado, 8 de septiembre de 2012

La Iglesia se ha quedado atrás en 200 años. ¿Cómo es posible que no se mueva? ¿Tenemos miedo? ¿Miedo en lugar de coraje? De todos modos, la fe es el fundamento de la Iglesia. La fe, la confianza, el coraje.

Después de Martini, el debate sobre su testamento espiritual Su última entrevista, publicada póstumamente, ha encendido la polémica. Las altas jerarquías de la Iglesia la han obviado, con la única excepción del cardenal Ruini. Un motivo más para analizarla críticamente de Sandro Magister ROMA, 6 de septiembre de 2012 - "El cardenal Martini no nos ha dejado un testamento espiritual, en el sentido explícito de la palabra. Toda su herencia está en su vida y en su magisterio, y a ella nosotros haremos referencia aún durante tiempo. Sin embargo, ha elegido la frase que hay que colocar en su tumba, extraída del salmo 119 [118]: ' Tu palabra es una lámpara para mis pasos, y una luz en mi camino'. De este modo, él mismo nos ha dado la clave para interpretar su existencia y su ministerio". Con estas palabras, pronunciadas el 3 de septiembre en la homilía del funeral de su predecesor el cardenal Carlo Maria Martini, el arzobispo de Milán, el cardenal Angelo Scola, ha revocado el título de "testamento espiritual" a la entrevista de Martini publicada el día después de su muerte por el "Corriere della Sera": L'ultima intervista: "Chiesa indietro di 200 anni. Perché non si scuote, perché abbiamo paura?" Efectivamente, si de verdad esta entrevista fuese la quintaesencia del legado de Martini a la Iglesia y al mundo - como los responsables de la misma han querido hacer creer - la figura del difunto cardenal correspondería justamente a esa etiqueta de "antipapa" que le ha sido aplicada durante años por círculos internos y externos a la Iglesia, pero que choca clamorosamente con las elevadas y conmovidas declaraciones de estima que el mismo Benedicto XVI le ha dirigido en repetidas ocasiones; última de ellas, el inusual mensaje a la archidiócesis de Milán el día del funeral de quien fue su arzobispo desde 1979 a 2002: "Cari fratelli e sorelle, in questo momento desidero esprimere..." Quien hizo la entrevista el pasado 8 de agosto, tres semanas antes del deceso del cardenal, fue el jesuita austriaco Georg Sporschill, acompañado por una italiana residente en Viena, Federica Radice Fossati Confalonieri. Padre Sporschill es el mismo que en 2008 se ocupó de la publicación del libro de mayor éxito del mismo Martini, también ese en forma de entrevista, "Coloquios nocturnos en Jerusalén".Si a este libro se añaden los otros libros-entrevistas publicados por Martini en estos últimos años, escritos a cuatro manos con católicos "borderline" como don Luigi Verzé y el médico Ignazio Marino, y llenos de tesis ambiguas o heterodoxas sobre el inicio y el final de la vida, el matrimonio y la sexualidad, la división entre este cardenal y los últimos dos Papas parecería aún más evidente. Entre las personalidades importantes de la Iglesia que en los días pasados han expresado su parecer sobre la figura del cardenal difunto, sólo el cardenal Camillo Ruini, presidente de la conferencia episcopal italiana desde 1991 a 2007, no ha omitido esta división. En una entrevista concedida a Marina Corradi en "Avvenire" el 1 de septiembre, a la observación que sobre temas como fecundación artificial y uniones homosexuales "Martini parecía más abierto a las razones de cierta cultura laica" y "ha expresado en público posiciones claramente lejanas a las de la CEI" de la cual formaba parte, Ruini respondió: "No lo niego, como no escondo que estoy íntimamente convencido del fundamento de las posiciones de la CEI, que son también las del magisterio pontificio y tienen una profunda raíz antropológica". En una sucesiva entrevista al "Corriere della Sera" del 5 de septiembre, ha comentado de este modo la afirmación de Martini, en su presunto "testamento espiritual", según el cual "la Iglesia se ha quedado atrás en 200 años": "En mi opinión, hace falta distinguir dos formas de distancia de la Iglesia de nuestro tiempo. Una es un verdadero retraso, causado por los límites y pecados de los hombres de Iglesia, en particular por la incapacidad de ver las oportunidades que se abren hoy para el Evangelio. La otra distancia es muy distinta. Es la distancia de Jesucristo y de su Evangelio y, por consiguiente, de la Iglesia respecto a cualquier tiempo, incluido el nuestro pero también de aquel en el que vivió Jesús. Esta distancia tiene que existir y nos llama a la conversión no sólo de las personas, sino también de la cultura y de la historia. En este sentido también hoy la Iglesia no está atrasada, sino que está más adelantada porque en esa conversión está la clave de un futuro bueno". Pero a parte de Ruini, ningún otro hombre importante de Iglesia ha mencionado, en los comentarios tras su muerte, los elementos efectivamente controvertidos de la figura del cardenal Martini. El recuerdo ha ido exclusiva y genéricamente a sus méritos como biblista y pastor, a la Escuela de la Palabra, a la promoción de la caridad, al diálogo con los no creyentes, a la cercanía a situaciones existenciales difíciles. En otras palabras, el recuerdo casi exclusivo ha sido para el Martini arzobispo, no para el Martini líder de opinión de los últimos años, exaltado por los medios de comunicación laicos, como también por los fautores católicos de un imaginario Concilio Vaticano III y de una Iglesia democratizada. Se ha asistido en los días pasados a un diluvio de conmemoraciones muy selectivo, con un silencio casi universal sobre los aspectos problemáticos del personaje y sus comentarios públicos en los últimos años. Sin embargo, ello no ha impedido que la entrevista presentada como "testamento espiritual" de Martini, por él "leída y aprobada", haya dado la vuelta al mundo, consolidando justamente esa imagen suya de profeta alternativo que en los vértices de la Iglesia se querría exorcizar. Un motivo más para leer de nuevo y analizar de forma crítica esta entrevista póstuma, como hace el profesor Pietro De Marco, docente en la universidad de Florencia y en la facultad teológica de Italia central, en la nota que la sigue. __________ LA ÚLTIMA ENTREVISTA DE CARLO MARIA MARTINI de Georg Sporschill S.I. y Federica Radice Fossati Confalonieri P. - ¿Cómo ve Usted la situación de la Iglesia? R. - La Iglesia está cansada, en la Europa del bienestar y en América. Nuestra cultura ha envejecido, nuestras Iglesias son grandes, nuestras casas religiosas están vacías, el aparato burocrático de la Iglesia aumenta, nuestros ritos y nuestros hábitos son pomposos. Estas cosas sin embargo, ¿expresan lo que somos nosotros hoy? (.) El bienestar pesa. Nos encontramos allí como el joven rico que, triste, se fue cuando Jesús lo llamó para que se convirtiera en uno de sus discípulos. Sé que no podemos dejar todo con facilidad. Pero por lo menos podríamos buscar hombres que sean libres y más cercanos al prójimo, como lo fueron el obispo Romero y los mártires jesuitas de El Salvador. ¿Dónde están entre nosotros los héroes en los que inspirarnos? Por ninguna razón debemos limitarlos a los vínculos de la institución. P. - ¿Quién puede ayudar a la Iglesia hoy? R. - Padre Karl Rahner utilizaba con gusto la imagen de las brasas que se esconden debajo de la ceniza. Yo veo en la Iglesia de hoy tanta ceniza sobre las brasas que a menudo me surge un sentido de impotencia. ¿Cómo se pueden liberar las brasas de la ceniza en modo tal que se fortalezca la llama del amor? Antes que nada debemos buscar estas brasas. ¿Dónde están las personas llenas de generosidad como el buen samaritano? ¿Qué tienen fe como el centurión romano? ¿Que son entusiastas como Juan Bautista? ¿Qué osan lo nuevo como Pablo? ¿Que son fieles como María Magdalena? Yo aconsejo al Papa y a los obispos que busquen a doce personas fuera de lo común para los puestos de dirección. Hombres que están cercanos a los más pobres, que estén rodeados de jóvenes y que experimenten cosas nuevas. Necesitamos confrontarnos con hombres que ardan en modo tal que el espíritu pueda difundirse por doquier. P. - ¿Qué instrumentos aconseja contra el cansancio de la Iglesia? R. - Aconsejo tres muy fuertes. El primero es la conversión: la Iglesia debe reconocer los propios errores y debe recorrer un camino radical de cambio, empezando por el Papa y los obispos. Los escándalos de las pedofilia nos empujan a iniciar un camino de conversión. Las preguntas sobre la sexualidad y sobre todos los temas que implican el cuerpo son un ejemplo. Estos son importantes para cada uno, y a veces quizá son incluso demasiado importantes. Tenemos que preguntarnos si la gente escucha aún los consejos de la Iglesia en materia sexual. La Iglesia en este campo, ¿es aún una autoridad de referencia o sólo una caricatura en los medios de comunicación? El segundo es la Palabra de Dios. El Concilio Vaticano II ha devuelto la Biblia a los católicos. (...) Sólo quien percibe en su corazón esta Palabra puede formar parte de aquellos que ayudarán a la renovación de la Iglesia, y sabrán responder a las preguntas personales con una elección justa. La Palabra de Dios es simple y busca como compañero un corazón que escuche (...). Ni el clero ni el derecho eclesial pueden sustituirse a la interioridad del hombre. Todas las reglas externas, las leyes, los dogmas nos han sido dados para aclarar la voz interna y para el discernimiento de los espíritus. ¿Para quién son los sacramentos? Estos son el tercer instrumento de curación. Los sacramentos no son un instrumento para la disciplina, sino una ayuda para los hombres en los momentos del camino y en las debilidades de la vida. ¿Llevamos los sacramentos a los hombres que necesitan una fuerza nueva? Pienso en todos los divorciados y en las parejas que se han vuelto a casar, en las familias ampliadas: necesitan una protección especial. La Iglesia sostiene la indisolubilidad del matrimonio. Es una gracia cuando un matrimonio y una familia lo consiguen (...). La actitud que tenemos hacia las familias ampliadas determinará el acercamiento a la Iglesia de la generación de los hijos. Una mujer ha sido abandonada por el marido y encuentra un nuevo compañero que se ocupa de ella y de sus tres hijos. El segundo amor lo consigue. Si esta familia es discriminada, no sólo se aparta a la madre, sino también a sus hijos. Si los padres se sienten fuera de la Iglesia o no sienten su apoyo, la Iglesia perderá a la generación futura. Antes de la comunión rezamos: "Señor, no soy digno...". Nosotros sabemos que no somos dignos (...). El amor es gracia. El amor es un don. Se debería dar la vuelta a la pregunta sobre si los divorciados pueden tomar la comunión. ¿Cómo puede la Iglesia ayudar con la fuerza de los sacramentos a quienes tienen situaciones familiares complejas? D. - Usted, personalmente, ¿qué hace? R. - La Iglesia se ha quedado atrás en 200 años. ¿Cómo es posible que no se mueva? ¿Tenemos miedo? ¿Miedo en lugar de coraje? De todos modos, la fe es el fundamento de la Iglesia. La fe, la confianza, el coraje. Yo soy viejo y estoy enfermo y dependo de la ayuda de otros. Las personas bondadosas que me rodean me hacen sentir el amor. Este amor es más fuerte que el sentimiento de desconfianza que de vez en cuando percibo respecto a la Iglesia en Europa. Sólo el amor vence al cansancio. Dios es amor. Yo tengo aún una pregunta para ti: ¿qué puedes hacer tú por la Iglesia? Del "Corriere della Sera", 1 de septiembre de 2012

jueves, 23 de agosto de 2012

TEOLOGO JON SOBRINO responde a la Notificación del Vaticano

TEOLOGO JON SOBRINO
RESPONDE A LA NOTIFICACIÓN DEL
VATICANO

“La razón fundamental” es que “Un buen número de teólogos han leído mis dos libros antes de que fuese publicado
el texto de la Congregación de la fe de 2004” surgiendo que el “juicio unánime es que en mis dos libros no hay nada que no sea compatible con la fe de la Iglesia”.

Los libros mencionados son “Jesucristo liberador”, publicado en español en 1991, traducido al portugués,
inglés, alemán e italiano y “La fe en Jesucristo”, 1999, traducido al portugués, inglés e italiano.
Ambos textos fueron leídos por presbíteros, obispos que Sobrino engloban diciendo que “Todos estos teólogos
son buenos conocedores del tema cristológico, al nivel teológico y doctrinal. Son personas responsables” quienes “no han hallado errores doctrinales ni afirmaciones peligrosas” por lo que “Entonces no puedo comprender cómo la
notificatio lee mis textos de manera tan distinta y aun contraria”

Dada esa situación, Sobrino expresa que “no me siento representado en absoluto en el juicio global de la
notificatio” y. “Por ello no me parece honrado suscribirla. Y además, sería una falta de respeto a los teólogos mencionados” Luego, el cuestionado teólogo recuerda a su Superior que desde 1975 tuvo que contestar a la Congregación para la Educación católica, bajo el cardenal Garrone; a partir de 1976, a la Congregación de la Fe, “primero bajo el cardenal Seper y después, varias veces, bajo el Cardenal Ratzinger” expresando que fue animado a responder por el P. Arrupe, quien siendo Superior de los Jesuitas renovó esa orden hacia un compromiso mas definido, como también de parte del P. Vincent O’Keefe, vicario general, y el P. Paolo Dezza, delegado papal, quienes le dieron a entender que “el modo de proceder de las curias vaticanas no siempre se distinguía por ser honrado y muy evangélico”.
Sobrino explica “que desde muy pronto se creó un ambiente en el Vaticano, en varias curias diocesanas y entre
varios obispos, en contra de mi teología y, en general, contra la teología de la liberación” generándose un ambiente en contra de su pensamiento “a priori, sin necesidad de leer muchas veces mis escritos” Para comprender la difícil
situación “en que estamos”, menciona “algunos hechos significativos” porque siente que no es ético para él “aprobar o apoyar” “con mi firma un modo de proceder poco evangélico, que tiene dimensiones estructurales, en buena medida,
y que está bastante extendido” y que “avalar esos procedimientos para nada ayuda a la Iglesia de Jesús, ni a presentar el rostro de Dios en nuestro mundo, ni a animar al seguimiento de Jesús ni a la ¨lucha crucial de nuestro tiempo”, la fe y la
justicia”

Sobrino cita que Monseñor Romero escribe en su Diario el día 3 de mayo de 1979”: “Visité al P. López Gall… Me
dijo con sencillez de amigo el juicio negativo que se tiene en algunos sectores para con los escritos teológicos de Jon Sobrino” agregando que “Monseñor Romero, pocos meses después me pidió que le escribiera el discurso que
pronunció en la Universidad de Lovaina el 2 de febrero de 1980” recordando que en 1977 ya había redactado para él la segunda carta pastoral “ La Iglesia , cuerpo de Cristo en la historia” y que el discurso de Lovaina que él escribió, a Romero “Le pareció muy bien, lo leyó íntegramente y me lo agradeció”.
Sobre Romero dice que “Creo que mi teología le parecía correcta doctrinalmente -al menos en lo sustancial” y opina
que “Sé muy bien que en el Vaticano un problema para su canonización ha sido mi posible influjo en sus escritos y homilías”

Entre “los hechos significativos”, Sobrino relata que cuando Alfonso López Trujillo fue nombrado cardenal, “dijo
poco después en un grupo, más o menos públicamente, que iba a acabar con Gustavo Gutiérrez, Leonardo Boff, Ronaldo Muñoz y Jon Sobrino” siendo “interminables” las historias “de López Trujillo con el P. Ellacuría con Monseñor Romero, y sobre todo conmigo”

También el teólogo se refiere al cardenal Corripio, arzobispo de México, quien en 1983 prohibió la celebración
de un Congreso de Teología organizado por los pasionistas quienes “querían tratar teológicamente el tema de la cruz de Cristo y la de nuestros pueblos” y que invitaron a Jon Sobrino, por lo cual Corripio usó como fundamento para la
suspensión del congreso que Sobrino daría dos conferencias en ese evento.

Entre otros “hechos significativos”, Sobrino se refiere a que en “1987 o 1988, más o menos”, recibió una invitación a hablar a un numeroso grupo de laicos en Argentina, en la diócesis de Mons. Hesayne, con el propósito de revitalizar a los cristianos que habían sufrido durante la dictadura. El aceptó, pero luego recibió una carta de Mons. Hesayne diciéndole “que mi visita a su diócesis había sido objeto de debate en una reunión de la Conferencia Episcopal. El cardenal Primatesta dijo que le parecía muy mal que yo fuese a hablar a Argentina. Monseñor Hesayne, me defendió como persona y defendió mi ortodoxia. Le preguntó al cardenal si había leído algún libro mío, y reconoció que no. Sin embargo, el obispo se vio obligado a cancelar la invitación. Me escribió y se disculpó con mucho cariño y humildad, y me pidió que comprendiese la situación. Le contesté que la comprendía y que le agradecía”.

Sobrino afirma tener la certeza de que “en la reunión de la Conferencia Episcopal le habían dicho a Mons.
Hesayne que tenía que elegir: o invitaba a Jon Sobrino a su diócesis, y el Papa no pasaría por ella en la próxima visita a Argentina, o aceptaba la visita del Papa a su diócesis y Jon Sobrino no podía pasar por allí”

A pesar de esos hechos, y otros, Sobrino cree que esa “mala fama” que le asignaron no es “algo específicamente
personal, sino parte de la campaña contra la teología de la liberación”.

La segunda razón de Sobrino para no aceptar la notificatio “Tiene que ver menos directamente con los documentos
de la Congregación de la fe, y más con el modo de proceder del Vaticano en los últimos 20 ó 30años” durante los cuales “muchos teólogos y teólogas, gente buena, con limitaciones por supuesto, con amor a Jesucristo y a la Iglesia, y con gran amor a los pobres, han sido perseguidos inmisericordemente” agregando que también fueron perseguidos
obispos como Monseñor Romero; Don Helder Camara; Proaño; Don Samuel Ruiz y “sobre todo, han hecho lo posible para que desaparezcan las comunidades de base, los pequeños, los privilegiados de Dios”

“Adherirme a la notificatio, que expresa en buena parte esa campaña y ese modo de proceder, muchas veces
claramente injusto, contra tanta gente buena, siento que sería avalarlo. No quiero pecar de arrogancia, pero no creo que ayudaría a la causa de los pobres de Jesús y de la iglesia de los pobres”, confiesa Sobrino a su Superior.

En el otro apartado, Sobrino se refiere a “Las críticas a mi teología del teólogo Joseph Ratzinger”, un tema
“importante para comprender dónde estamos, aunque no es una razón para no suscribir la notificatio”. Sobrino explicita una serie de afirmaciones textuales del cardenal Joseph Ratzinger sobre su teología concluyendo que “No reconozco mi teología en esta lectura de los textos” y que cree “que el cardenal Ratzinger, en 1984, no entendió a cabalidad la teología de la liberación, ni parece haber aceptado las reflexiones críticas de Juan Luis Segundo, Teología de la liberación”
Además el teólogo comenta que “No es fácil dialogar con la Congregación de la fe. A veces parece imposible. Parece que
está obsesionada por encontrar cualquier limitación o error, o por tener por tal lo que puede ser una conceptualización distinta de alguna verdad de la fe. En mi opinión, hay aquí, en buena medida, ignorancia, prejuicio y obsesión para
acabar con la teología de la liberación. Sinceramente no es fácil dialogar con ese tipo de mentalidad”.

Sobrino finaliza la carta con un cuarto punto sobre “Problemas de fondo importantes” en los cuales analiza temas
como “Los pobres como lugar de hacer teología”; “El misterio de Cristo siempre nos desborda”; “La relacionalidad constitutiva de Jesús con el reino de Dios”; “Jesús es hijo de Dios, la palabra hecha sarx”, entre otros. (PE)

Fuente:
ECUPRES

jueves, 16 de agosto de 2012

"...lamentamos y abominamos las declaraciones del cura Jorge Luis Hidalgo, de La Pampa, afirmando que Videla no debe pedir perdón, con una retórica militar que es aberrante en un cura...."

Repudio ante recuentes declaraciones

Curas en Opción por los Pobres

Ante ya viejas declaraciones del genocida Jorge R. Videla, la publicación de textos, libros y reportajes, y ahora, ante las lamentables declaraciones de un cura en La Pampa, nos parece que no podemos quedar callados. Se corre el riesgo de creer que toda la Iglesia avala con su palabra o su silencio cómplice semejantes desatinos. Y es por eso que ofrecemos nuestra palabra:

+ Celebramos que se sigan desenvolviendo los juicios por los crímenes de lesa humanidad, y lamentamos aquellos que siguen paralizados o cajoneados. Celebramos una justicia independiente que condena ejemplarmente a los culpables, y declara inocentes a quienes lo son, o de quienes al menos no hay pruebas suficientes.

+ Celebramos los procesos de memoria, verdad y justicia, ya que creemos que ninguna sociedad puede crecer, ser libre y adulta con verdades desaparecidas.

+ Repudiamos las declaraciones del señor Videla, y como miembros plenos de la Iglesia lamentamos el silencio cómplice de ciertas jerarquías, el acompañamiento a prácticas asesinas, y hasta el asesoramiento y bendición del sistema represivo y genocida.

+ En días en que celebramos la reactivación del juicio por la desaparición, torturas y asesinato de nuestros hermanos Gabriel Longevielle y Carlos Murias, y la condena preventiva por el asesinado del padre obispo Enrique Angelelli, tres hermanos en la fe de la Iglesia en La Rioja, lamentamos y abominamos las declaraciones del cura Jorge Luis Hidalgo, de La Pampa, afirmando que Videla no debe pedir perdón, con una retórica militar que es aberrante en un cura.

+ Repudiamos, también, toda reaparición, evidente o disimulada de la "teoría de los dos demonios", en discursos periodísticos, blogs o lo que fuere; algo que no solamente es falso de toda falsedad, sino que además, en nada ayuda a la memoria, la verdad y la justicia.

+ Lamentamos que cierto periodismo obsesionado por enfrentar al gobierno nacional no dimensione que ciertos temas, como los acá señalados, deben ser "temas de Estado", que superen a cualquier gobierno; destacando -además el temor de que -si tuvieran poder o gobierno ciertos sectores o gobernantes- estos pilares de nuestra identidad se verían no sólo seriamente dañados, sino clausurados en nombre de una falsa "reconciliación".

+ Celebramos, finalmente, la recuperación del "nieto 106" a quien hacemos llegar nuestro abrazo fraterno, e invitamos a quien sea que colabore, incite, sugiera a todo aquel o aquella que pudiera ser uno de los centenares de nietos aún buscados, a que no sólo contribuya con un nuevo mojón en la búsqueda de verdad, justicia e identidad, sino que además contribuya a la liberación de un cautivo que, sin saberlo, sigue siendo una víctima más de la dictadura genocida.

En el Evangelio de Juan, Jesús dijo que "la verdad nos hará libres"; a esa verdad pues queremos invitar a todos, a "pedir perdón" por las mentiras que no nos dejan ser libres, y a caminar como hermanos y hermanas de la Patria en busca de más verdad, para que aumente la memoria y con justicia, seamos libres.

Agosto 2012

Nota sobre las repudiables declaraciones del Pbro. Jorge Luis Hidalgo

lunes, 13 de agosto de 2012

Un silencio cómplice que averguenza

Un silencio cómplice que averguenza
En la Arquidiócesis de Córdoba, Angelelli no existe

No hay manera de evitarlo. El 4 de Agosto, aniversario del asesinato de Enrique Angelelli, se celebra también el día de los párrocos. En conmemoración del Cura de Ars, San Juan María Vianney. La coincidencia de las fechas debiera hacer que, por lo menos, fuera inevitable hacer alguna mención de Enrique Angelelli, aunque mas no sea, en la oración por los difuntos, para pedir por su salvación eterna. La Arquidiócesis de Córdoba, desde el Seminario Mayor, ha organizado una "semana de oración" (nunca una "semana de reflexión, de debate, de compromisos" pero esto es otro tema). En la semana de oración, desde el lunes 30 de Julio al Domingo 5 de Agosto se preveen y se proponen diversas maneras de rezar: misas, retiros, adoración eucarística y rezo del rosario. En cada ocasión, se ofrecen materiales escritos para acompañar cada rezo. Todo este bagaje devocional va precedido de una carta del Sr. Arzobispo Carlos Ñáñez. Suponemos que para el Seminario, lugar donde se preparan los futuros sacerdotes, el testimonio de vida del Obispo Mártir, no puede pasar desapercibido. Por otro lado, el Obispo Enrique Angelelli, antes de presidir el Obispado de la Rioja, fue un sacerdote destacado, por sus compromisos con los obreros y la juventud. Por si fuera poco, también fue obispo auxilliar en Córdoba. No obstante todo ésto, la coincidencia en la fechas, las tareas pastorales realizadas en Córdoba, e incluso las acciones de la mismisima conferencia episcopal argentina, para "develar" la muerte de Angelelli, en Córdoba, no le merecen ser mencionado ni una sola vez. Tanto en la carta de Carlos Ñáñez, como en todos los materiales entregados a las parroquias, ni una sola vez, lo reiteramos, ni una sola vez, ni siquiera por error, se lo nombra a Enrique Angelelli. Este silencio, este ocultamiento los hace cómplices con sus asesinos y nos vergüenza. Una vez más, porque no se trata de la primera vez que esto ocurre, sentimos la misma y mas profunda vergüenza. El 27 de Julio de este año logramos que la justicia dicte  prisión preventiva para el ex dictador Jorge Rafael Videla y otros ex militares represores procesados por el asesinato de Enrique Angelelli durante la última dictadura cívico-militar. Mientras esto sucede, el Arzobispo Carlos Ñáñez, ha sufrido, una vez más, una ataque de amnesia. Angelelli no existe, no existió, no debe existir. Ocultar su nombre, desaparecerlo, es la estrategia, es pretender que deje de ser lo que fue y, sobre todo, que siga estimulando al compromiso por la justicia y la liberación. Pretensión tan grosera como inútil.

Pbro. Nicolás Alessio, teólogo

martes, 3 de julio de 2012

A PROPOSITO DE LA “LUJURIA” DEL OBISPO DE MERLO


A PROPOSITO DE LA “LUJURIA” DEL OBISPO DE MERLO

Entre San Agustín y Santo Tomás


 Por José Pablo Feinmann
Lo del obispo Bargalló demuestra que la castidad que la Iglesia impone a sus súbditos es una agresión a la condición humana. Un cerrojo a la naturaleza del cuerpo, que tiene tantos derechos como el espíritu. Pero la cosa ya es irremediable, de tan lejos viene. ¿Por qué tanto empeño en proteger y demostrar la virginidad de María? Otros hombres de la Iglesia (muy superiores al obispo de Merlo-Morón) han sentido la tentación del pecado, de la lujuria. Y no se han ido a esconder a una playa exclusiva, carísima de México, para realizarlo y luego callar, sino que lo han confesado abiertamente, incluso con una prosa que suele sorprender por su belleza. Otros hombres –más consagrados a su Dios que el obispo Bargalló– sufrieron la tentación carnal y se entregaron a ella y lo dijeron valientemente, sin andar fraguando mentiras, tonterías escasamente creíbles para salir del paso. Me voy a referir a uno de ellos, al autor de las Confesiones, a San Agustín, a quien el obispo de Merlo habrá leído seguramente tanto como yo, que no he dejado de hacerlo desde muy joven, desde que cursaba en Viamonte 430, en la vieja Facultad de Filosofía y Letras, la materia Fenomenología e Historia de las Religiones.
San Agustín vivió entre los años 354 y 430. Las Confesiones es el más íntimo y hermoso de sus libros y seguramente uno de los más auténticos que el catolicismo ha hecho nacer. Se trata de un libro fascinante, sobre todo en sus primeras partes, en las que un joven demasiado joven no puede sobrellevar las exigencias de la pubertad y a la vez adorar a su Dios aceptando las exigencias terribles que éste le impone a su cuerpo. De esta forma, el libro se convierte en una amarga queja (como si Job surgiera otra vez ante Dios, cuestionándolo) que un ardiente pecador le presenta a su Creador. “Quiero acordarme ahora de mis fealdades pasadas y de las carnales torpezas de mi alma. Y lo hago, no porque ame estos pecados, sino para amarte a ti, Dios mío (...) Pues en mi adolescencia ardía en deseos de hartarme de las cosas más bajas. No dudé en embrutecerme con varios y oscuros amores” (Libro II, Capítulo I). Y sigue adelante el que luego será recordado como el Santo de Hipona. Pero decir “sigue adelante” es injusto con él. Porque cualquiera que se pone a escribir puede adelantar en su tarea. Agustín, por el contrario, inicia el Libro III con un texto digno de la mejor literatura, erótica. No sólo la prosa es subyugante, sino el ambiente que, en pocas palabras, pinta: “Llegué a Cartago y me encontré en medio de una crepitante sartén de amores impuros” (Libro III, Capítulo I). ¿Leyeron eso? “Una crepitante sartén de amores impuros.” ¿Qué se freía en esa sartén? ¿Qué comida exquisita, irresistible? El texto pareciera extraído de la mejor prosa de un autor caribeño. García Márquez lo aceptaría. Sigue: “Pues aunque mi verdadera necesidad eras tú, Dios mío que eres alimento del alma, yo todavía no sentía tal hambre (...) La salud de mi alma no era buena y, llena de úlceras, se lanzaba desesperadamente fuera de sí, restregándose con el contacto de las cosas sensibles” (Ibid.). A los dieciséis años, ¿quién puede contener a este púber que se desboca tras la lujuria? Agustín compara el deseo con las marejadas, con las corrientes profundas de un mar incontenible que lo lleva a playas que no desea y, a la vez, desea sin poder frenarse, sin nada que le dé la fuerza para hacerlo. Sigue: “Pero una vez más volvía a preguntarme: ‘¿Quién me ha hecho a mí? ¿No me ha hecho mi Dios, que no sólo es bueno, sino la misma bondad? ¿Pues de dónde me vino a mí el querer el mal y no querer el bien? (...) ¿Quién puso esta voluntad dentro de mí? (...) Y si la puso el diablo, ¿quién hizo al diablo?” (Libro VII. Cap. III. Subr. nuestro). Y aquí nos arrostra su texto decisivo: “Pero entonces, ¿dónde está el mal? ¿De dónde viene y por qué se ha colado en el mundo? ¿Cuál es su raíz y su semilla? (...) ¿De dónde viene, pues, el mal, si Dios hizo todas las cosas y siendo bueno las hizo buenas? (...) Pero tanto el Creador como su creación son buenas. ¿De dónde procede el mal? ¿Es que, acaso, era mala la materia de donde sacó el universo? (...) ¿Y por qué esto? ¿Acaso Dios no tenía poder para transformarla y cambiarla de todo modo que no quedase de ella rastro del mal? ¿No es acaso omnipotente?” (Libro VII. Cap. V). La formulación es extrema, la queja alcanza su mayor densidad: ¿Por qué existe el mal? Si Dios es pura bondad y es omnipotente, ¿por qué no destruye el mal? Si no lo hace, ¿Dios quiere el mal? ¿Hay mal en Dios, ya que tanto lo tolera? ¿Se solaza Dios con el mal? En suma, las quejas de Agustín se resumen en afirmar que no puede evitar el pecado de la carne, huir de la lujuria, que su pubertad es una marejada impura que lo ahoga y, en esas aguas, él es un pecador que goza. Y si eso que a él le ocurre es, para Dios, el mal, ¿quién lo creó? Sólo El pudo hacerlo. ¿Por qué lo hizo? Y si es totalmente bueno y omnipotente, ¿por qué no lo elimina? ¿Acaso tolera el mal porque también está en El? ¿Con qué derecho su Dios lo lleva a decir algo tan desgarrador como: “Pobre de mí, ¿quién me librará de este cuerpo que me lleva a la muerte”? (Libro VIII. Cap. V).
Pequeño obispo de Morón, ése es el coraje. Usted, sugerimos, debió decir: “Sí, pequé. Yo, un hombre entrado en la cincuentena, me vi arrastrado al pecado de la carne. ¿Qué podemos pedirles a nuestros jóvenes curas? Yo, al menos, incurrí en la lujuria con una mujer, divorciada y con una vida hecha. ¿Qué tiene de malo? ¿No es peor arrastrar a nuestros jóvenes curas, a los púberes que alojamos tras las paredes de nuestros monasterios, a vejar niños? ¿No es peor que viejos sacerdotes de vieja y ajada fe también lo hagan?”. Así habría sido respetado y hasta tendría un lugar en la historia de la Iglesia. Pero no: usted sucumbió a Santo Tomás de Aquino, que aún es el Padre de la Iglesia y cuya Summa Teológica es la verdad supre-ma. ¿Qué dice el santo de Aquino? La Summa consiste en una serie enorme de preguntas que el Santo responde. Formula la pregunta, luego las objeciones y por fin la solución. Todo está resuelto ahí. Se ocupa de cuestiones que el obispo de Morón debió consultar antes de irse a México a bañarse en aguas de lujuria. Por ejemplo: La abstinencia, ¿Es la abstinencia un mal? La castidad, ¿es la castidad una virtud? La virginidad, ¿consiste la virginidad en la integridad de la carne? ¿Es ilícita la virginidad? ¿Es la virginidad una virtud? ¿Es la virginidad más excelente que el matrimonio? Las especies de la lujuria: ¿Es pecado mortal la fornicación simple? ¿Es la fornicación el pecado más grave? ¿Existe pecado mortal en los besos y en los tocamientos? ¿Es pecado mortal la polución nocturna?
Bien, nos detenemos aquí. El obispo Bargalló sabía todas estas cosas. Sabe que la Iglesia cree en Santo Tomás. Entonces, ¿por qué abandonó la abstinencia? La castidad. ¿Ignoraba que la virginidad es una virtud? ¿Cómo se entremezcló con una divorciada? ¿Ignoraba que la fornicación simple y la compleja y vaya a saber cuántas más son pecado? ¿Ignoraba que los besos y los tocamientos son lujuria? ¿En cuántos besos y tocamientos incurrió con esa divorciada? ¿Por qué hizo lo que hizo? ¿Acaso por evitar el pecado mortal de la polución nocturna del que sólo se huye por medio de la fornicación simple?
Entre San Agustín y su corazón desgarrado y Santo Tomás y sus leyes inquisitoriales se mueve la Iglesia. El cardenal Bergoglio dijo que había “tristeza en la Iglesia” por las acciones del obispo de Merlo. El cardenal Bergoglio debe tener la Summa de Aquino clavada en el centro de su corazón, aniquilándolo. La Iglesia debe volver a la angustia agustiniana y –con ella– entrar en el siglo XXI. Debe también volver a la humildad del profeta de Nazareth y su desdén por las riquezas y decidirse a luchar contra la pobreza y la injusticia. De lo contrario morirá. Y si persiste en seguir como hasta ahora sería deseable que lo haga o que, al menos, se vuelva impotente y deje al mundo seguir su rumbo, hacia el desastre o hacia la vida, pero sin castradores medievales.
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viernes, 22 de junio de 2012

Un obispo "no excento de imprudencia" Víctima no inocente




Un obispo "no excento de imprudencia"
Víctima no inocente

Nos alegra que,una vez más, estas verdades salgan a la luz.  Y no se puede decir que es una campaña contra la iglesia. Dejamos de lado lo obvio, es mas grave la ofensa a los empobrecidos que estar a los abrazos con una mujer. Por eso vamos a detenernos en este último aspecto, que no es un tema menor, están en juego el poder y el sexo. El obispo es una víctima del sistema vaticano romano. De una maquinaria implacable para triturar conciencias. El debe predicar, defender, exigir y castigar, según corresponda, la disciplina del celibato sacerdotal que reprime la afectividad y el erotismo, desde el poder eclesial. Una disciplina que si alguna vez tuvo  sentido, hoy es absolutamente irracional, desmesurada, y atentatoria contra los derechos a vivir plenamente la sexualidad. Este obispo, y no es el único, es una victima porque una ley canónica con estas caracteristicas es imposible de cumplir. Es más, no se debe cumplir, es una cuestión de sanidad personal. Tal vez por un tiempo se pueda mantener la "castidad sacerdotal". Tal vez por un tiempo se puedan reprimir los deseos, pasiones y amores. Por supuesto, con una gran cuota de padecimiento, violencia interior,  secuelas afectivas, emocionales y compensaciones masturbatorias.  Pero, más tarde que nunca, la realidad se impone. Pero el obispo no es inocente, porque si el obispo sabe, vive y siente que ésto es así, debiera exigir al Vaticano la anulación de este requisito canónico para los que desean ser sacerdotes. Debe reunirse con sus pares, con sus sacerdotes, con sus comunidades para exigir un gran acto de sinceramiento por parte de las autoridades romanas. Como no lo hace, al contrario, predica a favor de su cumplimiento, entonces es hipócrita y cómplice de un sistema perverso.  Exige lo que no cumple, y sabe que no se puede cumplir. En sus pretendidas explicaciones, en lugar de ponerse al frente de una fuerte crítica a la institución y sus absurdos, regresa a la obediencia ciega: “Quiero también expresar con claridad que estoy totalmente comprometido  con la Iglesia en la misión que me ha encomendado en esta diócesis de Merlo-Moreno y en las demás responsabilidades..."  O sea, seguirá predicando lo que no vive, y casi seguro, en lo que tampoco cree. Seguirá exigiendo a otros lo que él no se exige.  Como aquello del Evangelio, cuando Jesús reprocha a los fariseos imponer duras cargas al pueblo que ellos mismos no obedecían.  Seguirá con la amiga de la infancia, solo que ahora se cuidarán un poco más. Roma conoce esta situación, pero la "tolera" mientras no haya medios de comunicación que pongan ante la opinión publica estas verdades. La hipocresía romana, aferrandose a doctrinas de los hombres, pretende esconder lo que de hecho sucede bajo sus alfombras doradas. Lo sucedido no es un hecho aislado. No fue una excepción en un momento de debilidad. Es la muestra cabal del empecinamiento romano en un sistema tremendamente inútil y por demás inservible.

Pbro. teólogo Nicolás Alessio

martes, 10 de abril de 2012

ANTE LA NOTIFICACIÓN SOBRE ALGUNAS OBRAS DEL PROFESOR Dr. ANDRÉS TORRES QUEIRUGA

ecleSALia 10 de abril de 2012
 
 
ANTE LA NOTIFICACIÓN SOBRE ALGUNAS OBRAS DEL PROFESOR Dr. ANDRÉS TORRES QUEIRUGA
JOAQUÍN PEREA, JOSEP ANTONI COMES, JESÚS CONILL, ADELA CORTINA, RAFAEL DÍAZ-SALAZAR, ANTONIO DUATO, TERESA FORCADES, CARLOS GARCÍA DE ANDOIN, JOAQUÍN GARCÍA ROCA, Mª DOLORS OLLER, JOSÉ MIGUEL RODRÍGUEZ, DEMETRIO VELASCO, JAVIER VITORIA Y JOSÉ ANTONIO ZAMORA. revista@iglesiaviva.org
 
ECLESALIA, 10/04/12.- Como compañeros y amigos de Andrés Torres Queiruga queremos hacer públicas las siguientes reflexiones:
1. En nuestra condición de católicos y miembros de la Iglesia agradecemos el trabajo intelectual que Andrés Torres Queiruga ha venido realizando durante más de cuarenta años. El conjunto de su fecundo pensamiento supone una cumbre histórica del servicio de la teología española a la verdad de la fe cristiana. Su empeño por pensar en diálogo con la cultura actual ha ayudado a creer bien a muchos cristianos de hoy («intellige, ut credas», “comprende para creer”). Y somos testigos de que, al mismo tiempo, su fe en el Dios Antimal ha exigido y estimulado su pensar teológico («crede, ut intelligas», “cree para entender”). Por todo ello nos parece muy grave que el texto de la Notificación no contenga ni una palabra de reconocimiento de su entrega intelectual o de agradecimiento por el bien que ha hecho a la fe de los cristianos. Tenemos la certeza de que este modo de proceder nada tiene que ver con el de Jesús de Nazaret, fuente y centro neurálgico de la tradición de fe cristiana.
2. Sin renunciar a pronunciamientos posteriores y más extensos sobre la Notificación, ahora hemos de señalar lo siguiente:
a. La teología que rezuma la Notificación difícilmente recibiría el aprobado en un examen de la mayoría de las Facultades teológicas del mundo. No hay más que visitar los tratados escritos por los profesores más relevantes de las mismas.
b. No es de recibo que el “Catecismo de la Iglesia Católica” sea uno de los referentes desde el que se evalúa y se juzga la consonancia de la teología de Andrés Torres Queiruga con la verdad de la fe. Las afirmaciones dogmáticas de la Iglesia son el referente de todo trabajo teológico y deben siempre mantenerse como tales. Pero sus manifestaciones catequéticas han ido variando y seguirán variando a lo largo de los tiempos. Es más que discutible que dicho Catecismo en todos sus apartados exprese en su integridad y con toda la necesaria riqueza la verdad de la fe. Además, utilizarlo como elemento dirimente para juzgar la obra científica de un teólogo reconocido, resulta similar a valorar las aportaciones de un investigador de primera fila a la luz de los manuales utilizados para la enseñanza de su materia en los cursos iniciales de graduación universitaria.
c. Como viene siendo habitual en los últimos tiempos, también en este caso el magisterio episcopal identifica su teología con la verdad de la fe. Es una práctica que denunciamos rotundamente porque tergiversa de manera grave el servicio al evangelio que corresponde legítimamente al ministerio episcopal.
d. Se acusa a Andrés Torres Queiruga de «reducir la fe cristiana a las categorías de la cultura dominante» y de «eliminar u oscurecer la novedad introducida por la Encarnación del Hijo de Dios». Quienes le imputan tan grave acusación lo hacen desde una fe expresada en las categorías propias de una cultura venerable, pero obsoleta. Al actuar de ese modo, ¿no serán ellos los que están reduciendo la fe a las categorías de esa cultura? Los “nuevos paradigmas” no los deciden los teólogos, sino las transformaciones culturales. Hablamos de “nuevo paradigma” teológico cuando la teología tiene que pensar la fe en un nuevo paradigma cultural. Es lo que con libertad supo hacer la Iglesia en su más antigua tradición para expresar salvíficamente la fe cristológica y trinitaria en el paradigma griego, bien diferente al semita. ¿Qué evaluación merecería la confesión de Calcedonia desde una concepción inmutable del paradigma del evangelio de Marcos? Esta inculturación de la fe es lo que ahora se impide hacer, porque en la comunidad teológica impera la ley del miedo y muchos teólogos callan para no tener que arrostrar problemas que traigan consigo “efectos colaterales”.
e. Es falso que, como afirma la Notificación, se haya “mantenido un diálogo extenso y detenido con el Autor”. Un encuentro de un par de horas con algunos miembros de la Comisión firmante para señalar las cuestiones teológicas a debate, y ello cuarenta y ocho horas antes de firmarse la Notificación, está lejos de lo que debe ser un diálogo serio, profundo y sincero, y tiene toda la apariencia de buscar una coartada que no engaña a nadie.
3. Terminamos animando a Andrés Torres Queiruga a que prosiga con libertad y fortaleza su trabajo de reflexión y de investigación teológica para el mejor servicio a la Iglesia y el impulso a la credibilidad del anuncio evangélico ante los desafíos de la cultura actual. (Eclesalia Informativo autoriza y recomienda la difusión de sus artículos, indicando su procedencia).
4 de abril de 2012

sábado, 7 de abril de 2012

MENSAJE DEL XXXI CONGRESO DE TEOLOGÍA SOBRE “LOS FUNDAMENTALISMOS”

MENSAJE DEL XXXI CONGRESO DE TEOLOGÍA SOBRE “LOS FUNDAMENTALISMOS”
Celebrado en Madrid del 8 al 11 de septiembre de 2011
MADRID.

ECLESALIA , 12/09/11.- Del 8 al 11 de septiembre hemos celebrado el XXXI Congreso de Teología con la participación de setecientas personas de diferentes continentes y múltiples identidades culturales, religiosas y étnicas para reflexionar sobre el fenómeno de los fundamentalismos, sus principales manifestaciones, causas y consecuencias en los distintos escenarios geoculturales: Asia, África, América Latina y Europa.
1. Los fundamentalismos son la manifestación más elocuente de la incapacidad de los seres humanos para vivir en armonía en medio de la diversidad y convierten las discrepancias en barreras de incomunicación. Alimentan la intolerancia, son enemigos de la diversidad y pueden manifestarse bajo cualquier ideología.
2. El fenómeno fundamentalista, cada vez más extendido, se apropia de todas las parcelas de la existencia humana: personal y social, religiosa y cultural, política y económica. Esto puede comprobarse en el avance de los partidos xenófobos e islamófobos, en el fanatismo de líderes religiosos que queman libros sagrados y en los atentados terroristas cometidos en nombre de Dios. Coincidiendo con el X Aniversario del 11-S, queremos tener un recuerdo especial para los atentados de ese día en los Estados Unidos, sin olvidar los del 11 de marzo en Madrid, del 7 de julio en Londres, del 21 de julio en Oslo y otros, así como las invasiones violentas de países y las agresiones contra su población civil por parte de las potencias imperiales.
3. Hemos prestado atención especial a los fundamentalismos religiosos, cuyas características más importantes son: la absolutización de la tradición, la búsqueda de un fundamento inamovible en un mundo cambiante; la pretendida comprensión literalista de los textos sagrados fuera del marco cultural e histórico en que fueron escritos; el olvido de la ineludible crítica; la pretensión de verdad absoluta en un mundo caracterizado por la complejidad y la incertidumbre; la dependencia de una autoridad indiscutible frente a la inseguridad creciente; la defensa de una moral inmutable en una sociedad en permanente transformación; la fe en un Dios conocido, que legitima las propias convicciones y opciones; la sacralización de lo profano; la dogmatización de lo opinable y la negativa al diálogo.
4. En la Iglesia católica el fundamentalismo suele canalizarse través de los movimientos neoconservadores, empeñados en llevar a cabo la restauración eclesiástica hasta el extremo, y de no pocas actuaciones intolerantes de la jerarquía que minimizan, e incluso niegan, aspectos fundamentales del concilio Vaticano II y condenan el trabajo de los teólogos, las teólogas y los movimientos renovadores.
5. Algunas de estas actitudes hemos podido comprobarlas en la reciente Jornada Mundial de la Juventud, que ha ofrecido una imagen autoritaria y patriarcal de la Iglesia, ajena a los problemas reales de los jóvenes, y ha fomentado la exaltación del pontífice, hasta caer en la papolatría, una de las más nítidas expresiones del fundamentalismo. Y todo ello con el apoyo y la legitimación de las diferentes instituciones municipales, autonómicas, militares y empresariales.
6. Objeto de riguroso análisis crítico por parte de las teólogas feministas de las diferentes tradiciones religiosas ha sido el fundamentalismo patriarcal, que fomenta la desigualdad, mantiene los roles de género y se traduce en el control absoluto del orden social por los varones, que imponen la sumisión de las mujeres, recurren a la violencia y llegan al extremo del feminicidio.
7. Los fundamentalismos se extienden por los diferentes sectores sociales e instalados en las cúpulas de la mayoría de las religiones, de la política, de la economía e incluso de los Estados, que toman sus decisiones autoritariamente sin la consulta a la ciudadanía y sin fomentar la democracia participativa. Nosotros mismos, por muy lejos que creamos estar de actitudes fundamentalistas, no estamos libres de incurrir en ellas. Po eso es necesario estar vigilantes y tener una actitud siempre autocrítica.
8. Creemos que el mejor antídoto contra los fundamentalismos es: la renuncia a la posesión absoluta de la verdad y su búsqueda colectiva, el respeto al pluralismo, la convivencia frente a la coexistencia, el derecho a la diferencia, la interculturalidad y el diálogo interreligioso orientados al trabajo por la paz y la justicia, la solidaridad con los excluidos, la defensa de la naturaleza y la igualdad entre hombres y mujeres. Las religiones poseen en sus propias fuentes ejemplos luminosos y resortes para superar los fundamentalismos, cuales son: la dignidad de las personas, el tejido comunitario, la aceptación de los otros, el perdón, la misericordia, la opción los pobres y marginados y la hospitalidad. (Eclesalia Informativo autoriza y recomienda la difusión de sus artículos, indicando su procedencia).
Madrid, 11 de septiembre de 2011
Para más informaciónhttp://www.congresodeteologia.info 

jueves, 22 de marzo de 2012

Benedicto XVI exige orden y disciplina, lo demás, no importa

Benedicto XVI exige orden y disciplina, lo demás, no importa.
"...perseguidos, pero no abandonados; derribados, pero no destruidos..." II Cor. 4, 9
La comunidad de catequistas de la Parroquia San Cayetano, que han sostenido de manera excelente una de las pocas actividades que quedaron en pie luego de la intervención del Sr. Arzobispo Carlos Ñáñez, donde el proyecto de Iglesia Imperial una vez más se impuso al proyecto de Iglesia Pueblo, han sido ahora el blanco de una nueva y disimulada intervención, de un nuevo atropello autoritario.
Esa comunidad de catequistas ha llevando adelante una tarea con cientos de familias y sus hijos, con una experiencia que se puede contar en más de una década, con la capacitación profunda a través de cursos, talleres, jornadas, seminarios, debates, encuentros, publicaciones. La mayoría de las catequistas son egresadas del Seminario Catequético Arnulfo Romero de la Arquidiócesis de Córdoba. Otras son egresadas del Instituto Superior de Catequesis de Argentina, del Episcopado Argentino, e incluso algunas son profesoras, formadoras en estos institutos. Toda esta labor pastoral es un modelo de catequesis renovada, liberadora y popular, reconocido por diversas Juntas Diocesanas de Catequesis de todo el país y lo demuestran numerosas publicaciones en revistas especializadas en Catequesis y Pastoral, como por ejemplo Didascalia.  Esta comunidad ha producido centenares de materiales para catequesis de adultos, de jóvenes, de niños, de matrimonios, para comunidades de base, para sectores populares. Tal vez uno de los frutos mas preciados sea la edición, absolutamente original, del catecismo de iniciación en tres tomos, según los ciclos de Año Litúrgico, profundamente bíblico y por lo mismo centrados en el seguimiento de Jesús, con experiencias nuevas en las maneras de celebrar la comunión, la reconciliación, que respetan la edad de los niños y sus maneras propias de entender la fe, con el constante trabajo pastoral con los adultos, responsables de los niños, brindando una catequesis de adultos totalmente adaptada a las situaciones que hoy viven nuestras familias, entendiendo como inseparables la fe y la vida concreta, superando la tensión entre catequesis "tradicional" y la catequesis "familiar" en una síntesis superadora, atendiendo a la realidad de la teología renovada del Concilio Vaticano II, en el marco de la teología latinoamericana, que hunde sus raíces en Medellín y en la búsqueda constante de fidelidad al Jesús de los Evangelios... pues bien, nada de ésto absolutamente nada, parece importar a los nuevos inquisidores, a los nuevos interventores, nada de estos esfuerzos merecen ser reconocidos y valorados, nada de este camino de renovación vale la pena rescatar, nada de esto pareciera tener algún valor.
Benedicto XVI estará feliz, la Iglesia Monarquía ha puesto orden, disciplina y ha castigado a los díscolos. Obviamente, con el silencio cómplice o cobarde u obsecuente de muchos miembros de San Cayetano y sus Capillas que prefieren quedar bien con la autoridad eclesial aunque sea a costa de negar años de trabajos compartidos, años de fraternidad.
No son las únicas ni las primeras. Tampoco nos sorprende demasiado. No es el caso. Pero no deja de indignarnos. Queremos denunciarlo, queremos que se sepa, queremos que no se repita.
Otra Iglesia es posible y necesaria. Aunque sea fuera de los templos.
Pbro. Nicolás Alessio, Cuaresma 2012