martes, 16 de diciembre de 2014

Una sombra fecunda Navidad por Nicolás Alessio, teólogo

Una sombra fecunda
Navidad


Dice textos sagrados que la doncella fue visitada por un militante de fuego.
Sus palabras fueron enigmáticas y perturbadoras.

La sombra te cubrirá. Serás fecundada por su poder. Serás madre.

La doncella vivía las ausencias dolorosas, ausencias de su pueblo. De panes y peces. De mieles y perfumes. De placeres y cuerpos. De caricias y de futuros.

En su garganta latía el canto de sus ancestros: derriba a los poderosos, libera a los expoliados.

Algo comenzaba a crujir en la barbarie del palacio romano y del templo judío.

Una sombra cubre ausencias porque está presente. No es poca cosa estar presente cuando vienen amenazando de muerte. O cuando vienen crucificando.

Las presencias son imprescindibles. Como cuando otros militantes de fuego se presenciaron ante los humillados y maltratados pastores del desierto.

Vayan y vean. El gran Presente está con ustedes. Como aquel que se ha dado, entregado, ofrecido.

El sufrimiento de los esclavos no fue indiferente entre los dioses de las alturas y los dioses de los abismos. Ellos se presentaron a reclamar libertad para sus hijos lastimados.

Duelen las ausencias de los que nos quitaron. De los desterrados y de los que todavía buscamos.

Pero somos sombra que impele para dejar atrás rostros ensombrecidos. Replicando en cada lugar y frontera las presencias que curan del olvido y de los cómplices. También nosotros nos presentamos ante cuanto tribunal sea necesario.

La cueva del recién nacido es lugar de las sombras radiantes que cobijan ausencias y gritan libertad a los heridos.

La doncella ha parido al Gran Presente para que pueda batallar en todas las constelaciones.
No más penumbras cantaban los profetas.

Y así fue.

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