jueves, 21 de noviembre de 2013

No es Ñañez contra Víctor Acha, es el Vaticano contra la Iglesia de los Pobres (2011)

No es Ñañez contra Víctor Acha, es el Vaticano contra la Iglesia de los Pobres 


La “derecha religiosa” no perdona

La consagración episcopal de Marcelo Cuenca fue todo un aviso. En una Arquidiócesis que tímidamente quería abrir la participación de la comunidades en su diseño pastoral, el sacerdote que abiertamente representa a los sectores reaccionarios, conservadores, fundamentalistas, y que también abiertamente se oponía a estos “tímidos” avances, no solo es nombrado Obispo por Benedicto XVI si no que el embajador vaticano viene a su consagración en la mismísima Catedral de Córdoba, en las narices de Carlos Ñáñez quién trato que tal afrenta pasara desapercibida y olvidada para la opiñón pública. El acontecimiento no fue comunicado a la prensa. El Grupo Enrique Angelelli decía en el texto “Para qué y quién elige un obispo” : “No podemos dejar de señalar con estupor que, otra vez, desde el más alto poder eclesial jerárquico y monárquico, se fortalece una línea conservadora, restauradora, derechosa, afín a corrientes como el Opus Dei. No es la primera vez, no sucede solo en estos pagos” de Marzo del 2010
El grupo de “curas casados”, mejor, “curas autónomos” (porque siguen siendo curas pero no dependiendo de ningún obispo) en el Documento “Haciendo memoria de nuestro andar”, del 12 de Junio del 2010, recordábamos que, entre nuestros posibles objetivos, o perspectivas que nos identifican, decíamos:
“mostrar otro rostro de Iglesia Posible al servicio de Otro Mundo Posible: plural, abierto, solidario, liberador...ayudaría a desmontar algunas "máscaras" de la Iglesia oficial...”
El enfrentamiento cultural de esta Iglesia oficial con gran parte de la sociedad argentina, y dentro de su propio seno, en torno a la ley del “Matrimonio Igualitario”, desnudó, una vez más, su rostro conservador, autoritario, dogmático, patriarcal y excluyente para con todos y todas los que entendemos que “es posible otra Iglesia y otro mundo”. Esta contienda se agudiza en la Diócesis de Córdoba. Los sectores de la derecha eclesial conservadora, no van a perdonar la voz que, desde este lugar, desafió a toda la parafernalia episcopal y sus aliados. Una voz que desde hace años viene siendo un eco de la voz de los profetas y los mártires.
Ese “rostro” despiadado de la institución eclesial se traduce en acciones, gestos y discursos que dañan al conjunto del pueblo de Dios y al conjunto de la sociedad de la que formamos parte.
La Institución Iglesia, no solo es funcional a las ideologías de dominación, si no que forma parte de esas mismas ideologías. En este sentido, debe ser denunciada, desenmascarada y combatida. En muchas ocasiones, algunos de nosotros, hemos expresado “ya no nos interesa más nada la Iglesia”. Y es cierto, ya no nos interesa más nada de todo lo que tenga que ver con aquel “rostro” antievangélico de la Institución, su ritualismo, su dogmatismo , su canonicismo, su burocracia. Pero sí nos interesa esa Institución, en la medida que hace daño a la conciencia ética de la humanidad, queriendo imponer un modelo cultural de dominación, aunque se revista del ropaje lingüístico actualizado. La “restauración conservadora” iniciada en período de Juan Pablo II, ha tomado, con Benedicto XVI, nuevos bríos, más enérgicos, más decididos, mas punzantes.
En este sentido, no hay que temer palabras como “enfrentamiento”, “batalla” o “combate”. Esta Institución debe ser combatida, al mejor estilo jesuánico como cuando enfrentó a los mercaderes del templo.
Algunos intentarán hacerlo desde la trinchera “del adentro”, en Parroquias, Colegios u Organizaciones que pertenecen a la Institución. Otros lo harán desde la trinchera “del afuera” institucional. Ocupar uno u otro lugar es una decisión siempre compleja, difícil y con contradicciones. Hay que respetar la decisión que cada uno desde su propia experiencia de vida tome como aquella que, aquí y ahora, le parezca la mejor. No caben posturas únicas.
En este conflicto inevitable, el uso de los Medios de Comunicación Social, es imprescindible y urgente. La Institución no le teme al poder económico, ni al poder político, le teme al “cuarto poder”. Porque solo este poder comunicacional puede ir directo al lugar más fuerte y, a la vez, al “talón de Aquiles” de la Institución: el ocultamiento. La Institución guarda celosamente sus secretos más íntimos, y esa verdad bien cuidada es fuente de poder. Pero cuando esa muralla es derribada por los MCS y se desnuda esa verdad silenciada, pierde poder y tambalea su seguridad.
En el caso de la Parroquia de Nuestra Señora del Valle, no se quiere intervenir cuanto antes, por tratarse de una comunidad parroquial en particular o por su Párroco, Víctor Acha, como si se tratase de un problema personal. Se quiere arrasar con esa “otra Iglesia posible”, con lo mejor de sus luchas en Latinoamérica y en todos los Continentes. Estos hechos son solo un paso más en tal dirección. No es un hecho aislado, es un programa preconcebido, en continuidad con aquellas dos intervenciones vaticanas, con las que se quiso destruir a los teólogos de la Liberación y a sus teologías. Y en esto hay que reconocer que son coherentes con su modelo imperial. Cuanto más hemos avanzado nosotros en la concreción de “otro modelo”, ellos deben acentuar sus mecanismos de control, castigo y censura. Deben extirpar desde la raíz las fuentes de la heterodoxia, la división y el escándalo.
Aquí no hay diálogo posible, porque no hay puntos en común desde donde dialogar, son visiones antagónicas, aquí solo queda el enfrentamiento. Son dos proyectos irreconciliables. Muchas veces lo hemos expresado diciendo “no creemos en el mismo Dios”. Expresión metafórica que dice “no tenemos nada en común”. Se trata de una contienda cultural, la Institución quiere “conservar” el poder y su modelo hegemónico, nosotros queremos asumir el momento histórico que vivimos “con talante crítico y aperturista” porque entendemos que estamos viviendo “un cambio radical de civilización, frecuentemente ignorado por estas instituciones“ (cfr. Doc. Antes citado)
La estrategia de “las cartas”, la juntada de firmas, adhesiones, reuniones en la curia, es válida, pero insuficiente. Cuanto más insuficiente si estas acciones quedan bien guardadas entre cuatro paredes obispales. Hay que sumar otras acciones de mayor envergadura, contundencia y visibilidad. Y hay que hacerlas lo más públicas posibles. Con llegada a la sociedad en su conjunto. “Gritar desde los tejados, a tiempo y a destiempo”. E incluso, reapropiándonos de los signos que son del pueblo de Dios y no de sus jerarcas. Como la mesa compartida, entre otros. Si nosotros “celebramos” la eucaristía, estamos tomando en nuestras manos lo que es nuestro, desenmascarando a aquellos que se creen dueños “del sagrado”. Ese “sagrado” es popular, es de todos y todas. Como se hizo el Sábado 17 de Julio, en la Parroquia San Cayetano, luego de la prohibición arzobispal, donde participamos concelebrando la “misa de la resistencia” y luego hemos seguido participando de las “misas prohibidas”, en La Cripta, el 4 de Agosto, y de nuevo, el 7 de Agosto, en la plaza de Altamira.
Es el momento de continuar en este andar, de “manifestar con acciones y compromisos públicos, con gestos y escritos, a través de los medios y de otras redes de comunicación virtual, este nuevo paradigma de comunión y de organización” (Idem) que no se reduce ni se limita a “lo religioso”, si no que, por el contrario, presupone y se orienta a un modelo nuevo de humanidad.
Este es el desafío inmenso. Limitarlo a casos personales, o a situaciones de comunidades particulares, por más importantes que sean, es perder la perspectiva del conjunto. Ellos, la Institución, tienen esa perspectiva global. Avanzan por todo. No podemos quedarnos solo en una resistencia intimista. Hay que enfrentarlos donde más les duele, al estilo de aquella luz que ilumina las zonas oscuras de la realidad y la intimidad de los corazones y sus veladas intenciones.


Pbro. Nicolás Alessio
6 Enero, fiesta de la Epifanía del 2011 

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